La tercera muerte de Federico, el padre de María Cash
No fue una muerte más la del papá de María. Lo mataron de a poco y ya no se habla de su accidente.
La desidia policial y de la Justicia es una forma de asesinar a toda una familia, pero sobre todo a un padre desesperado. A Federico Cash lo mataron por primera vez cuando la tierra se tragó a su hija María. Y ya sabemos que la tierra no se traga a nadie, sólo es una forma de relatar que desapareció cuando de repente su familia no supo nada de ella.
De no haber sido por obra del azar, también "la tierra se hubiera tragado" a Ángeles Rawson.
Federico Cash después de su primer deceso fue recibiendo los tormentos de chocarse una y mil veces con los enormes muros de la indiferencia de las autoridades que deberían haber buscado con más precisión de la que pusieron en ubicar el paradero de María.
Siempre hay imbéciles -a los que mal se denomina bromistas-, que juegan con el dolor familiar aportando datos falsos y burlándose de la desgracia ajena. Los que obran así ya tendrán su karma, los castigos que el destino, Dios, el Universo o como más te guste llamarlo, porque si hay algo seguro es que el castigo por esa barbarie se paga en esta vida. No sabemos qué ocurre tras la muerte de esos imbéciles, pero que todo se paga en esta vida lo demuestran millones de ejemplos que cualquiera de nosotros puede corroborar a través de la existencia.
Pero aún así con datos falsos quienes no pueden mirar hacia otro lado son las autoridades a quienes la sociedad les paga el sueldo para que hagan lo imposible para detectar el paradero de una persona desaparecida.
Si aún así no pudieran encontrarla (hubiera ocurrido con Ángeles sino no fuera por ese azar), al menos estaríamos conformes con que realizaron el esfuerzo sobre humano que requiere la circunstancia.
Pero no fue el caso de Federico Cash, quien tuvo que remover cielo y tierra frente a la inexplicable abulia de policía e investigadores judiciales. Esa fue la segunda muerte de Federico. La tortura de ser él quien siguiera cada detalle -válido o no-, sin tener la experiencia del caso ni los medios económicos para hacerlo.
Dejó todo, se empobreció por seguir alguna huella que lo llevara al paradero de su hija. Hizo lo que tendría que haber hecho el Estado y ahí lo encontró la tercera muerte en la ruta 152, en La Pampa.
Justo el mismo día falleció Norma Pons y los medios se ocuparon más de la brillante actriz que del padre de María. Ahí no sólo fue muerte sino también olvido. La noticia del accidente fue opacada o puesta en un segundo lugar y después no hubo retorno para seguir mencionando a María Cash y su padre fallecido en la ruta.
Ya será difícil restablecer algún dato sobre la joven presuntamente desaparecida en el Norte. Así como parece extraño que se sepa o recupere a Marita Verón, también con María Cash parece poco probable que sepamos algo.
Ni jueces, ni fiscales, ni policías ni organismos de derechos humanos lo ayudaron en su incesante búsqueda. Por eso decimos que murió tres veces Federico Cash. Y seguirá muriendo mientras se continúe sin investigar su caso.
Todos nosotros morimos mil veces frente a la indolencia y despreocupación que provocan casos como el de María Cash y Marita Verón y la desidia del Estado frente a estas situaciones.
Federico Cash murió tres veces. A nosotros nos matan de a poco, nos cocinan a fuego lento mientras vemos impotente que no todos los desaparecidos en las últimas décadas de la historia argentina son iguales.
"¿Y porqué es que se desaparecen? Porqué no somos todos iguales", canta el panameño Rubén Blades en su tema sublime, "Desapariciones". Todos estaban viendo la telenovela, por eso nadie miró pa` fuera, dice la misma canción.