Las caras de la Luna
Por Daniel Ulanovsky Sack* No por conocida la frase es menos penosa: "Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer".
El lustre pertenecía a él; el trabajo de apoyo, a ella. Hoy se podría decir con cierta justicia que detrás de toda gran mujer -o de toda gran familia- hay una gran mucama . Sin ella, mucho de los logros cotidianos entrarían en crisis.
Sería facilista criticar esta situación desde una lógica radical. En una sociedad en la que la desigualdad es un signo visible , todo trabajo es una oportunidad. Pero sí parece imperativo dotar de legitimidad a la labor doméstica –en condiciones de trabajo y en sueldo– y en algo aún más hondo: conocer la intimidad de ese mundo que a la gente de clase media más acomodada le resulta ajeno.
Nos estigmatizamos con miradas que se celan y se sospechan, pero conviven y se necesitan.
En lo personal, recuerdo una situación de incomodidad superlativa . Una señora que nos habían recomendado empezó a trabajar en casa. El primer día, al irse y sin que mediase ningún gesto de mi parte, me mostró su cartera para que verificara que no se llevaba nada.
Le pedí que la cerrara, que no era quién para controlarla, que si venía a trabajar no venía a robar . Pero la situación fue incómoda: ella –honesta como tantas– daba por sentado que su rol de mucama la ponía en la obligación de invertir la carga de la prueba.
¿Se lo habrán pedido en otra casa? ¿Habrá sido un exceso de su parte vinculado a la l ógica ancestral de que el ‘patrón’ debe controlar? Me ruboricé íntimamente por pertenecer a un sector que –más allá de mi rechazo individual– daba amparo a esa noción.
El texto de Oscar Fariña ayuda a conocer la otra cara de la Luna, con sus luchas, sus sueños y, seguramente, sus miserias. Hacerlo tiene dos grandes virtudes: enriquecerse con la experiencia del otro y dar el puntapié inicial para derribar muros que potencian la desconfianza.