Sin lugar a dudas el Femicidio en la Argentina ha dejado de pasar de ser una mera noticia televisiva morbosa y que vende sangre para la tribuna para transformarse en la Segunda Pandemia. Lamentablemente y gracias al aislamiento preventivo social obligatorio dispuesto por el Ejecutivo Nacional desde hace un poco más de 188 días, tenemos que lamentar hoy más de 135 muertes violentas de mujeres en manos de sus agresores.
El 70 por ciento de estas muertes se estima se han producido dentro del ámbito familiar en situación de convivencia con el agresor -muchas veces ya denunciado en reiteradas oportunidades- y con estos crímenes han quedado sin madre más de 100 niños menores de edad cuyos destinos HOY están marcados por la muerte y por la inacción de las políticas de estado en esta materia. Materia que, en definitiva, se encuentra pendiente desde hace muchos años dado que los gobiernos, lamentablemente, no sólo no aplican los recursos necesarios para paliar la violencia sobre la mujer sino que, además, se olvidan que existe.
El tan aplaudido Ministerio de la Mujer parece más dedicado a trabajar sobre el lenguaje inclusivo que sobre las políticas de Género y en ese marco un Ministerio que no se dedica a sus funciones naturales redunda en una mera estructura que lo único que hace es elevar el gasto público generando un Estado más elefantiásico aún del que tenemos.
Evidentemente las políticas de género tendientes a erradicar la violencia siguen fallando. Los números hablan por sí solos. No solo debemos decir que la figura del Femicidio NO ha servido para evitar los crímenes horribles que padecen las mujeres sino que parece, se han incrementado. ¿Y porque siguen muriendo mujeres en manos de sus agresores si existe el tipo penal que debería operar como disuasivo? Podrían enunciarse varios motivos pero me inclinaré por mencionar solo dos que, en mi opinión, son los más importantes. Empecemos por la (falta de) Justicia.
¿Actúa rápidamente la Justicia ante la primera denuncia de una mujer desesperada que ha detectado que es víctima de violencia de género? La respuesta es NO. Los motivos son diversos: el personal que recibe las denuncias No está capacitado en su gran mayoría en esta temática y en general todavía existe la maldita cultura patriarcal que pone en duda los dichos de la mujer…y en segundo lugar si la medida que se toma rápidamente es la restricción perimetral incluso la entrega de un botón antipánico NADIE controla efectivamente que es lo que hace el agresor que, lo que usualmente hace en su rol de psicópata (generalmente lo son) es violar, primeramente la restricción ya que “prueba” hasta donde funcionan los resortes punitivos. Al tomar cuenta que los resortes No funcionan, que quizás puede efectivizarse su mero incumplimiento en una “desobediencia” pasible solo de una causita penal sin más consecuencias entonces sabe hasta dónde puede avanzar y una vez -ya jugado- establece el modus operandi para matar a la víctima para luego claro está, hacerla desaparecer, enterrarla y llevar a cabo cualquier tipo de aberración de las que vemos a diario.
El segundo motivo es la falta de Educación en la materia. No se enseña en las escuelas la NO violencia. Las currículas siguen siendo vetustas y la cultura de la paz debe ser enseñada desde los primeros años de escolaridad ya que sabemos que muchos chicos padecen situaciones de violencia en sus casas que luego naturalizan en sus propias vidas y para muchos de ellos la escuela es directamente el hogar, el lugar donde aprenden todo ya que en sus pseudo hogares lo único que aprenden es el desamor y la violencia.
Hoy por hoy carecemos de ambas cosas: de un sistema preparado para erradicar y combatir la violencia y de falta de educación en la materia. Sumado a ello la inercia del Estado en el tema que se ha visto palmariamente identificada durante la Pandemia. ¿Cómo puede pensarse si quiera en que una mujer que ha denunciado violencia y aún tiene que convivir con su agresor puede estar literalmente encerrada en la casa de quien -a la postre- la va a matar? Triste, lamentable, patético.
Se nos ha dicho durante más de 150 días que nos cuidaban la salud y en ese marco debíamos quedarnos en casa. La gente, obedeció y eso no está mal pero ojo…estemos muy atentos ya que la obediencia extrema evidentemente nos puede llevar a la muerte misma. Esperemos que cuando termine esta “cuarentena” el Estado cuente todos los muertos, no solo las muertes por COVID sino que incluya en su listado a todas las mujeres que, gracias a este aislamiento, han perdido la vida.
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