La posibilidad de un virus zombie es real y la ciencia lo comprueba
La aparición de enfermedades y drogas sintéticas ponen cada vez en más en debate la posibilidad de este fenómeno.
A lo largo de la historia los zombies fueron cobrando cada vez más protagonismo en la cultura pop. Sus orígenes se remontan al año 1968 cuando George A. Romero creó la cinta Night of the Living Dead, inspirando sus personajes en los esclavos de Haití del siglo XVII y XVIII cuando los africanos eran llevados como esclavos a trabajar en las plantaciones de azúcar hasta la muerte. Es por esta razón que el zombi es, esencialmente, un esclavo: sin voluntad, sin nombre, atrapado y llevando la existencia de un muerto viviente que trabaja sin cesar.
Si lo analizamos desde el lado racional, los zombies de por sí, son una paradoja física; están muertos pero se mueven como si estuvieran vivos; sus órganos se pudren pero continúan de pie cazando y comiendo personas. Por ende, de acuerdo con nuestra comprensión actual de la biología humana, los zombies simplemente no podrían existir.
Sin embargo, la aparición de nuevas enfermedades epidémicas y, la creación de las drogas sintéticas como la Flakka o Spice que generan que las personas se agiten, se auto lesionen y sufran ataques caníbales, fomenta el debate social sobre la posibilidad de que estos seres de ciencia ficción cobren vida.
Esta idea no le pareció descabellada al doctor Steven C. Schlozman, profesor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard y un evidente degustador de las sagas de George Romero. Desde su afición, Schlozman se ha dado a la tarea de demostrar que los muertos vivientes son algo más que una mera especulación.
Su primer trabajo al respecto fue una descripción en toda regla médica de la condición de un zombie: el llamado Síndrome de la deficiencia de la saciedad atáxica neurodegenerativa (o ANSD, por su siglas en inglés). En este documento publicado en 2009, el doctor establece que la posibilidad de que una persona se convierta en un muerto vivientes es muy probable. La clave de ello: un daño irremediable en el lóbulo frontal del cerebro.
Según Schlozman una persona que sufra la muerte cerebral del lóbulo frontal, se movería y percibiría al mundo a su alrededor sin una conciencia verdadera ya que este es el encargado, entre otras funciones, de frenar la compulsión y el apetito.
Una persona sin un lóbulo frontal es funcional en términos de su propia movilidad, pero vive regida en su totalidad por la amígdala y la corteza cingulada anterior: el llamado “cerebro de reptil", donde se gestan la ira y la agresividad. Alguien bajo estas condiciones, se movería y comportaría como los famosos infectados de The Walking Dead.
Por ende, un apocalipsis zombie podría ser posible si un virus dañase esta zona del cerebro. En nuestra sociedad moderna, un virus de alto contagio podría tomar a la humanidad entera en unos cuantos meses.
La teoría de Schlozman no es la única existe, el profesor de Bioingeniería de la Universidad de Washington, Michael Dickinson, aseguró que al igual que les sucede a pequeños animales, el cuerpo humano también es susceptible al ataque del Toxoplasma gondii un parásito que controla el cerebro y otros órganos del cuerpo.
El Toxoplasma gondii controla los neurotransmisores y, en algunas ocasiones convierte a los seres humanos infectados en individuos violentos y llenos de ira. Según investigadores de la Universidad de Uppsala, consideran que el 40% de la población estaría ya bajo los efectos de este parásito.
No entres en pánico, un zombies no duraría mucho tiempo
Si bien la ciencia comprobó que la idea de muertos vivos puede ser real, también hay que analizar la situación desde el otro lado y es que no resistirán mucho tiempo ya que la Tierra misma se encargaría de exterminarlos.
La Tierra afectaría a los zombies de muchas maneras. El calor y la humedad acelerían el deterioro de la carne podrida al proporcionar las condiciones perfectas para la proliferación de insectos y bacterias, que descomponen todo aquello donde se establecen sus enzimas.
El invierno profundo haría que los huesos se volvieran más frágiles de lo que ya son. Incluso el más mínimo golpe o tropiezo podría hacer que sus esqueletos colapsaran por completo.
Respecto a la locomoción, en los humanos es posible gracias a los vínculos entre los músculos, los tendones, los elementos esqueléticos y demás. Cuando parte de ese sistema falla, apenas podemos movernos, si es que lo hacemos, de ahí que fuese imposible que los zombies se movieran o tambalean siquiera.
Considerando la falta de cerebro, el sistema nervioso central humano controla toda nuestra actividad muscular disparando señales eléctricas desde el cerebro a las células musculares, que se contraen en respuesta a las órdenes de la materia gris. Si un zombie sufre heridas masivas en la cabeza que podrían hacer que el cerebro no funcionase por completo, lo que hace que la idea de caminar sea aún más inverosímil.
Por si esto fuera poco, los virus, hongos, bacterias y otros invasores microscópicos han socavado la humanidad desde el comienzo de los tiempos serían un caldo de cultivo perfecto para atacar a un muerto vivo devorándolos internamente por la falta de un sistema inmunológico.
Los amantes de los zombis tienden a tener una visión romántica de cómo sería la vida una vez que el apocalipsis nos azotara (no habría que ir al cole o a trabajar), pero probablemente lo más preocupante de todo sería la falta de medicamentos, la gasolina/combustible y el agua limpia. Así que mejor que todo se quede como está.
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