La misma responsabilidad
Las alianzas políticas deben ser claras en sus programas y propuestas a la ciudadanía y no reducirse a meras sumatorias de votos, que parecen privilegiar las necesidades de sus dirigentes.
El país avanza cada vez a mayor velocidad en el proceso electoral que de hecho ya comenzó en algunas provincias, como Catamarca, Chubut y La Rioja, en tanto hoy se vota en Neuquén y en varios municipios.
Sin embargo, cuando queda relativamente poco tiempo para la presentación de las candidaturas provinciales (el próximo sábado) y nacionales (el 25 de este mes), hay muchas cuestiones que aún no están definidas, lo que genera una gran incertidumbre en la ciudadanía.
Tanto el kirchnerismo como la oposición política no están dando un buen ejemplo de coherencia en sus procedimientos, sobre todo en lo que concierne a la formación de alianzas que hasta hace poco tiempo hubieran parecido inverosímiles. Que Carlos Menem y Ramón Saadi aparezcan alineados en una misma vereda con el kirchnerismo parece un contrasentido, ya que Néstor Kirchner se encargó de demonizar y denostar hasta el cansancio a la "década maldita", achacándole lo peor de nuestra historia.
En cuanto al radicalismo, tampoco parece ser fiel a uno de sus principios históricos –la intransigencia– al sellar un pacto con un sector del peronismo en la provincia de Buenos Aires, cuando gran parte del arco político esperaba que formalizara una alianza con la centroizquierda de Hermes Binner. De todos modos, tampoco este da muestras de coherencia al suscribir un acuerdo en Córdoba con Luis Juez, alguien que viene del riñón del peronismo y cuyos gestos de intolerancia y grandilocuencia y su estilo populista poco o nada tienen que ver con el discurso socialdemócrata.
Se podrían citar varios ejemplos más, ya que en muchas provincias se reproducen alianzas o acuerdos intraducibles para los ciudadanos.
Quizá podría darse una explicación –que no tiene el carácter de una indulgencia– y es que en casi todos los países se forman coaliciones, algunas más estables y otras de efímera duración, fruto a su vez de la crisis de las identidades partidarias. También pesa el surgimiento de nuevas opciones, como los verdes o ecologistas, los partidos regionales, los neocomunistas y un fascismo o nacionalismo redivivo que levanta banderas xenófobas y reclama la expulsión de los inmigrantes, como sucede en Europa.
Una coalición interpartidaria no es objetable en sí misma, pero a condición de que sea muy clara en su programa, sus propuestas y su mensaje a la sociedad. Que haya alianzas o coaliciones entre partidos de centroizquierda y centroderecha, entre radicales y justicialistas, resulta lógico en un momento de extrema fragmentación del mapa político, en el que se borran las identidades y las fronteras. Pero las alianzas deben ser claras en sus programas y propuestas a la ciudadanía y no reducirse a meras sumatorias de votos, que más bien parecen privilegiar las necesidades de sus dirigentes.