La verdadera historia del encuentro secreto entre Alfonsín y Santucho
En septiembre de 1975, el líder del PRT-ERP había recibido información precisa sobre la fecha del golpe contra el gobierno de Isabel Perón.
-Va a manejar él - dijo Raúl Alfonsín señalando a Raúl Borrás.
-No, mire Raúl, él no va a manejar. Va a manejar el compañero nuestro y ustedes van a ir "cerrados", ustedes no van a saber adónde van - le respondió Manuel Gaggero.
Corría un viento fresco por la avenida Acoyte, en el barrio porteño de Caballito, esa mañana de mediados de septiembre de 1975. La primavera, cercana en el calendario, parecía estar muy lejos con ese frío que helaba la sangre, casi como un anticipo de la catástrofe que se avecinaba.
Desde principios de junio de ese año, Mario Roberto Santucho y el resto del buró político del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) sabían que civiles y militares preparan un golpe contra el desgastado gobierno de María Estela Martínez de Perón. La información la había obtenido Juan Manghini, contador igual que Santucho, curtidos en los sindicatos azucareros de Tucumán. Manghini, un duro y de porte imponente, era el responsable de inteligencia del PRT-ERP a quien todos conocían como el Capitán Pepe.
El dato venía de la mano de Rafael Perrota, director del diario Cronista Comercial, un hombre con muy buenas relaciones con el poder económico que informaba a la organización revolucionaria.
Un aviso de golpe
Para septiembre, el frente legal del PRT había quedado muy reducido: ya habían disuelto el Frente Antimperialista por el Socialismo (FAS) y el Movimiento Sindical de Base (MSB), sus apuestas más fuertes de superficie, debido al estado de sitio y a la acción de la Triple A.
Lo que había quedado de aquellas experiencias legales eran los contactos con los partidos políticos tradicionales y con dirigentes sindicales combativos. Dado que el PRT estaba lejos de simpatizar con el peronismo y Santucho venía de familia radical, tenía por Alfonsín un especial respeto: no solo por sus diferencias con Ricardo Balbín sino porque el programa de Renovación y Cambio -la agrupación creada por Alfonsín- tenía un programa con contenidos casi revolucionarios.
Manuel Gaggero -ex director del diario El Mundo, ya clausurado por el gobierno- era el encargado de hace los contactos y Eduardo Merbilhaá, el secretario del buró político que utilizaba el nombre de Alberto Vega, le bajaba la línea.
Gaggero se entendía bien con Merbilhaá, aunque no dejaba de sorprenderle que ese muchacho inteligente, casi abogado, que venía de una familia acomodada de La Plata, con una rama de estancieros de la pampa húmeda, se comiera deliberadamente las eses y usara modismos propios de las barriadas obreras.
-Mirá, hermanito, tenemos que hablar con Alfonsín, con Alende y con otros dirigentes de los partidos democráticos. Les tenemos que avisar que el golpe ya tiene fecha precisa y que estamos dispuestos a proponer un armisticio y a armar un Frente Antigolpista con ellos- le había encargado unos días antes.
El armado del encuentro
Ganguero puso manos a la obra y pocos días después fue a ver a Alfonsín. No le costó trabajo verlo. "Con Alfonsín veníamos reuniéndonos cada quince días para hablar de la situación política. Siempre me recibía bien, con mucha cordialidad, y eso que yo ya estaba en la clandestinidad. Por aquella época, a diferencia de Balbín, siempre mostraba interés por lo que pensaba el PRT", recuerda a Infobae casi 44 años después para Infobae.
-Mire, Raúl. Tenemos información que queremos participarle y Santucho quiere hablar con usted- le dijo Gaggero cuando se encontraron.
-Yo no tengo ningún problema- respondió Alfonsín y preguntó: - ¿Puedo ir con dos amigos?
-¿Con quiénes?- quiso saber el hombre del PRT.
-Con Borrás y Amaya- respondió el radical.
-Sí, por supuesto.
La elección de Raúl Borrás y Mario Abel Amaya dio confianza a Gaggero. Alfonsín iba a ir bien acompañado, con gente de mentalidad abierta.
