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La vida es una lista absurda

A veces tengo la sensación de que la gente se divide entre las que hacen listitas y los que no sé cómo carajos hacen.

Por Cristina Wargon

@CWargon

Si una se toma el trabajo de revisarla a una de ellas, es posible descubrir la clase de vida que tenemos, nuestras manías predilectas, el grado de dependencia de los zopencos de la familia hacia una, y otros interesantes rubros psicosociológicos. A leer, reconocerse y llorar.

Comenzar con el vicio

Las candidatas a las listas somos una mezcla mortal de obsesivas, amnésicas y tentadas. Analicemos cada uno de estos adjetivos: somos obsesivas porque vivimos con la sensación de que algo nos está por faltar en el momento más inadecuado, y... ¡nos falta! Tenemos atrás años de salir corriendo a comprar sal, mientras el soufflé se nos desbarranca oprobiosamente en el horno. Acordemos entonces: más que una sensación, es una experiencia.

Al mismo tiempo, la memoria no colabora. Antes de caer en la manía de las listas, salíamos a comprar huevos y volvíamos con un jabón de tocador que también nos hacia falta... pero no ayudan con la tortilla. Al jabón le sumábamos dos docenas de vasos que estaban en ofertas, y los infaltables chocolate que una mete en el changuito, aunque hayamos pasado todo le día a mate amargo haciendo régimen. Dijera Oscar Wilde, la mejor manera de poder con una tentación, es cediendo a ella. Finalmente llega el día que con la alacena llena de vasos de distintos pelajes, con dos botellas de champagne en la heladera pero sin una mísera agua mineral, tomamos la decisión de "hacer una lista", sin saber que ingresamos en una forma de vivir o "alambrar" nuestras vidas, lo que suena mas horrible pero es más cierto.

La lista del súper

Estas se hacen antes de una compra importante y funciona también como un bozal para nuestros más desquiciados instintos. ¿Cómo resistirse por ejemplo a papeles de aluminio para envolver comidas que jamás haremos? Para poner freno a nuestra desenfrenada tentación nos agarramos a la lista con la convicción de Moisés a las Tablas de la Ley, Claro que primero hay que hacerla. La misma se confecciona sobre el primer papel que encontramos a mano. El papel generalmente se arranca de alguna parte. Con lo cual tendremos pedazos de facturas hilachentas, sobres con remitentes perdidos, y calamidades varias. Obtenido el papel se anota todo, y al llegar al súper se descubre... ¡que lo dejamos en casa!

Esto forma parte del aprendizaje, hasta que una se vuelve una obsesiva y sirve apenas como una ayuda memoria. ¿No es repugnante y matrero saber con exactitud cuántos metros de papel higiénico se usa en un mes? Cuando una comienza a memorizar esas cosas, esa libre y hermosa cabecita, tan ocupada hasta ahora en fantasías inútiles, ya está "alambrada". Exactamente como un chiquero. Así y todo, eso no es lo peor.

Si usted pertenece a la categoría "rata acumulativa" como la que suscribe, es probable que con el correr del tiempo amontone listitas dando vueltas por la casa y es allí cuando, al compararlas, podemos constatar temas que escapan a la media docena de huevos para saltar al plano existencial: ¡santo cielo!

Siempre compramos las mismas porquerías, y de pronto toda nuestra vida parece encerrada en un vil círculo de sachet de leches, detergentes, y el condenado jabón en polvo. Y por supuesto esto no termina acá, queda aún por hacer una lista de las listas, que irá cuando termine de hacer la lista de hoy.