La pesadilla de la casa propia
*Por Por Osvaldo Pepe. "Gobernar es poblar", predijo Alberdi en el siglo XIX. Visionario en otras cuestiones, en ésta fracasó, si nos atenemos a los datos del Censo 2010: un tercio de los habitantes vive en Capital y GBA.
Somos una Nación de cara al puerto y de espaldas a sus propias entrañas y las de su gente. La Argentina sigue mal poblada, como en tiempos de su organización nacional.
Volvamos al presente, a la revuelta por pedazos de tierra en la misma Buenos Aires, a fines de diciembre. Hubo mucho fogoneo político, pero también carencia de viviendas y una mala planificación en la materia . Según un estudio de la Universidad de General Sarmiento, de cada diez nuevos habitantes del Area Metropolitana, seis van a hacinarse en las villas.
Allí, los alquileres a veces rozan los valores de las viviendas convencionales, pero las condiciones de vida se degradan y los riesgos externos se multiplican.
Pasemos ahora a un dato de la edición de hoy, que nos dice que para acceder a una vivienda propia hacen falta 105 salarios promedio de 4.000 pesos, cuando hace una década esta relación era de entre 50 y 60 salarios. Ni qué hablar de los comienzos de la centuria pasada, tiempos en que inmigrantes laboriosos compraban lotes de a poco en tierras entonces inhóspitas. En ellas sus descendientes se asegurarían la construcción de la vivienda con planes oficiales a pagar de por vida , a medida que la zona se urbanizaba y la Argentina prosperaba.
Ese país ha muerto . En el que sobrevive, el que hoy tenemos, según datos del mercado inmobiliario sólo el 5% de los que trabajan cuenta con los ingresos exigidos para un crédito hipotecario. Por eso, apenas el 6,3% de las propiedades se venden con ese tipo de préstamos.
Y los insuficientes planes oficiales , con hijos y entenados, huelen muchas veces -demasiadas- a guiso polìtico. Con lo que el sueño de la casa propia no es tal y ya ha devenido en pesadilla.