La polarización política y las nuevas tecnologías
* Gabriel Sánchez Zinny. Internet se convirtió en el vehículo privilegiado de circulación de información y de debates e ideas políticas. El escándalo Wikileaks también demostró el poder que la red otorga a los ciudadanos
El escándalo de Wikileaks ha generado fuertes debates en Washington no sólo por la filtración de información, la acusación de espionaje, la demostración de debilidad o fortaleza de la política exterior americana, sino también porque ha vuelto a poner en el medio de la discusión pública el uso de internet y las nuevas tecnologías.
Hace tiempo que internet ha irrumpido en la vida política de los países, como herramienta de comunicación, de campaña, de activismo y de difusión de ideas. Ha introducido una nueva era de participación masiva en los asuntos públicos, donde todo individuo puede ser un activista, un organizador comunitario, un recaudador de fondos, y movilizar cientos de personas. El Centro Pew, con sede en Washington, reporta que existen 25 millones de personas en Estados Unidos considerados activistas políticos online. Lo que antes llamábamos simplemente votantes, ahora participan del sistema democrático 24 horas por 7 días.
Movimientos como el Tea Party en la derecha, o MoveOn.org, en la izquierda no hubieran existido sin las nuevas tecnologías. Esta nueva realidad, que se ha vuelto a enfatizar con las filtraciones de Wikileaks, genera intensos debates sobre la relación entre el estado y los ciudadanos, la actuación de los dirigentes políticos en una democracia mucho más participativa, y la protección y limites a la libertad de expresión.
Pero también está generando un impacto más profundo, en las costumbres sociales y culturales respecto a cómo los ciudadanos acceden a información, y cómo interactúan con quienes no están de acuerdo con sus posturas ideológicas y puntos de vista.
Muchos analistas sostienen que internet no reduce el debate público, sino que más bien lo aumenta y exponencia. Sin embargo, otros sostienen que lo polariza y divide. Como señala David Brooks, analista del New York Times, durante las últimas décadas, los ciudadanos recibían sus noticias de principalmente algunos pocos medios de comunicación, programas televisivos o radiales.
De alguna manera, estaban obligados a escuchar otros puntos de vista y diferentes perspectivas. Actualmente, el internet ha cambiado esta realidad. Las nuevas tecnologías permiten que el ciudadano puede informarse nada mas de sitios o blogs que presenten su propio punto de vista.
Sin embargo, un estudio publicado hace unos meses agrega más aristas al análisis. Matthew Gentzhow y Jesse Shapiro, en su renombrado paper Ideological Segregation Online and Offline, publicado por el National Bureau of Economic Research en Abril del 2010, señalan nuestro análisis muestra que la segregación ideológica en internet es baja en términos absolutos.
El debate sigue abierto, pero es indudable, como lo muestran diferentes encuestas y grupos de opinión, que la polarización política ha aumentado en América, aunque no necesariamente debido a las nuevas tecnologías. Y aunque eso produzca, muchos tenemos que agradecerle a internet por permitir acceder a mayor información, por permitir que cualquier ciudadano pueda participar y peticionar a las autoridades. Entre otras cosas, Julian Assange contribuyó a recordarnos estas bondades.
Hace tiempo que internet ha irrumpido en la vida política de los países, como herramienta de comunicación, de campaña, de activismo y de difusión de ideas. Ha introducido una nueva era de participación masiva en los asuntos públicos, donde todo individuo puede ser un activista, un organizador comunitario, un recaudador de fondos, y movilizar cientos de personas. El Centro Pew, con sede en Washington, reporta que existen 25 millones de personas en Estados Unidos considerados activistas políticos online. Lo que antes llamábamos simplemente votantes, ahora participan del sistema democrático 24 horas por 7 días.
Movimientos como el Tea Party en la derecha, o MoveOn.org, en la izquierda no hubieran existido sin las nuevas tecnologías. Esta nueva realidad, que se ha vuelto a enfatizar con las filtraciones de Wikileaks, genera intensos debates sobre la relación entre el estado y los ciudadanos, la actuación de los dirigentes políticos en una democracia mucho más participativa, y la protección y limites a la libertad de expresión.
Pero también está generando un impacto más profundo, en las costumbres sociales y culturales respecto a cómo los ciudadanos acceden a información, y cómo interactúan con quienes no están de acuerdo con sus posturas ideológicas y puntos de vista.
Muchos analistas sostienen que internet no reduce el debate público, sino que más bien lo aumenta y exponencia. Sin embargo, otros sostienen que lo polariza y divide. Como señala David Brooks, analista del New York Times, durante las últimas décadas, los ciudadanos recibían sus noticias de principalmente algunos pocos medios de comunicación, programas televisivos o radiales.
De alguna manera, estaban obligados a escuchar otros puntos de vista y diferentes perspectivas. Actualmente, el internet ha cambiado esta realidad. Las nuevas tecnologías permiten que el ciudadano puede informarse nada mas de sitios o blogs que presenten su propio punto de vista.
Sin embargo, un estudio publicado hace unos meses agrega más aristas al análisis. Matthew Gentzhow y Jesse Shapiro, en su renombrado paper Ideological Segregation Online and Offline, publicado por el National Bureau of Economic Research en Abril del 2010, señalan nuestro análisis muestra que la segregación ideológica en internet es baja en términos absolutos.
El debate sigue abierto, pero es indudable, como lo muestran diferentes encuestas y grupos de opinión, que la polarización política ha aumentado en América, aunque no necesariamente debido a las nuevas tecnologías. Y aunque eso produzca, muchos tenemos que agradecerle a internet por permitir acceder a mayor información, por permitir que cualquier ciudadano pueda participar y peticionar a las autoridades. Entre otras cosas, Julian Assange contribuyó a recordarnos estas bondades.