La primera intendente
*Por Miguel Angel De Marco. Rosario será testigo de un acontecimiento institucional inédito en su historia. Por primera vez una mujer asumirá el cargo de intendente municipal desde que esta función se iniciara como tal en 1883, con la elección de Octavio Grandoli.
Son múltiples las aristas que se desprenden de este hecho, relacionadas con la consolidación de la democracia, la evolución de la política provincial, la consolidación de una determinada gestión municipal y el contexto histórico internacional y nacional favorable a dar un voto de confianza a las militantes mujeres, que por ejemplo ha llevado a la reelección de una presidenta como Cristina Fernández de Kirchner, y que en la ciudad de Montevideo, una intendenta electa suceda a otra en el 2010.
Los intendentes de Rosario fueron "electivos" desde 1883 hasta 1890, cuando la reforma de la Constitución provincial de ese año otorgó al Poder Ejecutivo de la provincia la facultad de designarlos. A excepción de la gestión de Hugo Roselli, en funciones desde 1934 a 1935, gracias a la fugaz aplicación de la Constitución provincial de 1921, los rosarinos no pudieron volver a votar a su propio intendente hasta la aplicación de la Constitución provincial reformada en 1962 un año más tarde: en 1963 asumió como intendente municipal electivo Rodolfo Bercovich. Un nuevo golpe de Estado reasignó al Poder Ejecutivo la designación del intendente municipal, hasta que con la vuelta de la democracia en 1973 se posibilitó la elección popular de Rodolfo Ruggeri, que al igual que Bercovich pudo gestionar durante tres años, sin concluir sus mandatos.
En 1976, la dictadura militar otorgó a los sucesivos gobernadores de facto la facultad de designar a los intendentes de Rosario. Es decir que tan trascendental figura institucional, la del intendente de la segunda ciudad de la República, durante sus cien primeros años de existencia, una sola vez fue legitimada por el voto popular sin ningún tipo de proscripciones de manera excepcional. Ocurrió durante el mandato de Ruggeri (porque en los demás casos siempre un partido opositor estaba siendo perseguido). 3 contra 97 años.
La negativa a permitir que las mujeres desempeñaran cargos de gobierno en la administración pública del período colonial fue una constante difícil de modificar, salvo que se tratara de la reina o regente. Hay dos casos constatados de mujeres que ejercieron formalmente funciones de alto gobierno en la América Hispana. El primero fue en Guatemala, en el siglo XVI, cuando a la muerte del adelantado Pedro de Alvarado, el cabildo designó como gobernadora interina a su viuda Beatriz de la Cueva. El segundo caso ocurrió en Lima del siglo XVIII cuando el virrey Conde de Lemos dejó a su esposa como encargada en su ausencia durante un viaje.
La sombra de las instituciones y administración pública del período colonial se proyectaron en la Argentina del siglo XIX y recién durante las primera presidencias radicales del siglo XX tanto el Congreso como la Corte Suprema de Justicia de la Nación definieron que la incapacidad de la mujer para el sufragio no provenía de una expresa o implícita disposición constitucional ni legal, y que la efectividad de sus derechos y deberes electorales no debían ser postergados. Aún así debieron pasar más de 25 años para que otro gobierno popular sancionara la ley que abriera de una vez el sufragio femenino.
Las sesiones de la ardua Convención Constituyente municipal de 1933, que pretendió dar a la ciudad una carta orgánica elaborada por los representantes de los vecinos, es una posibilidad de recrear "los temores" existentes en los partidos tradicionales acerca de concretar el voto femenino en las elecciones comunales. Los más progresistas sospechaban que el voto de las mujeres sería "reaccionario" influenciado por la prédica de la Iglesia Católica; en tanto que los más conservadores, sospechaban de todo lo contrario, las mujeres votarían por partidos de izquierda y hasta por los revolucionarios.
Las afiliadas al Centro Socialista "Fenia Chertkoff de Repetto" reclamaron a dicha convención que se acordara la igualdad de derechos políticos para los ciudadanos de ambos sexos, y concluían: "No hay nada que temer y sí mucho que ganar, en el sentido de elevar y dignificar las costumbres políticas del país, con nuestra intervención en el gobierno de la cosa pública".
