¿La pandemia acabó con los telos?
A pesar de las prohibiciones, que quedaban soslayadas en la cultura que se acostumbraba consumir, el folklore del telo era espectacular.
Nacidos en la década de 1910, tras las sombras de la moral y bajo el estigma de lo prohibido y clandestino, los albergues transitorios se hicieron lugar en Argentina para involucrarse en su sociedad y formar parte de su lunfardo.
¿Quién no fue a un telo alguna vez en su vida?
Desglosemos un poco las palabras. De entrada su nombre lo señala como un espacio de acogimiento pasajero, fugaz y que tiende a hacernos sentir que nuestro paso por ahí debería ser secreto y que incluso, una vez fuera, hasta tendríamos que olvidarnos que estuvimos ahí.
Asociados con la clandestinidad, el morbo y la lujuria, los albergues transitorios convivieron con los prostíbulos hasta que en 1936, se prohibieron tras la promulgación de la Ley de Profilaxis, sancionada con el objeto de controlar la sífilis.
Si bien el estado no prohibía la prostitución -declarada una actividad legal en 1875- sí resolvió que como aparato de poder y protección, no podía seguir amparando la existencia de estos centros habilitados para ejercer públicamente la prostitución..
[Esa ley también impuso la obligatoriedad de los análisis físicos prenupciales pero solo para los hombres. Las mujeres, quedaban exceptuadas]
Googleé “¿qué es un telo?”. Me intrigaba ver qué respuestas se daban o qué información brindaría Wikipedia, ya que no existen estos espacios en todo el mundo. Pero la sorpresa que me llevé, no me la imaginaba.
Páginas y páginas de extranjeros, tratando de averiguar su significado, por ejemplo, por haber escuchado a La Besuit cantar “Mi Caramelo”, o diarios foráneos desarrollando cómo sólo en Argentina y en Japón los telos están integrados a la cultura popular y al paisaje urbano. Si, Japón. De hecho ese, es el país precursor de los telos en el periodo Edo (1603-1867)
Una curiosidad probablemente inentendible a los ojos Centennials, es que durante los 90s los telos eran exclusivamente para heterosexuales y además no podían ingresar más de dos personas por habitación.
¿Cómo explicarles que se trataba de una época en la que lamentablemente el closet era la única opción para muchos?.
Pero si el telo no es un lugar de trampa para ser libre ¿cuál lo es, no?
Por entonces aparentemente no solo nos reglamentaban la vida que debía mostrarse sino que también nos indicaban los límites para piratear.
En 2013, con los vientos de cambio, y con base en la sanción de la ley del matrimonio igualitario en 2010, se planteó una reforma a la Ley Nº 5.666 -que regula los albergues transitorios- eliminando el artículo 18 que prohibía el ingreso de personas del mismo sexo biológico y 5 años después, se habilitó el ingreso de más de dos personas.
A pesar de las prohibiciones, que quedaban soslayadas en la cultura que se acostumbraba consumir, el folklore del telo era espectacular.
Casi nunca se iba de entrada, era más bien era un potencial, luego de horas de charla y coqueteo pero había que salir sabiendo que ibas a estar cerca de uno. En una época sin celulares no resultaba tan sencillo ponerse a buscar un telo sin auto. Porque aunque el del barrio nunca fallaba, la trampa en el barrio puede ser peligrosa.
Sin embargo, las mejores anécdotas poco tenían que ver con lo que sustancialmente pasaba dentro de la habitación sino con todo el contexto: desde los inentendibles paneles para regular los niveles de música y las luces, hasta con quién te encontrabas mientras esperabas.
Pero el telo del 2022 viene con la tecnología que el mundo actual merece.
La vida 2.0 y sobre todo la pos pandemia, vino a poner las cosas más fáciles. A resolverlo todo desde lo sencillo y simple.
Como la totalidad de los locales no esenciales, en marzo de 2020 los albergues transitorios debieron cerrar sus puertas para ser reabiertas recién en octubre.
Sin embargo el protocolo de apertura fue tan estricto que enlazó nuevas formas de acceso.
Entre otras medidas, la ventilación y la desinfección de las habitaciones entre turno y turno debían ser por un período de tiempo más extenso al habitual.
Pero lo que al principio pudo correr en desventaja, se volvió una oportunidad de cambio.
La nueva normalidad vino a terminar con las esperas en el hall de entrada de los telos, yirar ante la falta de lugar y hasta someterse a pagos impensados.
Tomá nota: apenas buscás “Albergues Transitorios” en Google, aparece una web especial con una guía específica de más de 120 telos de Buenos Aires.
Una página específica iniciada en el 2003 modernizada con filtros de ubicación, servicios y monto a pagar, para reservar una habitación que además, ya por sus inicios ofrecía descuentos con una tarjeta member.
En los últimos años, sobre todo con el fin de la cuarentena estricta, se actualizó con la creación de una app de igual nombre que hace que tengas todo el placer, al alcance de tu dedo.
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