Las fantasías del kirchnerismo que aún deberán esperar
*Por Carlos Pagni. A Jorge Sapag, del Movimiento Popular Neuquino (MPN), le sirvió de poco ser tributario del gobierno nacional.
Como si fuera el disidente Mario Das Neves, la Casa Rosada montó un obstáculo en su contra: la alianza del radical Martín Farizano con Nanci Parrilli, hermana del secretario general de la Presidencia. Sapag, igual, mantuvo la rutina familiar. Anoche se quedó con el poder.
La novedad es otra: el kirchnerismo deberá ajustar sus ilusiones. La derrota de Farizano y Parrilli se agrega a la serie de fracasos que viene sufriendo la Presidenta en su intento por rediseñar la política en el país, aun allí donde esa política le es dócil.
Las derrotas junto a Walter Wayar en las elecciones salteñas, o al lado de Rafael Bielsa en las internas santafecinas, ya son parte de la historia. El traspié más visible de estos días fue la ruptura en Córdoba con José Manuel de la Sota, que había roto con el Gobierno durante el conflicto con el campo. Pero Néstor Kirchner había iniciado una reconciliación. El día de su muerte tenía prevista una comida con De la Sota en Río Gallegos. Su viuda encomendó esas gestiones a Carlos Zannini. Al cabo de mil idas y venidas, tropezó con la misma piedra: el sector agropecuario. De la Sota propuso como vicegobernadora a una figura simpática para los chacareros, la intendenta de Laboulaye, Alicia Pregno. Pero Cristina Kirchner insistió con Carolina Scotto, rectora de la Universidad Nacional de Córdoba y filósofa wittgensteiniana, no hegeliana como ella.
De la Sota fue original para cerrar la puerta en la cara de Zannini, en medio del escándalo Bonafini: "Si ser de derecha es no haber sido guerrillero, yo fui de derecha", sentenció.
El peronismo cordobés volvió a desconocer el poder de los Kirchner. Los radicales creen que esa desavenencia reacercó a la Casa Rosada con Luis Juez, el rival de De la Sota. Enfatizan un detalle: Juez habilitó con un dictamen de minoría el tratamiento del pliego de Marcó del Pont en el Senado. El oficialismo puede ahora designar al presidente del Banco Central hasta 2017.
Buenos Aires es otra provincia donde el kirchnerismo debió reubicarse. Hace tres meses, Zannini notificó a los intendentes del conurbano que le aproximaba Florencio Randazzo la creación de la colectora de Martín Sabbatella. "Lo único que importa es que gane Cristina", les aclaró, peyorativo. La alianza de Ricardo Alfonsín con Francisco de Narváez hizo que la oposición repuntara en las encuestas y obligó a revisar aquella estrategia. Desde la Casa Rosada redujeron la exposición de Sabbatella por temor a que la dispersión malogre la reelección de Daniel Scioli.
Pero el giro más llamativo del kirchnerismo no se advierte en la ingeniería electoral sino en el discurso que la acompañaba: la condena de la política de seguridad de Scioli por su carácter reaccionario, acompañada con el pedido de renuncia del ministro Ricardo Casal. La madrina de esa estrategia fue Nilda Garré, que debutó en su ministerio enviando gendarmes al conurbano sin consultar al gobernador. Ahora es Garré quien debe tolerar la desautorización de sus superiores. Dos jueves atrás, el candidato porteño Daniel Filmus fue invitado por Randazzo -el mismo que le llevaba los intendentes a Zannini- a recibir una clase sobre seguridad de los profesores Scioli y Santiago Montoya, próximo jefe de Gabinete bonaerense si se consuma la reelección.
Algunos chicos de La Cámpora se enteraron de esta contramarcha el viernes por la noche, cuando propusieron a una organización de derechos humanos una nueva embestida contra Scioli y Casal. Recibieron un sosegate.
También los ansiosos dirigentes del CELS, usina conceptual de esa guerra bonaerense, se han vuelto cautelosos. El jueves pasado volvieron a denunciar que las muertes de Franco Almirón y Mauricio Ramos, el último 3 de febrero, en José León Suárez, se debieron a que "la bonaerense actuó de forma descontrolada". Pero ya no mencionan a Scioli ni piden el alejamiento de Casal. La despersonalización de las quejas tal vez no sea, como sostienen al lado del gobernador, la respuesta a una indicación de la Presidenta; quizá se trate sólo de un homenaje a la universalidad de los reclamos.
