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La patria de 1810 y la modernidad

En el día de la patria, es preciso recoger el legado fundamental de aquella gesta -libertad, progreso y justicia- y adecuarlo a los tiempos modernos, sin revanchismos ni peleas innecesarias.

La celebración del 25 de Mayo lleva necesariamente a nuevas reflexiones sobre el concepto de patria, que en sustancia sigue siendo el mismo que hace 201 años pero que ha variado en muchos aspectos fundamentales, dado la mayor integración de las naciones en espacios cada vez más amplios y la difusión en gran escala de la intercomunicación entre ciudadanos, pueblos, razas y naciones.
Desde hace unas décadas, está de moda la palabra "globalización", que alude precisamente a esos fenómenos, ya que todo está generalizado en el planeta, desde los flujos financieros hasta los intercambios económicos y culturales.
Hasta la idea de democracia se ha modificado, porque a través de Internet y de las redes sociales de comunicación los ciudadanos tienen un protagonismo cada vez más intenso y directo, lo que ha provocado, en tiempos recientes, fenómenos tales como las revoluciones democráticas en los países árabes, que tienen como rasgo común la búsqueda de una mayor participación y la exigencia de más derechos y garantías individuales. O también el surgimiento impetuoso de movimientos juveniles como el de "los indignados" en España, que se entronca con la tradición del Mayo Francés de 1968 o con esa gesta latinoamericana que fue la Reforma Universitaria de 1918.
¿Quiere decir que el concepto de patria se está diluyendo? No necesariamente, aunque las patrias y las naciones estén situadas hoy en una nueva perspectiva. Por otra parte, no todos los efectos de la globalización son positivos, como lo demuestra con claridad el estallido de la crisis financiera internacional en 2008-2009, que tuvo su centro en Estados Unidos pero que se expandió con rapidez al mundo entero, en especial a Europa. Y no se trató ni se trata sólo de una crisis financiera, ya que afectó con fuerza a la economía real y produce una caída del empleo y del poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones en países como Grecia, Portugal, España y en menor medida Italia. América latina también sufrió las consecuencias de esa crisis, aunque con menor intensidad que Europa, gracias a que todavía se mantienen muy altos los precios internacionales de las materias primas de origen agropecuario y minerales.
Las patrias existen y las tradiciones nacionales también, y en el caso de Latinoamérica también existe la memoria histórica de la "patria grande". De modo desafortunado, la Argentina no está orientada con ideas precisas y claras sobre su pertenencia a esa patria grande y su inserción con el resto del mundo. Sus frecuentes recaídas en nacionalismos y populismos obsoletos conspiran contra el objetivo de adecuar la patria a los tiempos modernos, siempre en el sentido de la libertad, el progreso y la justicia, que fue el grito de la revolución del 25 de Mayo de 1810.
Sigue siendo el tiempo de construir esos ideales, sin revanchismos ni peleas innecesarias.