La relación entre la Presidenta y Hugo Moyano
Por Mariano Grondona* Aunque rechazó la invitación que Hugo Moyano le había formulado para presidir el acto de ayer en la avenida 9 de Julio, Cristina Kirchner procuró compensar este aparente desaire por tres vías.
Utilizó como elegante excusa, por lo pronto, la necesidad de honrar la memoria de Néstor Kirchner en Santa Cruz, al cumplirse seis meses de su muerte. Envió además un breve mensaje escrito, que fue leído ante la multitud antes de que hablara Moyano. Finalmente, el contenido del mensaje de la Presidenta coincidió con el discurso que pronunció Moyano, quien durante cuarenta minutos vino a glosar los conceptos presidenciales en torno de un argumento maniqueo común a ambos que podría resumirse así: con Kirchner renació la patria porque antes de él, con excepción de Perón, había predominado la antipatria.
De esta manera, Cristina y Moyano salvaron las formas, pero dejaron abierto un interrogante esencial: ¿cuál es la relación verdadera entre la primera magistrada y el primer sindicalista? Quizá nos ayude a definir esta ambivalente relación el título que el pensador francés Raymond Aron utilizó cuando le tocó describir otro vínculo ambivalente, el de los Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Aron dijo entonces que los norteamericanos y los soviéticos eran hermanos-enemigos porque, si de un lado Washington y Moscú estaban en cierto modo asociados por compartir el manejo del orden mundial, del otro lado combatían uno contra el otro. Como se recordará, en tiempos de la Guerra Fría prevaleció en los Estados Unidos la doctrina del diplomático norteamericano George Kennan a instancias de la cual su país debería limitarse a "contener" a la Unión Soviética sin agredirla militarmente porque, siendo el comunismo un sistema insostenible, el tiempo trabajaría contra él. Este pronóstico se cumplió finalmente en 1991, cuando la Unión Soviética se disolvió no ya por un ataque externo sino por "implosión", de adentro hacia afuera, por no poder disimular por más tiempo sus contradicciones internas pese a Gorbachov. Ajustando esta historia internacional a nuestro contexto, ¿nos sirve la metáfora de los "hermanos-enemigos" para explicar lo que sucede hoy en la Argentina a la luz del acto sindical de ayer?
Cuestión de género
Si bien ambos pretendían en común el poder, ya se empieza a vislumbrar, a seis meses de la muerte de su marido, que Cristina no es Néstor. Es que, en tanto que éste actuaba como lo hacen los hombres, Cristina actúa en cuanto mujer. Néstor atacaba frontalmente. Cristina actúa con sutileza. Véase si no cómo está manejando el desafío de ese otro "machista" que es Hugo Moyano. Este ha planteado, desde que Cristina quedó sola, que él también quiere el poder. Como su meta es llegar al poder recién en 2015, cuando termine el próximo período presidencial que podría protagonizar Cristina, lo que intenta Moyano es avanzar paso por paso en procura de su ambición sin romper en el camino la asociación que por ahora mantiene con su "hermana-enemiga". La aspiración de máxima que alienta en 2011 el líder sindical es promover a sus propios seguidores no sólo en las listas de los candidatos a diputados ni sólo en los puestos de comando del Partido Justicialista que en parte ya posee en la provincia de Buenos Aires, sino hasta en la fórmula presidencial que encabezará Cristina, imponiéndole la candidatura vicepresidencial de Héctor Recalde.
Cristina, por su parte, tiene un dilema. No ataca frontalmente a Moyano, como si ella fuera un hombre, porque no puede darse el lujo de movilizar en su contra las huestes sindicales, que podrían alterarle las calles aún más de lo que están. Pero tampoco puede permitir que la osadía "machista" de Moyano crezca a un punto tal que los votantes de la clase media -el 52 por ciento de los argentinos-,que detestan a Moyano, le negaran a ella todo apoyo. En la reciente elección de Salta, el candidato al que respaldaba Moyano llegó último lejos, lo cual incitó a declarar al triunfante gobernador Urtubey, un típico representante del "semikirchnerismo" de clase media, que "Moyano es un piantavotos". Si, para ilustrar la puja entre Hugo y Cristina, recurriéramos a la metáfora de dos gladiadores del circo romano, tendríamos que decir que, mientras el brutal gladiador Hugo usa la maza porque cree en la fuerza, la sutil gladiadora Cristina usa la red para envolver a su impetuoso adversario hasta asfixiarlo sin herirlo.
El acto de ayer
Para analizar este contraste entre la maza machista y la red femenina, nada mejor que analizar los pormenores del acto de ayer. Cristina no podía refrendar el acto de Moyano con su presencia, so pena de sufrir la fuerte desaprobación de la clase media, pero tampoco podía agredir al líder sindical mediante un rechazo abrupto de la invitación que éste le había formulado. ¿Qué hizo entonces? Como hace sólo tres días se cumplieron seis meses de la muerte de Kirchner, se fue a Santa Cruz a exaltar su memoria, ofreciéndole a su "hermano-enemigo", de paso, el "premio consuelo" de una elegante excusa escrita. Y así seguirá envolviéndolo a Moyano en su red, con "una de cal y otra de arena", sin que ningún gesto, ya sea amistoso u hostil, pueda ser tomado como definitivo.
Pero así como, pese a la estrategia de George Kennan, los Estados Unidos nunca dejaron de pensar que su "hermano" soviético era al mismo tiempo su enemigo, el sentimiento profundo de Cristina es que en la Argentina no podrá convivir indefinidamente con Moyano, ya que, si ambos quieren el trono del poder, éste admitirá solamente a una persona. Caín o Abel. Políticamente, alguno de los dos tendrá que morir.
A esta disyuntiva habría que añadir que la índole femenina de Cristina la lleva a aborrecer en su intimidad lo que representa el "macho" Moyano. Su desafío táctico es mantener ante él una imagen de hermandad, mientras teje su red. Y así como Kennan aconsejaba contener al poder soviético hasta que al fin se manifestaran sus propias contradicciones, del mismo modo el objetivo de la Presidenta es contener a Moyano por el tiempo que sea necesario para que, sin sobresaltarlo prematuramente, éste encuentre su destino final en el pronunciamiento de la Justicia. Lo cual implica un camino sinuoso, arriesgado, porque el líder sindical podría estallar, un día, antes de tiempo.
El dueño de la maza y la dueña de la red pugnan al borde de un abismo peligroso para ambos. Que la situación es inquietante se advirtió el jueves 17 de marzo cuando Moyano, irritado al extremo por creer que la indagatoria judicial que le venía de Suiza era obra indirecta de Cristina, la amenazó con un paro y una manifestación hostiles debajo del balcón de la Casa Rosada. Pero el hombre de la maza anuló en pocas horas su intento al comprender justo a tiempo que la red podría envolverlo. Y ésta es la ventaja de Cristina sobre su "hermano-enemigo": el ímpetu que a Hugo a veces lo enceguece frente a la frialdad calculadora de su rival.
La alusión a Caín y Abel que venimos de proponer podría inducir a error. Si en el relato bíblico Caín fue el "malo" y Abel, el "bueno", ¿a cuál de los "hermanos-enemigos" de nuestro tiempo le asignaremos una ventaja moral? Lo que no es bueno en la Argentina actual es el debilitamiento de nuestra temblorosa república democrática y el fortalecimiento del despotismo. Siendo ambos despóticos, ni a Cristina ni a Hugo les corresponde la pureza de Abel. Pero un tercer protagonista, la oposición democrática, aún brilla por su ausencia, invitándonos a recordar que, como enseña la Biblia, los buenos también pueden perder.