Las estrategias de siempre
* Por José Luis Toso. El radicalismo instaló el llamado al corte de boleta. Sus votantes no necesariamente deben inclinarse por Ricardo Alfonsín.
Es una de sus principales estrategias electorales hacia el 23 de octubre. Al menos, el punto de partida, junto con el plan de seguridad dado a conocer unos días antes; el resto, seguramente lo irán viendo con el transcurso de las semanas.
Se trata de una idea que tiene rápida explicación por parte de los más encumbrados dirigentes de la UCR, comenzando por los propios integrantes de la fórmula provincial. En la semana, en declaraciones periodísticas, Juan Carlos Jaliff sostuvo en forma rotunda que se deberían tomar las primarias recientes como una elección general adelantada, en la que Cristina Fernández de Kirchner prácticamente ya fue consagrada presidenta de la Nación una vez más. Advierten en el radicalismo que la diferencia porcentual entre la actual primera mandataria y la oposición es casi imposible de revertir en tan poco tiempo.
Es una postura realmente llamativa, pero que no hace otra cosa que admitir la realidad. Porque las primarias no cumplieron con el objetivo de dirimir internas en virtud del vaciamiento al que las sometieron los mismos partidos, principalmente los más convocantes. Todos llegaron con precandidatos únicos y el principal interés quedó reducido a saber cuáles no reunían el mínimo porcentaje exigido para poder competir en octubre.
En el caso puntual del radicalismo, posiblemente si hubiese puesto a consideración de la ciudadanía a los tres dirigentes que arrancaron con intenciones presidenciales (además de Alfonsín, Julio Cobos y Ernesto Sanz) otra hubiese sido la repercusión de la convocatoria de agosto. Pero, al final, tantas deserciones terminaron siendo funcionales al afán hegemónico del kirchnerismo.
Medida antipática, pero necesaria. La realidad obliga al radicalismo mendocino a buscar mecanismos que aseguren el voto a Iglesias, quien según algunas encuestas en el mano a mano supera a Francisco Pérez por varios puntos porcentuales. Otros sondeos también lo ubican arriba, pero con una tendencia declinante cuando se le consulta al encuestado sobre la combinación de boletas de presidente, gobernador e intendente.
El efecto "corte de boleta" llegó rápidamente a los ámbitos partidarios nacionales, generando posturas encontradas. Sin embargo, Ricardo Alfonsín, el destinatario de la movida de sus correligionarios mendocinos, evidentemente resignado tuvo sólo palabras conciliadoras. Además, no pueden llover muchas críticas porque Mendoza tal vez sea la única provincia que hace mantener alguna expectativa de triunfo al radicalismo en el país.
Los intendentes radicales harán campaña con la fórmula provincial como estandarte. Ni una palabra sobre el candidato presidencial. "Que la gente vote al que quiera, ya sea Cristina, el propio Alfonsín o Rodríguez Saá. Pero no hay que subestimar a Roberto, que, en serio, tiene muchas posibilidades", comentaba ayer uno de los jefes departamentales.
En los departamentos gobernados por el radicalismo hay inquietud después de las primarias. Por eso algunos jefes territoriales salieron a cerrar acuerdos al margen de los que el partido pudo concretar a nivel provincial. Es el caso de Alfredo Cornejo, en Godoy Cruz, con el socialismo, un acercamiento que muchos dirigentes lamentan que no se pudiera concretar en la provincia. "Los muchachos de Binner fueron aquí tan cerrados como nosotros con los demócratas", reconoció por lo bajo y en reserva un militante que sigue lamentando el frustrado frente entre la UCR y el PD.
Es indudable que algunas veces la gente vota influida por el clima que se vive. Y en esta oportunidad muchos intuyen que el justicialismo puede ganar sin mayores problemas.
Como antes... La idea de campaña del radicalismo no es nueva. Ya a fines de 2002, después de la tremenda caída del gobierno de De la Rúa y en plena campaña hacia las presidenciales que ganaría Néstor Kirchner, el entonces gobernador de Mendoza, Roberto Iglesias, tomaba distancia nítidamente de la interna nacional de su partido, que consagró ganador a Leopoldo Moreau frente a Rodolfo Terragno.
Ambos tenían casi nula aceptación popular y en las elecciones presidenciales Moreau obtuvo el porcentaje más bajo de la historia del radicalismo.
En aquella oportunidad, la UCR provincial prefería a hijos del viejo partido que habían dejado la casa paterna buscando nuevos horizontes con proyectos propios, como López Murphy y Carrió. El desdoblamiento de aquel 2003 (presidenciales en abril y provinciales en octubre) le dio la razón a Iglesias, que logró la consagración de Julio Cobos como su sucesor.
No les hizo falta pedir el corte de boleta por los meses de distancia entre la elección presidencial y la provincial, pero la indiferencia con el candidato oficial y la orientación hacia otros postulantes, en la práctica en aquel momento buscaban el mismo efecto que en esta oportunidad tendrá el polémico jingle conocido en la semana.
¿Subestimación? Con el gobernador Celso Jaque a la cabeza, el justicialismo salió a criticar la prédica radical por el corte de boleta. El mandatario acusó a los opositores de subestimar a los ciudadanos. En el mismo sentido se expresaron funcionarios de su gobierno, intendentes y otros dirigentes del PJ. Se trata de una apreciación discutible. Porque también podría considerarse una subestimación al votante sólo dejarse llevar por el oleaje presidencial, algo que varios le sugieren a "Paco" Pérez, en especial luego del revuelo que generó con la decisión de instruir a los diputados de su partido a mandar al archivo el proyecto minero San Jorge.
A pesar del tremendo malestar por la inconsulta movida, esa decisión del candidato del oficialismo obligó a los principales funcionarios del Gobierno a expresar públicamente su respaldo para que no surja ninguna fisura en plena campaña.
El candidato demócrata. Por último, sobre el final de la semana, la aparición de Luis Rosales en el escenario político mendocino no dejó de sorprender.
Luego de una convención partidaria sin definiciones y con desencuentros, el Partido Demócrata resolvió todo en una reunión de un órgano ejecutivo mucho más reducida y allí desempolvó a un dirigente alejado de la provincia desde hace varios años y que tuvo la mayor trascendencia pública en los ‘90 como funcionario de un gobierno justicialista.
Rosales trae como principal basamento para su postulación experiencia como consultor y analista internacional, antecedentes importantes para una provincia que está obligada a retomar protagonismo político y económico fronteras afuera. Pero deberá empaparse debidamente de muchas carencias que marcan la vida cotidiana de los mendocinos. En el justicialismo no desagrada la definición de la candidatura del PD; es una opción para el electorado que no tiene pensado votar por el oficialismo. En cambio, los radicales han dicho abiertamente que los partidos, como el Demócrata, que esperaron hasta el vencimiento de los plazos para consagrar a sus candidatos, no tienen mayor interés en la contienda.
Eduardo Difonso, el competidor que tenía Rosales, dijo en la convención del jueves que el kirchnerismo se había inmiscuido en la definición de los demócratas y dejó interrogantes. Como si el dedo presidencial que en su momento digitó la lista de candidatos nacionales del PJ por Mendoza también hubiese "recomendado" el nombre ideal para el PD. ¿A cambio de qué? ¿Con qué interlocutor?
* Prosecretario de Redacción - jtoso@losandes.com.ar