"Borrás era un viejo amigo del viejo Pujals, el padre de Luis (militante del PRT), mi cuñado, y era de Pergamino. Un tipo muy afectivo, que había tenido una actitud muy valiente cuando secuestraron a Luis en el 71 (Luis Pujals sigue desaparecido. Borrás había sido muy solidario. Con Mario Amaya teníamos una relación muy estrecha. Yo lo visitaba permanentemente. Él era como un compañero, digamos. Ahí nomás fijamos la fecha", relata Gaggero a Infobae.
Con los ojos cerrados
A las diez de la mañana del día fijado, Manuel Gaggero y Eduardo Merbilhaá esperaron a Alfonsín y sus acompañantes en una esquina de Acoyte antes de llegar al Parque Centenario. Los radicales llegaron puntuales, como Manuel les había recomendado, por razones de seguridad.
Gaggero recuerda la escena: "Llegaron, bajaron del auto y nos saludamos muy afectivamente. Ahí les presenté a Merbilhaá, como Alberto Vega, y les dije que él iba a manejar y que ellos iban a tener que ir cerrados. Al principio, Alfonsín se sorprendió, pero cuando les expliqué que era una medida de seguridad no sólo para nosotros sino también para ellos, por si alguna vez los interrogaban, lo entendió".
-Bueno, si es así no hay problema, Manuel. Vamos - dijo Alfonsín.
Subieron los cinco al auto, con Merbilhaá al volante, que empezó a dar vueltas mientras los otros mantenían la vista baja. Unos minutos después, Manuel se bajó.
"Yo estaba encargado de armar todo, pero no iba a participar de la reunión, no me correspondía. El encuentro fue en una casa de la zona Oeste del Gran Buenos Aires, donde vivían unos compañeros. Por supuesto, yo no conocía el lugar. Ahí había una pequeña guardia de seguridad y estaban esperando Santucho y otros dos miembros del buró político del Partido, Benito Urteaga y el Gringo Domingo Mena. Ellos tres, más Eduardo Merbilhaá, fueron los que participaron de la reunión con Alfonsín, Borrás y Amaya", relata Gaggero.
El saludo entre los radicales y los guerrilleros
En los días siguientes, Manuel pudo reconstruir parte de lo ocurrido en el encuentro a través de los relatos de Merbihaá, Alfonsín y Amaya.
El lugar era una casa baja, muy sencilla. Adentro, Santucho, Mena y Urteaga los esperaban junto a unos sillones de cuerina, con el mate apoyado en una mesa ratona. Alfonsín estiró la mano con mucho oficio.
-Yo creo que no nos habíamos visto antes, pero hay varios Santucho radicales...
Santucho retrucó enseguida.
-Mi abuela Teodora fue seguidora de Alem desde el primer disparo de la Revolución del Parque, doctor, y mi padre también fue radical.
Borrás saludó familiarmente a Urteaga, cuyo padre había sido puntero en San Nicolás. Además, antes de incorporarse al PRT, Benito había militado en el radicalismo y era uno de los jóvenes que había estado en las escalinatas de la Casa Rosada cuando Pistarini derrocó a Illia en el 66. Borrás se lo explicó a su jefe.
-El amigo también supo ser correligionario hace unos años...
El recuerdo de Merbilhaá
Más tarde, Merbilhaá le hizo a Gaggero una síntesis de lo que habían conversado.
-Los radichetas escucharon muy interesados. El Negro (Santucho) les hizo un informe completo de la situación del gobierno en base a los datos de inteligencia. Les hablo del golpe que se viene. A Alfonsín lo impresionó una información acerca de una reunión en la que estuvo la esposa de Videla, después de aquella vez que la Chabela habló con una capa y un sombrero... La mujer de Videla estaba indignada porque decía que se quería disfrazar de militar, pero que eso se iba a terminar pronto, que su marido iba a ser presidente y que se iba a terminar esa payasada. Además, el Negro (Santucho) le dijo que si el campo popular no se unía y lo frenaba, el golpe se iba a hacer a mediados de marzo, cuando terminan las licencias de toda la oficialidad.
