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La reforma de la Justicia busca consolidar un nuevo régimen

* Por Ricardo Kirschbaum. El kirchnerismo se quiere quedar en el poder. Para eso impone la "reforma judicial".

Nota extraída del diario Clarín

El kirchnerismo se quiere quedar en el poder. Para eso impone la "reforma judicial", un conjunto de iniciativas cuyo objetivo es garantizar que las maniobras políticas para intentar que Cristina pueda seguir en la Casa Rosada sean avaladas por la Justicia. La "democratización" viene sin debate y sin consenso. Y, según sus voceros más empinados, llega para quedarse 100 años. Calculemos: semejante horizonte no tiene otra explicación que la aplicación del principio hegemónico. Contra esas sombras, según el increíble relato oficialista, el Gobierno dice que libra batallas cuando en realidad está imponiendo un nuevo régimen.

Es tan grosera la manipulación que no alcanza con decir que hay una paradoja entre el relato y los hechos. Al igual que la ley de medios, en la que las promesas y los principios que decían que la sustentaban nada tuvieron que ver con su verdadera naturaleza de control de la información, esta "reforma" envuelve en un elegante papel de regalo el autoritarismo que emana de los proyectos. Salvo incautos o algunos que se hacen adrede los distraídos pueden creer que al oficialismo lo animan principios democráticos y que estos proyectos tienden a mejorar la institucionalidad. Por el contrario, esta avanzada certifica el carácter hegemónico de una facción política que está a punto de controlar todos los poderes del sistema democrático.

Con la ley de medios, el oficialismo logró subordinar al 80 por ciento de los medios en la Argentina. Esto es por la vía directa – utilizando toda la red estatal como si fuera partidaria– o indirecta, mediante el otorgamiento o no de la publicidad estatal. Luego agregó, con la complicidad empresaria, un inédito e ilegal boicot publicitario privado sobre los medios que todavía resisten a esta concepción totalitaria. Y están dispuestos a traspasar todos los límites para subordinar al periodismo.

Como la Justicia les ha puesto trabas a esos propósitos, el oficialismo ha decidido que es hora de terminar con esa osadía y poner a todos los poderes en sintonía: un cerrado presidencialismo con un gobierno en el que los ministros deben pedir permiso hasta para saludar, un Congreso que sólo es un paso burocrático y formal de los proyectos que Cristina envía y, en el futuro, un Poder Judicial que legalice todo lo que el oficialismo haga. Por ejemplo, lo que se está tramando para tratar de reformar la Constitución para permitirle a la Presidenta seguir en el poder.

Todo esto ya lo hicieron en Santa Cruz. Ahora lo están implantando a nivel nacional. Cada vez más lo que se está construyendo es un régimen hegemónico, en el que la democracia es un papel de regalo que envuelve su carácter autoritario.