DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

La vivienda ¿slogan o política de Estado?

*Por Mario Fiore. El PD logró instalar el tema con una promesa que suena irrealizable, pero puso en discusión la incapacidad de la política para abordar un problema estructural.

Ya no es tan sencillo para un político mendocino prometer cosas imposibles o de compleja realización. La vehemencia de Celso Jaque hace 4 años, cuando miraba fijo a la cámara y aseguraba que en 6 meses bajaría 30% los delitos porque tenía "un mapa del delito" y los mejores expertos en el tema, está muy fresca.

Por eso ni Roberto Iglesias ni Francisco "Paco" Pérez, los dos candidatos que tienen chances de llegar al poder, se animan a lo que se animó Jaque. El costo puede ser letal porque el contrato moral que se establece con el ciudadano vuela por el aire y la confianza se torna desprecio.

El problema para los dos principales candidatos es que deben afrontar una campaña electoral que pasa básicamente por los medios de comunicación audiovisuales, donde el desarrollo de una plataforma de gobierno es imposible ya que las ideas deben ser volcadas en pocas frases; sintéticas y contundentes. ¿Qué se puede decir en pocos segundos? Una promesa lisa y llana -cumplible o incumplible- o un mensaje emotivo que corre el riesgo de caer en la abstracción más estéril.

Impedidos de formular promesas incumplibles, Iglesias y Pérez encuentran un mismo escollo: no pueden salir a plebiscitar la gestión como lo hicieron los 13 gobernadores que ya fueron a las urnas (sólo dos perdieron y los otros 11 festejaron) o la misma presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien basa su campaña en los hechos y no promete demasiado porque mete las promesas en ese amplísimo y difuso concepto de "profundizar el modelo". Iglesias no gobierna desde hace 8 años.

Pérez no puede defender abiertamente el gobierno de Jaque, a pesar de haber sido su ministro de Infraestructura hasta hace dos meses, porque la gestión del Gobernador suma más rechazos que aprobaciones en todas las encuestas. Es por eso que Iglesias busca acaparar el voto de aquellos que quieran sancionar al peronismo y salió a hacer explícito que Pérez fue recientemente ministro de Jaque.

Sin embargo, el candidato de la tercera fuerza de la provincia, el PD, no tiene estos mismos escollos que Pérez o Iglesias. Luis Rosales ya prometió realizar casas "para todos" y además salió a militar por el gobierno de San Luis, "donde sí se puede" hacer grandes obras y mejorar la calidad de vida de la gente. Pero su audacia se compadece con el famoso teorema de Baglini, ése que pregona que "el grado de responsabilidad de las propuestas de un partido o dirigente político es inversamente proporcional a su distancia al poder".

Puertas adentro, tanto el PD como el macrismo y el Peronismo Federal mendocino -los tres socios del Frente Compromiso Federal- admiten que buscan salir segundos, como sucedió en las elecciones primarias cuando Alberto Rodríguez Saá secundó a Cristina Fernández y Roberto Pradines a Guillermo Carmona en la categoría de diputados nacionales. Sin embargo, por ahora ninguna encuesta avizora esta posibilidad.

La arriesgada promesa de Rosales puso sobre la mesa un tema: el problema de la vivienda. Los radicales y los justicialistas habían sido moderados con este tema, ambos han gobernando recientemente y saben que la magia no existe. Pero con los resultados del 14 de agosto a la vista, que indicaron que la gente votó gestión más que conceptos rebuscados, los demócratas supieron leer que el reclamo de la clase media mendocina y de los sectores populares pasaba por la imposibilidad de la casa propia.

Iglesias habló de "un nuevo mapa del delito" para advertir que se trataba de una mentira; Pérez pidió que no se jugara con las esperanzas de los mendocinos. Pero Rosales logró que su propuesta fuera la más comentada de la campaña (más allá de la invitación a cortar boleta con la que insisten los radicales) y puso al descubierto un problema que no es sólo mendocino y al que por ahora cuesta encontrarle la vuelta. La Argentina tiene un déficit habitacional estructural (de décadas) y hacen falta 3 millones de viviendas nuevas, sostienen los investigadores de la Universidad Católica Argentina en el Barómetro de la Deuda Social que presentaron en agosto.

Por otro lado, las clases medias urbanas no tienen, en su futuro cercano, casi ninguna chance de adquirir una vivienda. Los Andes publicó en su edición de ayer que una familia de Mendoza necesita un salario familiar de 16 mil pesos para adquirir una propiedad de 70 metros cuadros a través de un préstamo hipotecario a 20 años.

El problema golpea más fuerte a los pobres, que toman terrenos privados o del Estado en todos los puntos del país. Escenas de una suerte de guerra de pobres contra pobres en la puja por un espacio para un techo se vieron en Soldati (el sur de la Ciudad de Buenos Aires), Jujuy y Tucumán.

Frente a un contexto complicado, por la falta de crédito y los exiguos recursos que la Nación y la Provincia destinan al tema, Pérez e Iglesias se mostraron más bien conservadores. El candidato peronista, que viene de conducir el ministerio que gerencia la política habitacional, fue moderado: prometió subsidios para la compra de lotes y generar dos fiducias para prestar dinero para la adquisición de una primera vivienda. El radica, propone 10 mil nuevas casas en 4 años y también generar herramientas de crédito.

En total, asegura que va a usar 2.400 millones de pesos en 4 años para intentar morigerar el déficit. El problema es que Mendoza tiene un faltante de 120 mil casas y para poder cubrirlo se necesitarían -si se construyen 2 mil viviendas por año, tomando un cálculo optimista pero no disparatado- sesenta años.

El sinceramiento de esta situación compleja y estructural, y por lo tanto de difícil solución, debería ser parte de una política de Estado que se tradujera en leyes y programas sustentables en el tiempo. Pero es ingenuo pedir que en medio de una campaña los partidos se pongan de acuerdo sobre cómo trabajar un tema. Menos si se trata de obras públicas, ya que históricamente el "corte de cintas" ha sido tomado por los mismos políticos como síntesis de sus logros de gestión y como herramienta para conquistar a los votantes.

Pero los malos resultados de la política habitacional de las últimas décadas -se construyeron sólo 22 mil casas en 12 años- invitaría a todos los partidos políticos a hacer un esfuerzo que trascendiera la coyuntura electoral porque el 23 de octubre dejará un gobernador electo, pero los problemas sociales de los mendocinos seguirán intactos.