La unidad sigue estando lejos
* Por Fernando Laborda. La única buena noticia que la deserción de Julio Cobosle puede deparar a la oposición es que, desde ayer, ésta tiene un candidato presidencial menos.
El abandono del vicepresidente de la Nación en la carrera electoral descongestiona levemente el escenario de las fuerzas no oficialistas, pero la forma en que se produjo de ninguna manera facilita la convergencia.
Los lentos tiempos de Cobos no sirvieron para la construcción del liderazgo político que, a mediados de 2008, pareció asomar desde el recordado "voto no positivo" que sepultó en el Senado la polémica resolución 125 sobre las retenciones al campo.
La decisión de Cobos que se conoció ayer era esperada tarde o temprano. Sin embargo, no se produjo de la manera más deseable para el radicalismo. Sonó como un portazo ante la controvertida determinación del comité nacional de la UCR, presidido por Angel Rozas, de proclamar a Ricardo Alfonsín como candidato del partido sin esperar a las primarias abiertas del 14 de agosto.
Cobos aclaró que él es "respetuoso" de las decisiones orgánicas de la agrupación. Pero esas palabras pierden sentido frente a otras: "Me cerraron las puertas. El radicalismo valora más a los extrapartidarios que a los propios", afirmó. Fue una referencia implícita al apuro de los alfonsinistas por cerrar un acuerdo con el socialismo de Santa Fe.
En la UCR conviven hoy dos proyectos. Uno, liderado por el alfonsinismo, privilegia el armado de la alianza con los socialistas y con el GEN de Margarita Stolbizer, al tiempo que se entusiasma con la posibilidad de sumar al Proyecto Sur, de Fernando "Pino" Solanas.
Coalición más amplia
El otro, en el que coinciden Ernesto Sanz y el propio Cobos, plantea una coalición más amplia y sin prejuicios ideológicos, que pueda integrar, además de los aliados naturales, al Peronismo Federal, incluyendo a Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires, y sin descartar siquiera a Mauricio Macri. "Hay que armar una coalición competitiva para ganarle al kirchnerismo y no para perder por lo menos posible", explicó a La Nacion un allegado a Sanz.
Cómo convivirán ambos proyectos en el seno del radicalismo sin una ruptura es un misterio. Los partidarios de la coalición más grande, cerca de Sanz, descartan la fractura y albergan esperanzas en que la realidad de los números, netamente favorables al kirchnerismo, sea a la larga más persuasiva que las ataduras ideológicas. Cobos, en cambio, no parece tan convencido: "Es muy difícil que un partido que se cierra hacia adentro se abra hacia afuera", sugirió.
La expectativa de máxima que había lanzado Macri el fin de semana último, y que compartirían Sanz, Cobos y Eduardo Duhalde, de una candidatura presidencial unificada sigue luciendo como una hipótesis remota. La negativa pública de Ricardo Alfonsín a constituir "una nueva Unión Democrática o una alianza entre quienes piensan diferente" y las advertencias de Elisa Carrió, en el sentido de que "jamás estaría con grupos corruptos o con narcos", terminaron por despachar la teoría de la unidad al terreno de las utopías. La unidad pareció dividir a la oposición más que nunca.
Entretanto, el kirchnerismo disfruta desacreditando los intentos de "rejuntado" de la oposición y trae a la memoria de la ciudadanía el fracaso de la Alianza UCR-Frepaso que llevó a Fernando de la Rúa a la Casa Rosada en 1999. Pese a eso, el oficialismo no pierde el tiempo y teje acuerdos con dos de las figuras más denostadas de los años 90: Carlos Menem y Ramón Saadi.