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Las escuelas pueden mejorar si compiten

Por Edgardo Zablotsky* El sábado pasado, Alieto Guadagni, Miembro de la Academia Nacional de Educación, publicó en esta misma sección un panorama, para muchos inesperado, de nuestra realidad educativa...

A pesar de la Asignación Universal por Hijo, el Anuario Estadístico 2010 del Ministerio de Educación reporta que ingresaron al primer grado de las escuelas estatales 7.200 alumnos menos que en el 2009, mientras que las escuelas privadas aumentaron su ingreso en 2.500 niños. Más aún, si se consideran los alumnos matriculados en todo el ciclo primario la foto es aún más contundente: en el 2010, en las escuelas estatales había 25.000 alumnos menos que en el 2009, mientras que en las privadas había 19.000 más.

Este éxodo no es una anomalía del año 2010. Como reporta Guadagni, desde 2003 la matrícula primaria privada aumentó en 191.000 alumnos, mientras que la estatal cayó en 274.000.

La implementación de la Asignación Universal por Hijo conjuntamente con el éxodo de la escuela estatal gratuita a escuelas privadas presenta una clara evidencia que no debería ser ignorada: muchos padres están realizando un importante sacrificio económico para proveerles a sus hijos una educación que los califique para insertarse en la sociedad del conocimiento en la cual les tocará vivir.

Es hora de que el Estado los apoye, ¿pero cómo? Veamos el ejemplo de Suecia, la cual gasta más de su PBI en servicios sociales que cualquier otro país en el mundo. En 2005, el hoy Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, se preguntaba en una interesante nota "¿cuántos de los lectores de este artículo saben que en Suecia funciona desde hace años y con absoluto éxito el sistema de vouchers escolares para estimular la competencia entre colegios y permitir a los padres de familia una mayor libertad de elección de los planteles donde quieren educar a sus hijos? Yo, por lo menos, lo ignoraba. Antes, en Suecia, uno pertenecía obligatoriamente a la escuela de su barrio. Ahora, decide libremente dónde quiere educarse, si en instituciones públicas o privadas -con o sin fines de lucro- y el Estado se limita a proporcionarle el voucher con que pagará por aquellos servicios.

La multiplicación de colegios privados no ha empobrecido a las instituciones públicas; por el contrario, la competencia a que ahora se ven sometidas las ha dinamizado, ha sido un incentivo para su modernización".

La Swedish Education Act establece que todos los niños deben tener igualdad de acceso a la educación, independientemente de su género, locación, o factores sociales o económicos. El programa de bonos escolares cumple con dicha premisa al otorgarles a todas las familias la posibilidad de que puedan elegir entre escuelas públicas y privadas, independientemente de sus disposiciones económicas.

¿Por qué no considerar un sistema escolar a su semejanza, que sea apropiado para nuestro país? Las escuelas estatales mejorarían por la fuerza de la competencia.

Los monopolios generan costos sociales. El virtual monopolio estatal de la educación, dada la imposibilidad económica para muchos ciudadanos de optar por otra alternativa, no tiene por qué ser la excepción.