La nueva vida de la elefanta Mara en el santuario
Mara viajó durante tres días en una caja hacia el Mato Grosso, donde hoy lleva una vida sana.
Dos meses de vida en libertad no borran los cincuenta años de cautiverio de la elefanta Mara pero brindan alivio y esperanza para seguir cambiando la vida a los animales.
Tras un largo proceso de preparación, Mara viajó durante tres días en una caja transportadora vía tierra hacia el Mato Grosso. La despedida de sus cuidadores fue conmovedora, por una mezcla de tristeza y alegría por el futuro que le deparaba a su amiga.
El traslado fue exitoso. Mara comió bien durante el viaje y no tuvo problemas de salud. Cuando pisó la tierra colorada de la selva, decidió descansar en una montaña de arena, para luego ingresar al primer predio, donde se mantuvo alejada de las otras dos elefantas africanas.
Una noche, sin embargo, Mara se acercó a Rana y comenzaron a comunicarse. Al otro día ya estaban preparadas para el encuentro. Desde ese momento, Mara y Rana son inseparables. Caminan juntas por el santuario, buscan sus alimentos y saben que si los cuidadores las separan por un tiempito para hacer alguna tarea de cuidado, pronto se volverán a ver, algo que la inquietaba a Mara en un comienzo.
"Mara se siente más cómoda sola, pero generalmente está a solo unos pasos fuera del alcance de Rana", contaron desde el santuario, y revelaron cómo fue la primera noche de la elefanta fuera de su cobertizo.
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