La Mona: "Me voy a morir en el escenario"
La Mona Jiménez cumple 60 años y reivindica su intuición para encontrar el éxito, dice que 2010 fue un año espectacular y piensa que el retiro no es una opción.
Por natural que nos resulte, la situación no deja de sorprender. Un cantante popular que llega a los 60 (los cumple el martes, los celebra el miércoles en Forja) afronta conciertos de martes a sábados, superando en cada uno de ellos el promedio de dos horas de duración. Es demasiada exigencia y, efectivamente, aún deja estupefacto a cualquiera apreciar cómo la sobrelleva.
Carlitos "Mona" Jiménez, el artista que ha humanizado esa demanda de entretenimiento perpetuo, está ahora en el pequeño camarín de La Sala del Rey, descansando luego de una selección intensa, que hubiera acostado al frontman más pintado. El calor y la humedad restaron oxígeno, la transpiración le gotea por los codos, pero él se la banca. "Me voy a morir allá arriba, yo", le dice a VOS señalando hacia el escenario y apenas un nivel más abajo en cuestión de adrenalina. Mientras, puertas afuera, futbolistas y chicas de minis cortísimas esperan por una foto. "Prefiero esa muerte a cualquiera que te imagines, prefiero morirme ahí arriba a que me atropelle un auto cuando voy en bicicleta", añade para remarcar que habla en serio.
–(El percusionista) Domingo Cura falleció en el escenario y fue un bajón. No sé si estaría bueno, Carlos.
–Si algún día me tiene que pasar algo, que sea acá. Hace 43 años que estoy cantando esta música y cada vez me gusta más, cada vez la siento más. Vos mismo me dijiste recién en el escenario cuando te miré: "Está saliendo bárbaro, Carlos". Y sí, estoy en un buen momento. Yo sé que no sos de este palo, que te gusta el rock, pero tenés que reconocérmelo.
–Te lo reconozco. Es más, me parece impresionante que estés tan al palo en un momento en el que, en el espectáculo argentino, hubo un llamado a moderar por lo que le pasó a Cerati.
–Vos decís de Cerati, pero también está el otro pibe, el de los hermanos... ¿cómo se llama?
–¿Gabriel Ruiz Díaz, de Catupecu?
–Sí, todavía está vegetando ese muchacho, pobre. Y yo también estuve en ese estado. A los 21 me pasó. Tuve cinco meses en coma, y la mina que estaba conmigo, que me había conseguido el pasaporte para ir a Estados Unidos, se piró cuando el médico le dijo "no creo que pueda salir: de 10 se salva uno en estos casos". Y me salvé. No temo nada y los milagros se pueden dar. Deseo de todo corazón que se despierte Cerati. Les iba a mandar una carta a sus familiares...
Con todo
El año pasado fue excepcional en la vida de Carlos Jiménez Rufino. Publicó una biografía que fue un éxito, editó discos muy por encima de su estándar histórico, fue el disparador de una película local que consiguió un suceso en Mar del Plata (De caravana) y encara una eterna gira despedida por el interior del país que, asegura, culminará este año. "Me despido del interior y me dedico a Córdoba. Ese es el plan", remata quien semanas atrás estuvo considerado entre los candidatos a Cordobés del Año por La Voz del Interior.
–Pero por ahora seguís de martes a domingo...
–De lunes, ¿qué martes? Si el lunes me entregaron el Premio Bustos y ya me tuve que poner las pilas. En esta etapa del año no hay francos.
–¿Y por qué te va bien?
–Porque no soy sabio pero tengo intuición. Yo me puedo despertar de golpe para llamarlo al Negro Álvarez y decirle que había soñado que la "Lore" (Lorena Jiménez, su hija cantante y actriz) podía estar en la obra que preparaba con Cacho. Les dije: "A ustedes les irá bien con la Lore". Ella no es una vedette, una mina para parar el culo. Es buena comediante. Y arreglaron...
–A propósito, para Lorena y "Carli", que ahora canta con vos, debe de ser jodido. ¿Es una mochila ser el hijo de "la Mona"?
–Tienen que hacer la suya. Lo del Carli... La gente sabe que canta bien y no me imita. Es de mi sangre, y algunos rasgos de la voz pueden ser similares, pero no me imita.
–¿Por qué no vas a un profesor de canto?
–Porque mi yeite ya está, tengo 60, no creo que lo cambie. A los 18, Berna me mandó a un profe de canto. Era un italiano que cantaba de puta madre, pero era para ópera y pretendía prepararme a mí para la música culta. Estuve seis meses... Y el alumno perfecto de ese profe, la promesa de la lírica, después de 10 años lo vi manejando un taxi. La suerte no estaba de su lado. Yo sé lo que pasa con la canción. Se lo digo a mis músicos: "Mirá a ese parararraá, llevalo para este pararararirurá (canta, tararea)". Creo que es clave no sentirme una estrella.
–¿Cómo te fue con la Presidenta cuando se inauguró el tramo que faltaba de la autopista Córdoba-Rosario?
–No la pude saludar. Ella dio el discurso y se tomó el olivo. Estuvo todo muy pautado en función de la Presidenta. Fito, por ejemplo, quería hacer prueba de sonido con sus músicos y alguien de protocolo le dijo que no. "¿Cómo que no hay prueba de sonidos para mis músicos, para mí?", viste que Fito es jodido. "Músicos, vuélvanse a Rosario", ordenó. Y cuando empieza el show, Fito me manda llamar para hacer un tema con él. "No he comido, estoy cagado de hambre", dije, pero me insistieron. Llegué al escenario, y Fito empezó Beso a beso, la cantó hasta el coro y cuando me tocaba a mí, me dejó regalado...
–¿Cómo?
–Me dejó regalado. Y entonces, antes de que siguiera, primereé y dije: "Por fin inauguramos este tramo de la autopista, aquí se han matado miles de personas durante el paso de tantos gobernadores y presidentes...". Los que terminaron la obra fueron los Kirchner. Por más que no los quieran, así fue.
–¿Vos los querés?
–No importa... Todos los políticos son unos mentirosos. Yo soy respetuoso y cumplo con las formas.
–¿Balance del año?
–Fue el más fuerte de los últimos tiempos. El último disco fue muy bueno, mi gira despedida del interior fue exitosa. El libro, el Gardel... Hace 10 años que gano el Gardel. Creo que Rodrigo me lo ganó por última vez, pero no en vida.
–¿Estás en paz con él?
–Claro que sí. Nunca tuve dramas con él.