Santucho, según Alfonsín
Unos días después, Gaggero volvió a visitar a Alfonsín, que se mostró satisfecho con la reunión y reconstruyó lo que recuerda de lo transmitido por el jefe de Renovación y Cambio: "Estoy totalmente impresionado, la claridad y el enfoque del análisis que tiene Santucho, nos expuso todo con lujo de detalles toda la información que habían recibido. Por otra parte, me parece un acto de generosidad de parte de ustedes el hecho de interrumpir la lucha armada en aras de un entendimiento y de denominadores comunes. De manera que si ustedes y el resto de los grupos armados suspenden el accionar podríamos intentar las coincidencias básicas para salir de esta situación.
Más de cuatro décadas después, Gaggero vuelve sobre aquel encuentro. "A Raúl le pareció bárbara la reunión. Unos días después lo fui a ver y me reiteró la claridad que tenía Santucho y, sobre todo, el trato, que era muy amable. Me lo describió como un tipo humilde, le había caído muy bien. Conmigo, en ningún momento, Alfonsín, cuestionó la actividad armada. Él no estaba de acuerdo, por supuesto, pero tampoco hizo eje en eso. En el fondo -esto es una interpretación personal- los radicales sentían más simpatía por nosotros (el ERP) que por los Montoneros, porque ellos eran peronistas y nosotros no", cuenta.
Alende, Sueldo y Alberte
Durante todo septiembre, Manuel Gaggero trabajó febrilmente en el armado de otras reuniones de dirigentes de los partidos democráticos con Santucho y otros miembros del buró político del PRT. En pocos días, Santucho se reunió con el mayor Bernardo Alberte -que había sido delegado personal de Juan Perón-, con Horacio Sueldo -fundador del Partido de la Democracia Cristiana- y con el líder del Partido Intransigente, Oscar Alende, que había sido gobernador bonaerense en tiempos de Arturo Frondizi.
"Con Alende fue más fácil. Yo lo visitaba semanalmente y él sentía una gran simpatía por nosotros, por el Partido, un gran respeto a la militancia. Con el Partido Intransigente habíamos hecho varios acuerdos. Incluso hicimos un acuerdo para que muchos militantes del PRT entraran a las filas intransigentes. Ahí podían moverse con una cobertura legal. O sea que había una relación estrecha", relata Gaggero a Infobae.
En los meses que siguieron, la preparación del golpe no se detuvo y el gobierno de María Estela Martínez de Perón apostó a incrementar la represión estatal y paraestatal. En poco tiempo, la propuesta del PRT de formar un frente antigolpista se fue desvaneciendo: era impracticable. Todos los dirigentes políticos sabían que el golpe no se iba a frenar.
Casi 44 años después, Manuel Gaggero vuelve a aquellos días.
"Estas situaciones eran medio increíbles, que dirigentes de la talla de Alfonsín vinieran sin ningún problemas a reunirse con el Negro. Evidentemente había una confianza. Imaginate, una reunión con Santucho, el hombre malo, el perseguido, el más buscado", dice.
Una voz radical
El periodista y escritor Oscar Muiño -autor de Alfonsín. Mitos y verdades del padre de la democracia-, fue consultado por estos cronistas y se remitió a una frase textual de su reciente libro La guerra de los Cien Años. Revolución, martirio y resurrección del movimiento estudiantil.
-Los vínculos del PRT con el radicalismo permiten vías abiertas. Luis El Colorado Menucci (dirigente de La Plata, junto a Sergio Karakachoff y Federico Storani) recuerda una reunión en la que "el único no radical era (Enrique) Gorriarán Merlo. Uno de los que llevaba la relación con el PRT era (Luis) Changui (Cáceres) y se juntaba cada tanto. Una vez -dice Menucci- yo lo acompaño al Changui y vamos a verlo a Alfonsín con dos de los jefes del PRT, Merbilháa y Urteaga. Alfonsín estaba incómodo, molesto. Para aliviar la cosa, le habla a Benito Urteaga -el segundo de Santucho- del padre, que había sido diputado radical. Urteaga le contesta: Sí, tenemos tanta relación que al ERP casi le ponemos Ejercito Radical del Pueblo. A Raúl no le hizo nada de gracia".