La nube y el tango
*Por Leonardo Zanoni. A principios de 2008 viajé hasta el corazón de Silicon Valley, en California, a cubrir una Expo organizada por el HP Labs, el famoso centro de investigaciones de Hewlett-Packard, que cuenta con más de 600 científicos, ingenieros, matemáticos, físicos y hasta filósofos. Es desde esos laboratorios que surgen ideas, productos, servicios y tendencias tecnológicas que luego usarán millones de usuarios en todo el mundo.
En aquella Expo se presentaron a la prensa más de veinte servicios, algunos más avanzados que otros, pero todos fascinantes. Dos de aquellos prototipos estaban liderados por un argentino.
Se llama Bernardo Huberman y en los años "70 se recibió de físico en la Universidad de Buenos Aires y se instaló en los Estados Unidos. Hoy es el jefe de "Social Computing", uno de los principales laboratorios de HP Labs. En 2007, mientras caminaba con su notebook al hombro rumbo a su trabajo, Huberman pensó que para que la movilidad sea total, lo ideal sería poder imprimir un documento desde cualquier lugar y momento sin tener que cargar con el peso de una computadora y una impresora. ¿Pero cómo? Se puso a pensar y se le ocurrió una idea muy simple. Llegó a su oficina como todos los días y la puso en marcha con su equipo de colaboradores. Dos semanas después, tenía listo el prototipo de CloudPrint, como lo bautizó. La idea era que el usuario mandara su documento (texto, planilla de cálculo o una foto) a "la nube" asociado a un número de teléfono celular. El dueño de ese teléfono recibía por SMS un código alfanumérico para ingresarlo en un sitio web cuando necesitara imprimir ese documento.
Esa idea embrionaria fue mejorada con los años y ahora se hizo realidad. La semana pasada HP presentó en nuestro país los primeros dos modelos de impresoras con el servicio ePrint, que permite imprimir a distancia, desde cualquier lugar del mundo, en cualquier momento y desde cualquier dispositivo con acceso a Internet (iPad, Smartphone, netbook). ¿Cómo? A través de una dirección de correo electrónica única que cada impresora trae asociada de fábrica. El usuario escribe un texto en Word, mira una foto y navega por un sitio Web. Cuando quiere imprimir todo eso, envía los archivos adjuntos a esa dirección única de mail y la impresora en el destino (en la oficina de al lado o en otro país) escupe el papel impreso. Sin necesidad de usar ninguna PC como receptora. Imaginemos estar caminando por Barcelona, sacamos una foto y directamente desde nuestro teléfono, la mandamos al mail de una impresora de un familiar o un amigo, que al instante recibe esa foto impresa.
El año pasado, Steve Jobs habló del fin de las PC como algo inevitable. "Serán como como los camiones: existirán pero únicamente una pequeña parte de la población los va a necesitar", dijo. Muchos se le abalanzaron con duras críticas, pero la realidad indica que gracias a los dispositivos portátiles y al avance en materia de cloud computing, cada vez más podremos hacer lo mismo que hoy (o más) sin una PC. Por el momento, apenas vemos una muestra gratis del poderío de "la nube", que se desarrollará con fuerza en los próximos años.
"Nunca antes como ahora hubo tanta información, disponible para cualquiera, sin que importe su lugar de origen", me dijo aquella vez Huberman, con su acento porteño arruinado por tantos años de exilio. Me acuerdo que antes de despedirnos, me preguntó si en San Telmo se seguía escuchando tango.
Hay distancias que la nube, por ahora, no puede achicar.
Se llama Bernardo Huberman y en los años "70 se recibió de físico en la Universidad de Buenos Aires y se instaló en los Estados Unidos. Hoy es el jefe de "Social Computing", uno de los principales laboratorios de HP Labs. En 2007, mientras caminaba con su notebook al hombro rumbo a su trabajo, Huberman pensó que para que la movilidad sea total, lo ideal sería poder imprimir un documento desde cualquier lugar y momento sin tener que cargar con el peso de una computadora y una impresora. ¿Pero cómo? Se puso a pensar y se le ocurrió una idea muy simple. Llegó a su oficina como todos los días y la puso en marcha con su equipo de colaboradores. Dos semanas después, tenía listo el prototipo de CloudPrint, como lo bautizó. La idea era que el usuario mandara su documento (texto, planilla de cálculo o una foto) a "la nube" asociado a un número de teléfono celular. El dueño de ese teléfono recibía por SMS un código alfanumérico para ingresarlo en un sitio web cuando necesitara imprimir ese documento.
Esa idea embrionaria fue mejorada con los años y ahora se hizo realidad. La semana pasada HP presentó en nuestro país los primeros dos modelos de impresoras con el servicio ePrint, que permite imprimir a distancia, desde cualquier lugar del mundo, en cualquier momento y desde cualquier dispositivo con acceso a Internet (iPad, Smartphone, netbook). ¿Cómo? A través de una dirección de correo electrónica única que cada impresora trae asociada de fábrica. El usuario escribe un texto en Word, mira una foto y navega por un sitio Web. Cuando quiere imprimir todo eso, envía los archivos adjuntos a esa dirección única de mail y la impresora en el destino (en la oficina de al lado o en otro país) escupe el papel impreso. Sin necesidad de usar ninguna PC como receptora. Imaginemos estar caminando por Barcelona, sacamos una foto y directamente desde nuestro teléfono, la mandamos al mail de una impresora de un familiar o un amigo, que al instante recibe esa foto impresa.
El año pasado, Steve Jobs habló del fin de las PC como algo inevitable. "Serán como como los camiones: existirán pero únicamente una pequeña parte de la población los va a necesitar", dijo. Muchos se le abalanzaron con duras críticas, pero la realidad indica que gracias a los dispositivos portátiles y al avance en materia de cloud computing, cada vez más podremos hacer lo mismo que hoy (o más) sin una PC. Por el momento, apenas vemos una muestra gratis del poderío de "la nube", que se desarrollará con fuerza en los próximos años.
"Nunca antes como ahora hubo tanta información, disponible para cualquiera, sin que importe su lugar de origen", me dijo aquella vez Huberman, con su acento porteño arruinado por tantos años de exilio. Me acuerdo que antes de despedirnos, me preguntó si en San Telmo se seguía escuchando tango.
Hay distancias que la nube, por ahora, no puede achicar.