Hipótesis kirchnerista
Las hipótesis sindicales del kirchnerismo también están siendo desafiadas. El último miércoles, Hugo Moyano dictaminó que "el gran déficit del modelo es la inflación". No fue un exabrupto. En la CGT explican que Moyano forzará la reapertura de las paritarias dos meses antes de las elecciones. "Hugo sólo piensa en su problema; quiere que antes de octubre le cierren las causas", explica uno de sus laderos.
El frente porteño es otro dolor de cabeza para Olivos. Filmus está tratando de absorber el escándalo de María Rachid, a quien la Presidenta expulsó del Inadi. Militante contra la discriminación sexual, Rachid ocupa el cuarto lugar de la lista de legisladores de Filmus por indicación de Cristina Kirchner, quien había pensado en ella para capitalizar el voto de los beneficiarios de la ley de matrimonio igualitario.
Hay que esperar que Filmus no se lleve otra sorpresa. Los investigadores del caso Schoklender han puesto en la mira al abogado Hugo Gallardo, a quien Hebe de Bonafini designó nuevo apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Gallardo llama la atención por su participación en Construcciones Calificadas SA, pero también se lo vincula con el sindicato y la obra social de los municipales porteños (Obsba). Uno de sus líderes, Alejandro Amor, ocupa el tercer puesto entre los legisladores que se postulan con Filmus. Lo ganó gracias a las gestiones de Hugo Moyano y de Amado Boudou, a quien Amor ayudó como jefe de campaña, en una especie de juego de palabras.
La Obsba dependió durante años -su presidente, Juan Carlos Cela, seguro lo recuerda- de que el prestamista Fernando Caparrós descontara sus cheques a los prestadores que no conseguían cobrarlos. Caparrós es el primer dueño de Meldorek, la empresa de Sergio Schoklender, a quien también le pagaba por adelantado valores de las Madres. Caparrós llegó a la Obsba recomendado por el fallecido contador Martín Morales. Tal vez Amor lo haya conocido.
Néstor Kirchner recibió, en diciembre de 2009, un minucioso informe sobre las actividades financieras de Schoklender. El dossier se motivó en una investigación internacional sobre movimientos patrimoniales sospechosos efectuados en Miami. ¿Por qué los desbarajustes siguieron su curso, para estallar recién ahora? Es otra respuesta que Kirchner se llevó a la tumba.
Algunos funcionarios afirman que Cristina Kirchner puso en observación a la fundación de las Madres cuando Schoklender llamó a la policía para defender sus obras de la invasión al parque Indoamericano, en diciembre pasado. Tal vez ése haya sido el comienzo de algo cuyo final se desconoce. Algunos abogados especulan con que el entramado financiero que está saliendo a luz desemboque en una especie de caso Skanska. Es decir que aparezcan facturas adulteradas para enmascarar el pago de retornos por las altísimas comisiones cobradas por los prestamistas.
Las andanzas de Schoklender y la incompetencia de Bonafini no esperaron a que se despejaran esos enigmas para hacer temblar la columna principal del Gobierno: el declamado compromiso con los derechos humanos. Los Kirchner se sirvieron de esa política para fijar una diferencia específica entre ellos y el resto del PJ. La cooptación de algunos líderes, la intransigencia retrospectiva con los crímenes cometidos por militares y la relectura complaciente de la actuación de la izquierda en los años 70 son los materiales de un sueño megalómano: la fundación del kirchnerismo como etapa superior del peronismo. La sacralización de Kirchner y la entronización de su viuda como legataria coronarían esa fantasía.
Ese alumbramiento deberá seguir esperando. La política de derechos humanos, recurso principal de la diferenciación de los Kirchner con el aparato del PJ, fue puesta en tela de juicio en el momento exacto en que ese aparato comienza a resistirse, en distintos distritos y estamentos, a ser colonizado. Es curioso, pero por el mar de fondo de la historia suele navegar este tipo de armonías.