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Las cajas de inseguridad

Las cajas de seguridad de los bancos no aseguran nada, por lo que el Estado, con una nueva ley, debe hacer cumplir el principio constitucional de garantía de los ahorros y depósitos bancarios.

La historia es muy larga y reconoce muchos antecedentes en el país y en el exterior. Pero desde el "corralito" de 2001 –cuando se limitó el retiro de dinero depositado en los bancos a cantidades mínimas– y de la posterior devaluación salvaje de 2002, los argentinos empezaron a vivir en carne propia la triste experiencia de la brutal pérdida de poder adquisitivo de sus ingresos. A esto se sumó el empobrecimiento generalizado y la caída de la clase media, columna vertebral de la sociedad.

Dos gobiernos compartieron la responsabilidad de aquel salto al vacío: el del radical Fernando de la Rúa, por el "corralito", y el del justicialista Eduardo Duhalde, por la devaluación, aunque hay que convenir que se trató de dos etapas de un mismo proceso. Fue en aquel momento en que se lanzó la consigna "que se vayan todos". No sólo los políticos, sino también las corporaciones económicas y sindicales y la sociedad en su conjunto tuvieron una gran cuota de responsabilidad, ya que por resistirse a sucesivos planes de ajustes –como el aumento progresivo de los impuestos y la reducción del gasto público– contribuyeron al estallido de 2001-2002.

Lo cierto es que, desde entonces, quedó instalada entre los ahorristas la sensación del miedo. Muchos apostaron al dólar, pero hace años que el valor de la moneda norteamericana está estancado y rinde menos que las inversiones en pesos. Y ambos han sido largamente superados por una inflación real de entre el 25 y el 30 por ciento anual, que devora en pocos meses el valor de los aumentos salariales pactados y aplasta el de los intereses de los depósitos bancarios.

Pero el miedo está referido no sólo a la pérdida de valor de salarios y depósitos, sino a que se produzca una situación parecida a la de 2001-2002. De ahí que se haya extendido la red de cajas de seguridad bancarias, donde los ahorristas depositan dinero que supuestamente estaría más resguardado que en plazos fijos, cajas de ahorro y cuentas corrientes. Claro que, de tanto en tanto, se producen asaltos a los bancos y violaciones y robos de las cajas de seguridad, lo que hace que un simple plazo fijo ofrezca más garantía que las cajas de seguridad, ya que la entidad bancaria e incluso el Banco Central son responsables de los depósitos.

El reciente asalto a una sucursal del Banco de la Provincia de Buenos Aires en el barrio de Belgrano, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ha sido un duro golpe, no sólo a los afectados sino a todos los argentinos, que desconfían cada vez más de sus instituciones.

Hay que exigir mayor vigilancia en los bancos e inmediaciones. Pero el problema fundamental es que el Estado nacional, a través de una ley del Congreso, debe hacer cumplir a rajatabla el principio constitucional de la garantía de los ahorros y depósitos bancarios, para restablecer en plenitud la confianza en el sistema financiero.