Las cuentas pendientes
* Por Daniel Muchnik. Las últimas observaciones de políticos, analistas y economistas se refieren a lo que vendrá, al futuro en el corto plazo. No es criticable si iluminan el camino, donde reina bastante oscuridad, porque nada en estos tiempos es seguro ni definitivo.
Todos inquieren sobre el posible ajuste de las tarifas de servicios públicos, del impacto en el país de la crisis internacional, el precio de nuestras principales exportaciones, el destino del dólar, la competitividad, el tipo de cambio y la Brasil-dependencia de la Argentina. Con respecto al pasado casi nadie cuestiona el crecimiento hasta el 2008 y todos recuerdan con traumatismo los malos momentos vividos en el 2002.
Son muchos, en cambio, los que hacen caso omiso de las señales de alarma y consideran que nada ni nadie puede llegar a perjudicar la marcha del proceso actual en la Argentina. ¿Tan seguros están unos y otros con diagnósticos y pronósticos? ¿Eso es todo o faltan más temas en la indispensable agenda para ejercer el Poder?
Un balance sensato permite confirmar que este Gobierno y el futuro tendrán cuentas pendientes que no fueron saldadas. Sería muy valioso volver a ellas y tratar de solucionarlas. En el 2003 el ex presidente Néstor Kirchner prometió, entre sus primeras acciones, una indispensable Reforma Impositiva. Como bien se sabe la estructura vigente es regresiva. Y la presión es mucha. El IVA, de inmediata recaudación y de engorde acelerado en un proceso infacionario, es con el 21 por ciento un castigo para los más humildes y para la clase media. Algunos cambios en el Impuesto a las Ganancias, afirman los mejores entendidos, podrían sintetizar ciertas problemáticas fiscales y si hubieran existido en el 2008, la batalla del Poder Ejecutivo con el campo no figuraría en la lista de los afilados conflictos que sí tuvimos, con un tremendo desgaste entre las partes que intervinieron.
Otro asunto prometido, pero que no ha podido avanzar en el Parlamento es la Reforma Financiera. El esquema financiero imperante data de la dictadura militar; fue una creación del grupo de especialistas que rodeaba a José Alfredo Martínez de Hoz. Un nuevo proyecto, que tiene criterio productivista y fija muchos límites, elaborado por los legisladores Carlos Heller y Martín Sabatella, fue frenado en plena Comisión de Finanzas y nunca más se habló de él. Y se trata de un asunto que tiene repercusión inmediata en la vida económica, en una época en la cual los bancos vuelcan su energía en el crédito para el consumo en tanto los otros préstamos son caros y no tienen salida. La Pequeña y Mediana Empresa padecen bastante la cerrazón del sistema.
El tercer ítem de agenda es que bajó la Integración Nacional en ciertas industrias. Valga la siguiente comparación: en 1974 se produjeron casi 300.000 automotores en el país, con una integración nacional del 90 por ciento. El año pasado la producción de rodados superó las 700.000 unidades, pero la integración nativa apenas araña el 25 por ciento. El resto viene del exterior. Los autos son producto de armadurías, no puede hablarse de una "industria local" en un sentido amplio.
Surgen también nuevas líneas novedosas, la de televisores o celulares, por ejemplo. Pero son ensambladoras de elementos traídos del extranjero, como en el caso automotriz y no generan significativos nuevos puestos de trabajo. Y haciendo las cuentas no se sabe todavía qué es más costoso para el país: si hacerlos aquí o importarlos.
Otra encrucijada, de la que no se habla es la Extranjerización de la Economía. Sólo un puñado de estudiosos vienen advirtiendo sobre la presencia de compañías extranjeras entre las que detentan el predominio productivo sin que estén establecidos los límites y posibilidades. Se habla de su participación entre las 500 compañías de mayor envergadura en el país. Las corporaciones exportadoras, que forman parte de la élite empresaria, explicaron, en promedio, el 73,3 por ciento de las exportaciones en el período posterior al 2002. Son las principales protagonistas en la obtención de divisas. La presencia de empresas argentinas se redujo en casi todas las variables significativas a la hora de explicar el estado del país.
La sojización del campo, que satisface al Gobierno por la importante entrada de divisas es un dilema hacia el futuro, porque se han descuidado los otros cultivos y se ha terminado desplazando a la ganadería ( hoy en mejoría pero con el remate a bajos precios de 10 millones de cabezas en los últimos años).Falta, entonces, una política agraria de largo plazo y otra estrategia ganadera. Uruguay lo pudo hacer. Argentina no las ha implementado ni se conocen nuevos lineamientos. Esta realidad se sintetiza en la expresión "Primarización de la Economía".