La necesaria unidad del campo
Ante planteos poco claros del Programa Estratégico Agroalimentario, es indispensable revivir la Comisión de Enlace.
Cuando tomaron conocimiento de la resolución 125, que se proponía avanzar con mayores impuestos a las exportaciones, otorgándoles un carácter móvil de magnitud confiscatoria, los distintos sectores del campo no dudaron en unir sus fuerzas. Así se constituyó la Comisión de Enlace, que logró una unidad informal pero de una fuerza incontrastable, que el gobierno nacional trató de separar y dividir de mil maneras.
El campo está representado por una gran cantidad de entidades que responden a finalidades específicas, pero ninguna de ellas con la representación, la tradición, el ejercicio en la defensa de sus genuinos intereses y su vigor a lo largo de todo el país como las cuatro integrantes de la Comisión de Enlace.
Cada una de ellas tiene características propias. Así, por ejemplo, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), una entidad de tercer grado, cobija 14 asociaciones de segundo grado constituidas a su vez por 310 sociedades rurales. La Federación Agraria, que celebrará el centenario de su fundación el año próximo, asume la defensa de medianos y pequeños productores que ejerce con innumerables delegaciones, mientras que la tradicional Sociedad Rural Argentina es conocida por sus múltiples actividades de representación aquí y en el mundo. Finalmente, Coninagro, la más joven, fundada en 1958 por la fusión de Sancor y la Asociación de Cooperativas Argentinas, tiene su mayor fortaleza en el sector cooperativo y representa a decenas de miles de empresas de todo tamaño.
Los logros de estas cuatro entidades madre reunidas en la Comisión de Enlace han mostrado, como lo expresa el antiguo adagio, que "la unión hace la fuerza". Ahora, a tres años de aquella gesta defensora del campo, la Comisión de Enlace parece haber perdido la indomable fuerza que le dio vida, situación que se puede explicar tanto por las diferencias de intereses que representa cada institución como por la persistente acción del gobierno nacional en procura de dividir a la Comisión para restarle esas fuerzas. Conviene, asimismo, recordar la existencia de los autoconvocados, quienes periódicamente se muestran decididos a retornar a la defensa de sus ideales e intereses, coincidentes a su modo con los de la Comisión de Enlace.
De acuerdo con las proyecciones del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial, denominado PEA, anunciado por el gobierno nacional en mayo pasado, deben estimarse grandes crecimientos de las cosechas de cereales y oleaginosas, al igual que de producción y exportación de carnes y otros rubros con sus aditamentos industriales, lo cual generaría en 2020 unos cien mil millones de dólares anuales al país y demostraría una vez más la capacidad productiva y la competitividad del agro nacional. Esos resultados deberán, sin embargo, ser alcanzados mediante políticas agrícolas que no han sido puestas en conocimiento público ni enumeradas claramente en el PEA.
Esas metas y esos reconocimientos implícitos no parecen cercanos, a la luz de la continuidad de las decisiones sobre los cultivos de trigo y maíz, ni tampoco en materia de carnes vacunas, objeto reiterado de intervención estatal.
En tal escenario, resulta indispensable revivir la unidad de la Comisión de Enlace, dejando de lado diferencias menores, para fortalecer los pilares sobre los que se fundaron las actividades del pasado inmediato. Es necesario recordar que tanto el campo como sus industrias son las únicas actividades presentes a lo largo y a lo ancho del país, generando producción, empleo y exportaciones.
Sus peticiones, lejos de ser mezquinas y sectoriales, son legítimas expresiones destinadas a evitar que los gobiernos se apoderen groseramente de sus ingresos por la vía de impuestos a sus exportaciones.