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Las encuestas y el electorado

*Por Damián Pertile. Un sondeo de opinión es una fotografía del momento, a partir de la cual pueden realizarse proyecciones sobre la conducta de indecisos y "cautivos"

En estos días somos testigos de la difusión de diferentes encuestas de intención de voto y sondeos de opinión sobre diversos candidatos, para todos los niveles de gobierno. Esta situación renueva el debate sobre la utilización correcta o incorrecta de esos instrumentos.

La presencia de encuestas en nuestra sociedad es moneda corriente en estos tiempos. Tanto los políticos que aspiran a cargos electivos como autoridades desde su propia función de gestión en la administración pública en sus distintos niveles, sondean en forma constante la opinión y actitud del electorado y/o ciudadanos respecto de ciertos temas de notoria contrariedad pública.

Podemos afirmar, entonces, que existen diseños de encuestas dentro de la esfera gubernamental, como instrumento de conocimiento para el desarrollo de políticas públicas. Pero, además, en otra categoría, se puede identificar la práctica de sondeos de opinión para políticos o candidatos a cargos electivos que intentan conocer la percepción social de su imagen, la intención de voto, el conocimiento acerca de la persona, entre otras cuestiones.

Bajo sospecha. Ahora bien, últimamente el uso de esos instrumentos ha sido puesto bajo sospecha ante presunciones de manipulación de los datos objetivos por parte de quien los encarga (aferrados a la teoría de que la gente se inclinará por aquellos "generalizadamente preferidos"), reflejándose esta situación en la difusión por parte de los medios de comunicación.

Como bien lo expresara Giovanni Sartori en su libro Homo videos (La sociedad teledirigida) : "(...) existe una fuerza arrolladora de la imagen, que influye en quién debemos creer y en quién no. Lo esencial es que el ojo cree en lo que ve (...) lo que se ve parece ‘real’, lo que implica que parece verdadero".

Mucho se especula al respecto y tanto aquellos que se encuentran de manera activa en la labor periodística como quienes están inmersos en la campaña electoral lo viven con mucha intensidad.

Pero lo que debe quedar claro es que un sondeo de opinión es una fotografía del momento, a partir de la cual pueden realizarse proyecciones sobre la conducta de los indecisos y, dados ciertos contextos, observar la volatilidad o rigidez respecto del comportamiento electoral de quienes se consideran "cautivos".

Es eso y no un resultado final, sea una victoria asegurada –que puede ser aun con un margen superior al dato arrojado por la encuesta, por caso– o una sentencia de derrota.

Como en todas las profesiones y oficios, si miramos a los encuestadores veremos que los puede haber buenos y malos; lo esencial es que se forme a un electorado racional que, más allá de que confíe o no en el resultado de las encuestas, las tome como lo que son: un instrumento que refleja una porción de una vasta realidad, que, bien utilizado, contribuye a informar e, incluso, a generalizar a partir de muestras representativas.

Pero hay que tener en cuenta que ese instrumento es lo suficientemente poderoso como para procurar manipular e influenciar en el voto de los electores.