El convencional Ceferino Campos, del Partido Socialista, cansado de los reparos esgrimidos exclamó: "Pongan a las mujeres obreras, que saben de hijos y de hogar, de cuestión de trabajos y de fábricas, que saben de la vida, y verán como la lucha en el municipio cobra color y calor". No pudo ser.
El proyecto oficial demócrata progresista argumentaba que de aprobarse el voto femenino amplio tal como era voluntad mayoritaria de los presentes, incluso de ellos mismos, entraría en conflicto con la Constitución provincial y esto diera a la Legislatura provincial la oportunidad para anular la carta orgánica.
Días atrás se cumplieron 60 años de aquel significativo avance que significó que las mujeres pudieran votar en Argentina, a través de la ley 13.010, en tiempos de la presidencia de Juan Domingo Perón, institucionalizándose la legitimación de un derecho injustamente postergado. Así fue que en 1952, asumieron en nuestro país 23 diputadas y 6 senadoras nacionales.
Asimismo en la Cámara de Diputados de la provincia de Santa Fe llegan a las bancas las primeras ocho legisladoras mujeres, entre ellas la representante por Rosario Clementina Giavarini, empleada, de 42 años, oriunda de Ceres, y habitante de un barrio.
En 1958 asume la primera concejala de Rosario, María Esther De Lorenzi pero como consecuencia de la inestabilidad política, no se configuró una tendencia. En 1963 son electas María Mortellaro de Capillo y Felisa Cosgrove; en 1966, Antonia Lasciarrea; y en 1973, Angélica Navarro de Cuello y Ana Martínez. Es decir, las únicas seis concejalas entre la inauguración de la Municipalidad: en 1860 y 1976.
La reinstauración democrática significará el tan esperado inicio de una tendencia de presencia de concejalas. En 1983 asumieron : Marta Amirati; Nilda Buttazzoni; Alicia Nalón y Marta Sánchez.
El 15 de mayo de 1989 el intendente Horacio Usandizaga renunció a su cargo y debió asumir en su lugar el presidente del Concejo, Carlos Ramírez. De esta manera ocupó la titularidad del cuerpo Marta Sánchez, quien desempeñaba la vicepresidencia primera. A excepción de la presidencia transitoria ejercida por la concejala "Anita" Martínez, en una sesión de los 70, Sánchez fue la primera mujer en ocupar la presidencia efectiva del cuerpo, por medio año. Más adelante distintas mujeres serían electas por sus pares en ese cargo.
A fines de 1989 asumió la intendencia el candidato de la Unidad Socialista, Héctor Cavallero. Por entonces el Concejo pasó a contar con nueve ediles mujeres. En 1995 llegó a la Intendencia Hermes Binner y durante su primer mandato ese número se elevó a catorce. En 2001 llegó al Concejo Mónica Fein.
Las mujeres santafesinas también llegaron al Congreso de la Nación. En 1993 fueron electas diputadas nacionales por Santa Fe, Cristina Benzi y Lilián C. del Fabro.
Asimismo aumentó la participación de funcionarias mujeres en el gabinete municipal. La actual intendenta electa asumió en 1995 la Dirección de Saneamiento; dos años más tarde Dirección de Salud, cargo el que volvió a desempeñar en el 2003.
El 10 de diciembre será la quinta persona en recibir el gobierno de la Intendencia de manos de un antecesor electo democráticamente, continuando con un ciclo iniciado en 1983 y que otorga a Rosario una estabilidad institucional sin antecedentes. Un logro merecido, más teniendo en cuenta que la Municipalidad de Rosario, en 151 años de funcionamiento, fue administrada por sólo 31 intendentes electos en plena vigencia de la democracia sin ningún tipo de proscripciones. Mientras 37 fueron elegidos por los vecinos de Rosario, 106 obedecieron a designaciones del Poder Ejecutivo provincial.