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Las confesiones de Wagner y Uberti y el miedo a compartir celda con los K: detalles de la declaración del arrepentido José López

Decidió cambiar su estrategia judicial luego de leer las confesiones de Uberti y Wagner; no quería volver a compartir la celda de Ezeiza con Boudou y Medina.

Como si fuera tarea para el hogar, José López se llevó el miércoles las copias de las confesiones de Claudio Uberti, Carlos Wagner y otro material adicional de la causa por los cuadernos de las coimas. Por distintas razones que incluyen cuestiones más personales que políticas -sostienen en su entorno-, esa lectura precipitó su cambio de actitud.

Dos días después, el exsecretario kirchnerista confesó ante la Justicia cómo eran los pagos ilegales por la obra pública , explicó de qué manera se juntaba dinero negro para las campañas y, por primera vez, contó detalles sobre los US$9 millones que llevaba en bolsos cuando fue detenido, allá por junio de 2016.

López punteó 12 temas relevantes como su primera oferta para convertirse en arrepentido, según pudo reconstruir LA NACION de fuentes judiciales. La propuesta sorprendió el viernes al fiscal Carlos Stornelli y al juez Claudio Bonadio, que incluso ya había abandonado Comodoro Py.

El hombre de los bolsos llegó después de las 14 hasta el despacho del fiscal. Pidió un mate cocido y, tal como lo había ensayado con su abogado, declaró sobre los temas más relevantes. López contó, por ejemplo, cómo fue instruido por el kirchnerismo para juntar dinero durante la campaña de 2013 con el único fin de destruir la candidatura de Sergio Massa , que recién había creado el opositor Frente Renovador tras su paso por el gobierno de Cristina Kirchner .

Temor reverencial


Pero toda la determinación que el exfuncionario mostraba para relatar cómo funcionaba el sistema de coimas quedaba inhibida a la hora de precisar el rol de Cristina Kirchner.

"Tenía un temor reverencial", resumió una fuente judicial. Le preguntaban el fiscal Stornelli, el fiscal adjunto Carlos Rívolo y su abogado Gustavo Kollmann, que intentaba guiar su relato.

"En ese momento iba diciendo las cosas con cuentagotas", dijo uno de los protagonistas sobre el momento más tenso de esa declaración, que finalmente involucró a la expresidenta.

La percepción de varios testigos presenciales era que López ya había manifestado que tenía mucho temor de las consecuencias que esa declaración pudiera generarle en su regreso al penal de Ezeiza, donde llevaba más de dos años detenido.

Pero la sorpresiva confesión que complicó a la familia Kirchner comenzó a gestarse 48 horas antes. "Me niego a declarar por ahora", lanzó López el miércoles, ante Bonadio, en su primera indagatoria por los cuadernos. Ese "por ahora" fue un guiño que interpretó alguno de los investigadores como una oportunidad para negociar.

López conoció ese mismo miércoles a su nuevo abogado, el defensor oficial Kollmann, el mismo que representa al chofer Oscar Centeno, primer arrepentido de la causa. Después de una larga reunión, el hombre de los bolsos se llevó de su despacho varias copias del expediente que incluían las confesiones de Uberti, excompañero del Ministerio de Planificación , y Wagner, un empresario al que frecuentó durante varios años.

López leyó las confesiones en el penal de Ezeiza. El exfuncionario compartió el módulo N° 6 del penal de Ezeiza con Amado Boudou, Ricardo Jaime, Cristóbal López y Juan Manuel "Pata" Medina, entre otros personajes del entorno kirchnerista. Sabía que si aceptaba convertirse en arrepentido ya no podría volver a ese lugar.

El viernes era el día. Sus defensores cuidaron hasta los detalles más pequeños para no despertar sospechas. Fue citado en Comodoro Py por la abogada Pamela Bisserier Díaz, que lo representa en el juicio por los bolsos y comparte la Defensoría General con Kollmann, su abogado por los cuadernos.

Estuvieron reunidos más de tres horas en Comodoro Py para coordinar la defensa. López todavía dudaba, pero finalmente tomó la decisión. Antes de enfrentar a Stornelli, sus defensores intentaron estructurar lo máximo posible el relato, una tarea nada fácil para un hombre acostumbrado a oraciones cortas y frases secas.

López habló durante seis horas. Repitió su mate cocido y, sobre el final, volvió a sorprender cuando pidió ingresar en el programa de protección de testigos. Nunca más volverá a cruzarse con sus compañeros kirchneristas.