La previa
*Por Arnaldo Paganetti. Una semifinal. Una gran eliminatoria nacional. Un torneo de candidatos a la Presidencia. Una preselección sometida al criterio de la ciudadanía y no cerrada a los aparatos partidarios.
Éstas son algunas de las caracterizaciones hechas sobre las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) que, con gran complejidad y desconocimiento (hasta el viernes un tercio de la población dijo saber de lo que tratan y dos tercios se manifestó en babia), se desarrollarán dentro de siete días en el país, con expectativas diferentes para el oficialismo K y las ofertas opositoras.
Hubo algunas dudas expresadas por jueces con competencia electoral y dirigentes sobre la distribución de las boletas, la fiscalización de los comicios y la transparencia en aquellos lugares donde habrá duras competencias, especialmente entre listas integradas por las más dislocadas variantes peronistas en la siempre calenturienta provincia de Buenos Aires. Incluso Margarita Stolbizer, del Frente Amplio Progresista que postula a la primera magistratura al socialista Hermes Binner, pidió la suspensión del test ante el retaceo de fondos por parte del Estado.
Sin embargo, alterar este paso aprobado por ley, con mayoría especial, en diciembre del 2009, sería un escándalo. A pesar de giros verbales desbocados, todos se preparan para la compulsa cuyo principal mérito sería clarificar el panorama antes de las generales del 23 de octubre, salpicado hasta aquí por resonantes conclusiones locales en las que predominaron los oficialismos a caballo de la bonanza económica y el consumo constante.
A grandes rasgos, el 14 de agosto hay dos niveles: la presidencial en todo el territorio y las pujas por distrito para cargos electivos. La mayor tensión en el segundo rango está concentrada en provincia de Buenos Aires y sus grandes conglomerados del conurbano. El jueves, sin ir más lejos, pelearon física y sangrientamente en Pilar adeptos al gobernador Daniel Scioli y al jefe comunal Mario Ishii, que apoyan a distintos postulantes a intendentes. El mismo escenario crispado podría repetirse en otras populosas concentraciones.
Mirando lo que acontece en la cúspide del poder, "Río Negro" pudo saber que la presidenta Cristina Fernández tiene una obsesión: llegar al piso del 42% para descalificar a quienes afirman que las caídas en Santa Fe, Ciudad de Buenos Aires y Córdoba (aquí es ambivalente la postura de José Manuel De la Sota) son el prólogo de la decadencia del modelo imperante desde el 25 de mayo de 2003.
Derrotados afuera (se empequeñecieron Daniel Filmus y Agustín Rossi), la presidenta dio aire a su compañero de fórmula, el ministro Amado Boudou, para que se encargue de armonizar sectores contradictorios como son la juventud camporista, el sindicalismo y la ortodoxia justicialista relegada a un segundo plano. El lema aglutinante es "fuerza Cristina".
Los K que tanto despotricaron contra el electorado porteño y la figura de Miguel Del Sel se han convencido de las virtudes de los consejos del ecuatoriano Jaime Durán Barba al reelegido jefe de Gobierno Mauricio Macri, quien después de ganar se fue a festejar por Europa con su esposa Juliana Awada, dando libertad de acción a sus adherentes. ¿Para qué complicarse?
Por eso habrá timbreo. No se jugará más a las escondidas luego del "caso Schocklender" que prácticamente noqueó a Filmus. "Acercarse a la gente común, mostrar menos crispación, hacer anuncios que caigan bien a la clase media y a los jubilados" es la orden impartida desde la Rosada. Una forma de contrarrestar el "voto bronca" que se visualiza en poco más del 40% de los argentinos, según lo hizo saber a este diario Sergio Berenztein, de Poliarquía. La cifra difiere de la que difunde Eduardo Duhalde, quien sostiene que los antikirchneristas suman, juntos, un 65%.
Durán Barba abrió una brecha en el macrismo, pues le susurró al oído a Mauricio que no le conviene ponerse en la vereda de enfrente de Cristina. Lo ve como alternativa para el 2015 y le advirtió que, si respaldase expresamente a Duhalde o Ricardo Alfonsín para octubre, conspiraría contra un proyecto de centroderecha que lo tiene a él como inobjetable líder. "Sos el único opositor que quedará en pie", vaticinó el gurú conocedor del paño peronista.
Por lo demás, la gran encuesta del 14 de agosto (otra forma de llamarla) pondrá al descubierto: a) el peso de las estructuras políticas, b) el ausentismo y, en contrapartida, la movilización de los espontáneos, c) la limpieza del nuevo sistema y d) la influencia de los sectores agropecuarios y las megalópolis.
Quedará al descubierto una falla de la ley. El propósito fue fortalecer los partidos y alentar en ellos la puja por el cargo mayor. Pero el panperonismo va dividido (Cristina, Duhalde, Alberto Rodríguez Saá) y el panradicalismo también (Alfonsín, Hermes Binner, "Lilita" Carrió). Sin excepción, todos se eligieron "a dedo" y la norma carece de un artículo que establezca que en tal circunstancia se apelaría a la proclamación, sin necesidad de ir a las urnas.
Los encuestadores, que tanto fallaron en sus pronósticos, quedarán en evidencia una vez más: se conocerá la voluntad del electorado en forma directa. Si hay un segundo tajante, tratará de convertirse en alternativa única al kirchnerismo. Pero si hay paridad en el arco antigubernamental, el embrollo seguirá y se agudizará la inviabilidad de un recambio sereno y democrático.
Luz. Los contendores que la buscan afanosamente han reconocido como positiva la gratuidad de la publicidad en los medios de comunicación, similar al estilo que se aplica en Francia. Complacida, por ejemplo, se mostró Carrió, una de las más implacables críticas de Cristina y Duhalde, que lucha en inferioridad de condiciones. "Por decentes, somos el antisistema", aseguró.