La peor cara que deja el macrismo: 2000 familias en un trueque de ropa usada y comida
Por Luis Ángel Molinas. Cientos de personas, principalmente mujeres, se reúnen semana a semana en una plaza en la zona céntrica de Monte Grande para obtener un pequeño ingreso más.
La pérdida del poder adquisitivo de las clases más bajas de la sociedad argentina es uno de los principales problemas de la economía que deja el gobierno de Mauricio Macri. El aumento récord de los índices de inflación, pobreza y desempleo empujan a los sectores más vulnerables a optar por alternativas para poder llegar a fin de mes.
Una de las acciones que llevan a cabo muchas personas para poder subsistir es recurrir al trueque, un sistema de obtención de dinero o de artículos necesarios que nos recuerda a la lamentable crisis del 2001.
La grave situación que se vive en el país empujó a un grupo de mujeres a formar una organización de ‘canje solidario’ en pleno corazón de la ciudad de Monte Grande, uno de los centros más poblados del sur del conurbano bonaerense. Se juntan en la plaza de la estación cada viernes, de 12 a 17 horas, para intercambiar mercadería, como ropa y calzado usado.
Para organizarse utilizan un grupo de Facebook, que hoy, dos años después de su creación, ya cuenta con más de 2900 miembros, principalmente mujeres y amas de casa. El proceso de admisión en el “GRUPO SOLIDARIO MG ORGANIZACION MUJERES DEL CANJE” es sencillo: enviás una solicitud para poder ser miembro y dos administradoras te aprueban y te dan un número que te identificará todos los días para poder hacer más efectivo el intercambio.
Las mujeres llegan al grupo por el boca a boca. Una mujer le dice a su amiga y ella se suma. Y también invita a miembros de su familia y conocidos.
“A mí una vecina me comentó. Yo todavía no lo había visto. Un día fui a hacer trámites cerca y vi que había mucha gente. Parecía una feria. Me acerqué a comprar por curiosidad. Me acerqué a una señora que estaba vendiendo medias de bebé y le compré. Después vi que se llamaban por números o por el nombre y tenían cartelitos. Entonces me di cuenta que no era una feria común y corriente”, relató Cintia, integrante del canje, que es profesora y madre de un nene de dos años. Su pareja, Luis, fue despedido hace unos meses de la empresa donde trabajaba.
“Le pregunté a una mujer cómo funcionaba todo”, agregó, y comentó: “Ahí me dijeron que se manejaban por Facebook y que había que leer unas reglas que ellos tenían”. ¿Cómo funciona el ‘canje’? De martes a jueves, todas las participantes pueden publicar en el grupo las prendas que desean cambiar el viernes cuando se encuentren cara a cara. Los artículos que más se intercambian son ropa usada de bebés, de niños y de mujeres.
“Cuando empecé en el canje yo no estaba trabajando y tenía un bebé
chiquitito. Me servía la plata, no vivía con eso, pero podía tener algo con la venta de la ropa que mi bebé dejaba al poco tiempo y en buen estado. En ese mismo día ya compraba cosas para él, ya sea ropa o lo que fuera”, aseguró Cintia.
Otra regla a cumplir: lo que se ofrece tiene que estar bien detallado, para evitar confusiones: talle, tipo de tela y mercadería que se desea a cambio. La primera en contestar la oferta con un comentario debajo de la publicación se queda con el artículo.
El valor de lo publicado tiene un límite de precio: solo se puede pedir hasta 200 pesos o 50 pesos más un equivalente a 150 pesos en mercadería por cada prenda ofrecida. Para hacer los ‘canjes’, las mujeres tienen en cuenta el valor de un alimento, generalmente de segunda o tercera marca, al precio con el que se lo puede comprar en cualquier almacén. Así, calculan que un paquete de fideos de 500 gramos puede valer unos $25 o un kilo de azúcar, $30. Estos dos alimentos son los más solicitados, junto con el arroz, té, yerba, mate cocido, harinas y enlatados. También se piden elementos de higiene personal y papel higiénico.
El viernes, el día en el que se concreta el trueque, las integrantes del ‘canje’ deben dar el presente con la entrega de un alimento no perecedero, que al final de la jornada se sorteará entre las presentes.
Las horas del viernes en la plaza transcurren en medio de gritos de mujeres y de niños que ayudan a sus madres a encontrar a las personas con las que pactaron un trueque en las redes sociales. Se buscan por los números que tienen asignados, aunque las que son habitué del ‘canje’ ya se conocen por nombre y apellido.
Además, los viernes todas las participantes pueden ofrecer sobre una manta en el suelo los artículos que no pudieron intercambiar en Facebook u otros que desean cambiar en el momento. Por ellos tan solo pueden pedir hasta 150 pesos en efectivo o en mercadería, siempre que lo ofrecido lo valga. También algunas personas ponen a la venta productos artesanales, que van desde bizcochuelos, prepizzas y hasta decoraciones temáticas para cumpleaños.
Con el paso de los días y las semanas, las mujeres establecen un vínculo para apoyarse en lo económico con otras alternativas de obtención de dinero. Así, los pequeños ingresos del trueque se complementan con el del ‘círculo’, necesario para contar con efectivo en un determinado día.
¿Cómo funciona este sistema? Un grupo de personas se reúnen, aportan la misma cantidad de dinero por semana y uno se lleva el ‘pozo común’. El mecanismo se repite hasta completar el círculo y que todos hayan cobrado la misma cantidad que lo aportado en las varias cuotas. Para graficar: si la cuota de cada integrante es de 1000 pesos y el grupo es de diez personas, uno de los participantes se lleva un día $9000 (sin contar los 1000 que le correspondería poner) y en las siguientes semanas rota el beneficiario hasta que todos hayan cobrado.
“Formamos un ‘círculo’ con una chica que estaba en el canje. Ella ya tenía ‘círculos’ con otras personas, con gente de afuera del trueque. Pero ahora quería hacer uno con gente de adentro, con personas confiables. Y entonces nos juntamos seis, siete personas que pagábamos todos los viernes”, contó Cintia.
Pero además del sustento económico se va formando una gran red de solidaridad que tiene como base al trueque pero que también lo trasciende: a la plaza de los viernes se sumó el sindicato de camioneros para darle una merienda gratuita a los chicos que acompañan a sus madres, mientras que en la convivencia de mujeres se forman muchas amistades.Así, en medio de la fragilidad económica, los sectores más vulnerables responden formando lazos fuertes de solidaridad.
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