Las barreras de una sociedad
Una sociedad que excluye, es sin lugar a dudas una sociedad empobrecida.
La forma en la que a menudo están organizadas nuestras sociedades lleva a que las personas con discapacidad tengan escasas o inexistentes posibilidades de ejercer plenamente sus derechos y como consecuencia sigan siendo excluidos socialmente.
Algunos autores plantean que una nueva forma de concebir la discapacidad es "entendiéndola como una parte natural e íntegra de la sociedad, y no como un mero estado marginal que le sucede sólo a unos pocos". También se la considera como "una dimensión esperada del ciclo de la vida".
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad plantea una nueva mirada, reconociendo a la discapacidad como un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con impedimentos y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en pie de igualdad con las demás.
Las barreras no son algo que existe de por sí, que está fuera de la sociedad, sino que son creadas, construidas, aceptadas y perpetuadas por la misma sociedad. Y la sociedad somos nosotros: vecinos, docentes, profesionales, funcionarios, los ciudadanos con distintos niveles de responsabilidades, pero con responsabilidades al fin.
Cuando un arquitecto diseña un edificio con desniveles y sin rampas su representación de las personas se basa en un estereotipo de persona joven, ágil, sin problemas de movilidad y posibilidades de subir escaleras. Cuando un ciudadano deja su auto estacionado tapando una rampa o arriba de la vereda, no tiene en cuenta que la rampa es utilizada por personas que por sus propios medios no van a poder bajar un cordón o van a tener dificultades para hacerlo, una mamá con un cochecito, un adulto mayor con problemas de movilidad o alguien en silla de ruedas o con problemas visuales. Cuando se asigna el último horario en el organigrama de una institución deportiva para la práctica de deportes adaptados se está desestimando o restando importancia a ese colectivo de deportistas. De igual forma, cuando en la escuela no se valoran otras potencialidades de los alumnos contempladas en un currículum flexible.
Las situaciones concretas son las que ponen en acción los discursos y las visiones vigentes en la sociedad, ya que "el modo en que cada sociedad piensa sus espacios sociales --como señala Patricia Brogna--, se relaciona con aquellos a los que, consciente o inconscientemente le parece correcto o natural dejar fuera". La manera de disponer las barreras físicas, actitudinales y simbólicas es un proceso social que no puede quedar fuera en el análisis de la discapacidad.
De lo que no quedan dudas es que no puede entenderse, ni pensarse la discapacidad sino en relación con el binomio persona-sociedad.
Hasta el momento mucho se ha dicho en torno a la persona con discapacidad, de hecho el modelo médico considera a la discapacidad como un problema que atañe sólo a la propia persona que la sufre, la cual requiere de cuidados médicos y debe luchar por una mejor adaptación a su medio y por un cambio en su conducta. Sin embargo poco se ha estudiado a la sociedad en esta interrelación, a sus estructuras internas que nos disponen a pensar como pensamos, a tener una determinada escala de valores, representaciones, normas y esquemas cognitivos.
El modelo social planteado por la convención invita a deconstruir, a revisar las prácticas para avanzar hacia el reconocimiento del otro como semejante, y a arribar a una concepción de la discapacidad como una cuestión de derecho, tarea poco sencilla, ya que el cambio se fundamenta en actitudes sociales y no en un mero cambio legislativo.
En consonancia con estos postulados, desde el municipio de Rosario trabajamos codo a codo con las distintas áreas (salud, educación, deporte, producción, empleo, obras públicas, cultura, gobierno, planeamiento, etcétera) porque consideramos que la discapacidad no es un atributo de la persona, sino un conjunto de condiciones que requieren la implicación de todas las instituciones del gobierno, en sus distintos niveles, con una direccionalidad política que genere accesibilidad, entendida ésta como los modos de habilitar a las personas para puedan ejercer plenamente sus derechos y decidir sobre sus propias vidas.