La verdadera inmunidad
La explicación pública aludió a la necesidad de preservar la imagen del cuerpo, evitando convertirlo en escenario para los dislates de un irresponsable, pero a los protagonistas del pacto de silencio en torno al escándalo del diputado Luis Barrionuevo, oficialistas y opositores, les inquieta menos el prestigio institucional -bien raído gracias a ellos, por otro lado- que sus propios cueros.
El FCS había anunciado que reimpulsaría el desafuero de Barrionuevo luego de que éste se enfrentara en un confuso y escandaloso incidente con un policía remisero, al que apuntó con un arma de fuego. Enterado de las pretensiones de destituirlo, Barrionuevo atribuyó el incidente a complots montados por el oficialismo para perjudicarlo y anunció que revelaría en la sesión del miércoles detalles de la tragedia de la Alcaidía comprometedores para el Gobierno.
Esta advertencia del galeno debería haber generado la inmediata exigencia de sus pares legisladores para que ponga a disposición de la Justicia los datos que aseguraba conocer sobre el controvertido caso, que costó la vida a cuatro adolescentes. Pero los diputados entendieron bien lo que era, en realidad, un mensaje encriptado, que después el mismo emisor Barrionuevo se encargó de clarificar para evitar cualquier confusión.
En las 48 horas previas a la sesión, Barrionuevo se dedicó a hacer circular en los pasillos de la Cámara baja información reservada sobre viáticos, designaciones, ascensos, pases a planta permanente y favores de varios diputados a familiares, amigos, entenados y afectos. El contenido del "dossier" barrionuevista tenía dos inconvenientes: era explosivo, por un lado, y sus datos eran ciertos, por el otro. Con dos períodos a cargo de la Presidencia de Diputados, Barrionuevo tiene en su poder un valioso capital que le garantiza la permanencia en la banca hasta el cese de mandato, en diciembre, si es que no le sirve, además, para abrirse nuevos horizontes políticos.
Cuando se enteraron de la delicada mercadería que Barrionuevo traficaba, un escalofrío recorrió el espinazo de los diputados. Con los antecedentes del personaje, fácil era concluir que cualquier chispazo en la sesión bastaría para desencadenar un torrente de revelaciones de tipo personal muy difíciles de justificar. De ahí el consenso unánime para no tocar el desafuero de Barrionuevo y dejarlo en paz. El sujeto ha encontrado el secreto de la inmunidad parlamentaria perfecta, de una eficacia superior a los fueros: el conocimiento de las miserias de sus colegas legisladores. Con la amenaza de publicitar información comprometedora, los tiene a todos en un puño.
Por eso se lo vio tan divertido y relajado en la sesión del miércoles, donde finalmente nadie le dijo nada, aunque él se permitió, en un gesto de impunidad total, disparar nuevos dardos hirientes hacia el radicalismo y el Gobierno, atribuyéndose además un papel principal en la caída del FCS, de la que se considera uno de los "artífices". Jugado, a Barrionuevo no le importa nada y no tiene inconvenientes en decir cualquier barbaridad. Eso es cierto. Pero no es menos cierto que son varios los diputados cuyo accionar está condicionado por conductas poco enaltecedoras que el ex presidente de la Cámara conoce muy bien y, perdido por perdido, sin ningún escrúpulo que lo contenga, está dispuesto a ventilar. Los diputados le tienen mucho miedo a la lengua barrionuevista.