La mejor Florencia Peña
Anoche vimos "Vale todo", su nueva comedia musical con una gran producción y elenco en El Nacional. La obra crece y se potencia cada vez que Florencia Peña está en escena.
Por Adrián Pallares
@adrianpalla
Por Rodrigo Lussich
@rodrigolussich
"Vale todo" (Anything goes) estrenada para la prensa e invitados anoche en El Nacional de la calle Corrientes, no sería lo que es sin Florencia Peña. Ni su mega producción, ni el gran cuerpo de baile, ni las canciones más pegadizas de Cole Porter, ni el gran elenco que la acompaña le hacen sombra a un verdadero faro escénico cuyo magnetismo y talento no tienen punto de comparación.
El lugar de Florencia Peña es el escenario. Es dueña y señora de un carisma, un histrionismo y un caudal artístico que pocas podrían lograr. Porque hay grandes artistas en el musical argentino, pero ser una comediante como lo es, le da un plus que la coloca en otro lugar.
Ha entrenado su voz poderosamente -se supera a sí misma en todos los rubros con respecto a "Sweet Charity" (2006)- y encabeza, canta y baila un cuadro musical de tap que cierra el primer acto cuya sola realización vale la entrada de toda la obra. Fue su gran desafío porque de verdad la puesta es superlativa y son siete minutos de baile con ella y el ensamble, además de cantar el tema principal del espectáculo y no parar de bailar ni un segundo sin apenas agitarse.
Cuando los artistas hacen lo suyo solo hay que disfrutarlos. Florencia Peña es una de nuestras actrices más cuestionadas: se polemiza desde su postura política, un video porno, novios, programas que hace o deja de hacer, violencia de género o una pelea con Atilio Veronelli. Si cuenta o no con los favores del público en sus últimas apariciones, etc.
Pero aquí, perderse semejante performance por prejuicio o segundas lecturas, sería un gran desperdicio. La historia sucede en un crucero en plena crisis del 30; allí se mezclan una cantidad de personajes divertidos en una comedia de enredos cuya anécdota es menor con respecto al brillo de los cuadros musicales y la creación de cada actor y su personaje.
Brillan -junto a Peña- un adorable Enrique Pinti, la voz soberbia de Josefina Scaglione, una divertidísima Norhali Gago, el gran Roberto Catarineu en otra gran composición para el aplauso, Martín Salazar que se luce ampliamente y una sorprendente Sofía Pachano divertida y chispeante, con un cuadro musical casi al final que se lleva ovaciones. La exigencia vocal le juega alguna mala pasada a Diego Ramos, siempre efectivo. En el ensamble se destacan Flavia Pereda, Leo Bosio y Mariano Botindari.
Javier Faroni invirtió y produjo una ambiciosa puesta que dirige Alejandro Tantanián con solvencia, en una adaptación con guiños bien puestos por Fernando Masllorens y Federico Gonzalez del Pino. La orquesta suena impresionante. Pero la que está en su "vena" justa, metódica, estricta, impecable, luminosa y cautivante se llama Florencia Peña.
@adrianpalla
Por Rodrigo Lussich
@rodrigolussich
"Vale todo" (Anything goes) estrenada para la prensa e invitados anoche en El Nacional de la calle Corrientes, no sería lo que es sin Florencia Peña. Ni su mega producción, ni el gran cuerpo de baile, ni las canciones más pegadizas de Cole Porter, ni el gran elenco que la acompaña le hacen sombra a un verdadero faro escénico cuyo magnetismo y talento no tienen punto de comparación.
El lugar de Florencia Peña es el escenario. Es dueña y señora de un carisma, un histrionismo y un caudal artístico que pocas podrían lograr. Porque hay grandes artistas en el musical argentino, pero ser una comediante como lo es, le da un plus que la coloca en otro lugar.
Ha entrenado su voz poderosamente -se supera a sí misma en todos los rubros con respecto a "Sweet Charity" (2006)- y encabeza, canta y baila un cuadro musical de tap que cierra el primer acto cuya sola realización vale la entrada de toda la obra. Fue su gran desafío porque de verdad la puesta es superlativa y son siete minutos de baile con ella y el ensamble, además de cantar el tema principal del espectáculo y no parar de bailar ni un segundo sin apenas agitarse.
Cuando los artistas hacen lo suyo solo hay que disfrutarlos. Florencia Peña es una de nuestras actrices más cuestionadas: se polemiza desde su postura política, un video porno, novios, programas que hace o deja de hacer, violencia de género o una pelea con Atilio Veronelli. Si cuenta o no con los favores del público en sus últimas apariciones, etc.
Pero aquí, perderse semejante performance por prejuicio o segundas lecturas, sería un gran desperdicio. La historia sucede en un crucero en plena crisis del 30; allí se mezclan una cantidad de personajes divertidos en una comedia de enredos cuya anécdota es menor con respecto al brillo de los cuadros musicales y la creación de cada actor y su personaje.
Brillan -junto a Peña- un adorable Enrique Pinti, la voz soberbia de Josefina Scaglione, una divertidísima Norhali Gago, el gran Roberto Catarineu en otra gran composición para el aplauso, Martín Salazar que se luce ampliamente y una sorprendente Sofía Pachano divertida y chispeante, con un cuadro musical casi al final que se lleva ovaciones. La exigencia vocal le juega alguna mala pasada a Diego Ramos, siempre efectivo. En el ensamble se destacan Flavia Pereda, Leo Bosio y Mariano Botindari.
Javier Faroni invirtió y produjo una ambiciosa puesta que dirige Alejandro Tantanián con solvencia, en una adaptación con guiños bien puestos por Fernando Masllorens y Federico Gonzalez del Pino. La orquesta suena impresionante. Pero la que está en su "vena" justa, metódica, estricta, impecable, luminosa y cautivante se llama Florencia Peña.