La ONU vuelve a funcionar
La sede central de Naciones Unidas en Nueva York recuperó la normalidad después de que los bomberos establecieran que los "malos olores" que obligaron a evacuar a todos sus ocupantes se debían a problemas en las cloacas.
El portavoz del organismo, Farhan Haq, explicó que los bomberos de Nueva York que acudieron al edificio concluyeron que los olores no eran peligrosos.
"Descubrieron que la subida de la marea en el río Este provocó un problema con las cloacas de la zona y que los gases que causaban los malos olores no eran peligrosos", señaló el portavoz en una conferencia de prensa.
Tras confirmarse que no existía ningún riesgo, se permitió el ingreso en el inmueble de las cientos de personas que habían sido evacuadas y se reanudaron las visitas turísticas.
Las sesiones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad, que hoy tuvieron que celebrarse en otro edificio, mañana miércoles tendrán lugar en las salas habituales, según Haq.
"Como pueden comprobar, el lugar huele a rosas", bromeó el portavoz.
Fuentes del organismo señalaron que por la mañana, antes de que se iniciara la jornada de trabajo, se percibía un intenso olor a gas en la planta baja y el sótano del edificio de 38 plantas.
Estos olores obligaron a la evacuación de los funcionarios del organismo, así como de los trabajadores que realizan obras de reformas en el edificio situado entre las calles 42 y 48 del lado Este de la ciudad, en el barrio de Turtle Bay.
En un principio, la policía de la ONU aseguró que los gases provenían de una fuga relacionada con las obras de remodelación, por lo que se corría el riesgo de una explosión.
Tras la llegada de los especialistas del servicio de bomberos de Nueva York se confirmó que los gases no eran peligrosos y que emanaban de las cloacas, que tenían problemas para descargar a causa de la marea alta, según Naciones Unidas.
Las amplias obras de remodelación de la sede de la ONU tienen un presupuesto de 1.900 millones de dólares (1.337 millones de euros) y se esperan que estén concluidas en 2012, bajo responsabilidad del arquitecto Michael Adlerstein.
Debido a esas obras, parte de los 6.000 funcionarios que habitualmente trabajan en esa sede central ha sido trasladada desde hace meses a oficinas temporales.
La renovación que se puso en marcha el año pasado, tras más de una década de planificación y retrasos, tiene como objeto modernizar y transformar en un modelo ecológico los tres edificios que albergan la sede principal de la ONU desde 1952.
La emblemática sede de la ONU fue diseñada por un equipo de once arquitectos, del que formó parte el suizo Charles Edouard Jeanneret-Gris, Le Corbusier, y construida en un terreno en Manhattan donado por la rica familia Rockefeller.