Las ensangrentadas notas de suicidio del millonario Martín Blaquier
Fueron publicados los mensajes que el empresario dejó a su lado antes de dispararse en un habitación de hotel en Pilar.
El empresario Martín Juan Blaquier, hijo de una de las familias más poderosas de Argentina, entró a la habitación número 155 del hotel Sheraton de Pilar en horas de la tarde del jueves 18 de febrero de 2016. Fue ahi donde, con un disparo calibre 12.70 de una escopeta de caza Benelli que había llevado disimulada en un bolso de golf, se suicidó.
El sábado siguiente, Blaquier fue enterrado en el cementerio Jardín de Paz, tambipen en Pilar, a pocos kilómetros de donde ocurrió su muerte. Tanto el presidente Mauricio Macri como la primera dama Juliana Awada asistieron al velatorio. Las familias más poderosas del país,como los Peralta Ramos, los Miguens o Parisier, los ejecutivos de sus empresas y ministros como Francisco Cabrera lo recordaron con buenos adjetivos en avisos fúnebres. Y eso fue todo. Martín Blaquier entró a la tierra negra de un cementerio parque privado como el mayor misterio reciente de la alta sociedad porteña.
Nunca hubo una explicación. Los miembros y allegados al clan Blaquier no se atrevieron a esbozar una teoría al ser consultados por la prensa, o hablar de un por qué, o un motivo para que Blaquier vaya y se quite la vida con un arma de caza en un hotel en una noche de semana.
Martín Blaquier estaba casado con Josefina Carlés, tenía tres hijos y había sido abuelo pocos meses antes, en noviembre. El juego era su principal interés comercial, con acciones y cargos ejecutivos en sociedades como Argentina Gaming Group, Gaming Systems SRL, Biyema o Kandiko y negocios de alto perfil como el Bingo Avellaneda. Según consingó el ortal Infobae,ninguna de sus empresas tenía un rojo fiscal considerable, un coqueteo con la ruina financiera, un reguero de cheques sin fondo. Es decir, al menos en los papeles, Blaquier no estaba perdiendo.
Su último fin de semana lo había pasado con familiares en San Martín de los Andes; nadie habló de una profunda depresión, de una charla final para despedirse, de un gesto típico de un suicida.
Hoy, un año y dos meses después, la Justicia considera la muerte de Blaquier un caso cerrado. El fiscal Leonardo Loiterstein, titular de la UFI N°2 de Pilar, arc
hivó el expediente semanas atrás luego de una paciente investigación. Loiterstein, en todas las pericias y testimonios, que recolectó, tampoco encontró una explicación a la muerte.
La posibilidad de un homicidio fue descartada instantaneamente. El fiscal descubrió que el último en ingresar a la habitación 155 fue Blaquier mismo con su tarjeta magnética. No hubo signos de terceros en la habitación, una entrada forzada, otras huellas. La autopsia en la morgue judicial de San Isidro habló de una mecánica claramente suicida. El cierre del expediente se demoró por una pericia elemental: los estudios toxicológicos sobre la sangre extraída al cadáver de Blaquier, realizados en el laboratorio de la Policía Bonaerense, que tomaron varios meses. Los análisis determinaron que no había ninguna droga, legal o ilegal, en el organismo de Blaquier al momento de la muerte.
Ni siquiera el empresario ofreció una explicación final. Pero se descubrió que, antes de morir, Blaquier arrancó tres hojas del anotador de cortesía del hotel y escribió su tres textos breves, en letras mayúsculas y sin signos de puntuación. Los dejó cerca: parte de su sangre llegó a machar el papel.
Infobae publicó las imágenes de las cartas. Son un protocolo, una serie de instrucciones dejadas más que una despedida.
"La escopeta es de mi primo, Gastón Blaquier, y hoy lo engañé y le insistí que me la diera con la excusa de que me iba a cazar patos. No tiene nada que ver y le pido perdón por mentirle tan feo", dice el primer escrito. Gastón, socio de Martín en Gaming Systems SRL, declaró ante Loiterstein: dijo, efectivamente, que su primo le había pedido el arma para salir a cazar.
"Por favor, que mi mujer Josefina sólo se entere por mi mejor amigo, Miguel Blaquier", indica la siguiente. La tercera oración se limita a pedir -también "por favor"- llamar a Miguel mismo, con su número de celular. Miguel Blaquier fue, precisamente, la última persona que el empresario contactó.
Miguel habló ante la Policía Bonaerense. De acuerdo a su relato ante la Policía Bonaerense, el empresario le escribió vía Whatsapp a las 17:16, poco después de llegar al hotel: "Mike, por favor cuidala a Josefina. Estoy en el Sheraton Pilar", le escribió a su primo. Miguel le escribió de vuelta: "¿Qué hacés en el Sheraton?" No respondió. Llamó a su primo, que no contestó.
Poco después de las 19, Miguel llegó al lobby del Sheraton y pidió comunicarse con su primo. Un empleado llamó al interno de la 155. No hubo respuesta. Miguel pidió que personal de seguridad del hotel lo acompañe para entrar por la fuerza. Fue hasta la 155 con un custodio y otra empleada del hotel; tras varios llamados, pudieron abrir la habitación con una llave maestra. Así, vio el cadáver, con una importante cantidad de sangre, y las notas que pedían por él.
La última vez que había visto a su primo, declaró Miguel, había sido el sábado anterior: pasaron casi una semana juntos en San Martín de los Andes. En ningún momento, afirma en la declaración, su primo "comentó tener problemas, ya sean económicos, familiares u otro tipo de inconveniente que lo pudiera haber llevado a tomar esta determinación".
Hay un rumor que persiste hasta hoy en ciertos círculos de la clase alta porteña sobre la muerte de Blaquier. "Lo apretaron 'los rusos'", se atreven a decir algunos, sin levantar demasiado la voz, "rusos mafiosos con los que hacía negocios".
No hay ningún nombre que suena a ruso en ninguna de las composiciones societarias. Sin embargo, entre 2012 y 2015, varios artículos de prensa hablaron de un intento de compra del Bingo Avellaneda entre otras salas de juego a cargo del empresario Cristóbal López. Los "socios rusos" de Blaquier aparecen mencionados. De todas formas, "los rusos" no son parte de la causa investigada por el fiscal Loiterstein. Nadie los mencionó en sus declaraciones, Blaquier o la viuda del empresario.