La vida después de un trasplante
* Por Lic. Jorge A. De Gioia. Leí la carta del domingo pasado, de Maru y Sebastián Candás, y me conmovió. No sé si ellos recuerdan mi caso. Yo les escribí hace cuatro años cuando publicaron una primera carta contando su historia y las ganas de ser papás, pese a afrontar tantas dificultades.
Soy una fiel lectora de Clarín y en especial de este sección, ya que me resultan de mucho interés los temas que tratan. Leí la carta del domingo pasado, de Maru y Sebastián Candás, y me conmovió. No sé si ellos recuerdan mi caso. Yo les escribí hace cuatro años cuando publicaron una primera carta contando su historia y las ganas de ser papás, pese a afrontar tantas dificultades. Me identifiqué mucho con el caso de ellos porque soy trasplantada renal desde hace 7 años, y gracias a Dios mi vida cambió, como ahora la de este joven matrimonio.
Cuando leí aquella carta me enteré que Sebastián había sido trasplantado y yo le decía que el sueño de tener un bebé llegaría en su debido tiempo. Por eso, realmente me alegró mucho que así haya sido. Celebro la llegada de Esmeralda, su nombre, además, me parece hermoso. Yo les cuento que tengo 56 años, y que luego del trasplante renal decidí hacer el secundario. Era una deuda pendiente y ya este año lo termino, siendo nada más ni menos que primera escolta de la Bandera Nacional. Un orgullo para mí y la familia completa, mi esposo, dos hijas y yerno, esperando que pronto me hagan abuela. Maru y Seba, se los repito: les deseo lo mejor, y que Dios bendiga a esa hermosa beba.
Nélida Etchebehere
nellyetchebehere@hotmail.com
Vuelve la cuestión de buscar un trabajo
Llevo muchos domingos leyendo en esta sección sobre jóvenes, y no tan jóvenes, desempleados. Y lo son por múltiples razones. Por ejemplo, se les pide experiencia, algo imposible de tener a los veinte y pico. Y tampoco dan posibilidades de tenerla, porque son considerados "viejos" para el sistema. Pasa que, simplemente, no hay trabajo. Y se toma personal en forma temporaria, sin los beneficios que hace años si había.
Tengo 31 años, me recibí en el 2004 de Licenciada en Trabajo Social en la Universidad de Luján, luego trabajé tres años realizando la residencia en Salud, para la cual tuve que concursar. Eso me brindó una especialidad en Salud: soy Perito Judicial y realicé la Capacitación Docente. Hoy estoy realizando una suplencia docente. ¿Luego, qué? ¿Dónde quedaron la estabilidad laboral, la bendita obra social, los aportes jubilatorios? Tengo un buen currículo, con experiencia, pero hoy no trabajo de mi profesión ya que mi capacitación no cuenta: no tengo "guinche" político y el "acomodo", más en este año electoral, es lo que te brinda posibilidades para algunos ámbitos.
Además de ello, el mercado laboral hoy está globalizado, al punto de que te contratan por 3 o 4 meses y luego te lo renuevan. O no: debés ser monotributista, tu sueldo apenas supera las 4 cifras y no tenés ni aportes, ni vacaciones, ni licencias. Hoy, y bajo estas condiciones, día que no trabajás, día que no cobrás.
Contrario a lo que planteó la doctora Eleno en su reciente carta, con eso de que "no ve ganas de trabajar" en los jóvenes profesionales, yo quiero un trabajo bien remunerado, con todos los beneficios y que mis años de estudio sean valorados. Lamento pensar que la generación de profesionales a la que pertenezco hoy no tiene esas posibilidades.
Lic. María Guadalupe Lando
MERCEDES, PCIA. DE BUENOS AIRES
mariaguadalupelando@yahoo.com.ar
Hace tiempo que leo en Clarín lo que pasa con los profesionales jóvenes que no consiguen trabajo y como se los desmerece. Pero no se habla mucho de los mayores como yo, hoy de 62 años. Soy licenciado en Ciencia Política y Gobierno en la Universidad Nacional de Lanús, hace tres años, con dos libros de investigación escritos y publicados y a punto de finalizar una maestría en Políticas Públicas y Gobierno. Sin embargo, no he conseguido ni siquiera ser ayudante de cátedra en la misma Universidad en que me formé.
¿Por qué? No sólo es por la edad: ofrecida la ayudantía de cátedra, posteriormente se me dijo que estaba cubierta. La razón fue la lectura de mis dos libros, cuyo pensamiento crítico se interpretó como un texto contra el Gobierno y eso cerró la primera puerta; la segunda fue la Universidad Nacional "Arturo Jauretche", recién creada. Mandé mi currículum, pero ya tenía el "paquete atado": más de 140 docentes nombrados sin concurso público y políticos locales que se venden al mejor postor, sin título universitario, habían logrado cargos en la misma.
Ni hablar cuando a mi edad se intenta participar en una beca de investigación. Dos cuestiones son claves para mi caso. Uno, hay un pensamiento que quiere ser único, no acepta disensos y allí cierra la primera puerta; la segunda es la corrupción, la del "paquete atado" es una forma de imposición de "más de lo mismo". No hay "usinas de pensamiento", hay uno solo y a él hay que adaptarse.
Lic. Jorge A. De Gioia
jorgeadegioia@gmail.com