La lucha es mujer
El 34° Encuentro Nacional de Mujeres en La Plata: la historia se escribe en presente.
El clima no pudo impedirlo, porque ya nada podrá hacerlo. Las mujeres están re-unidas y el patriarcado se va desmoronando. Se habla de casi quinientas mil mujeres presentes, pero ¿importa el número? Si representan a muchas, muchísimas, más. Se sabe que quienes toman las banderas, o pañuelos en este caso, se vuelven la cara visible de tantas otras que no pueden hacerlo. Los colores, los pasos, las voces, la energía. Esto recién empieza, estamos ante un movimiento histórico, político y social; pero (sobre todo) necesario e inevitable.
¿Quién difunde? ¿Cómo titula?
Un acto de tales características debe comunicarse, darse a conocer. Sin embargo, siempre habrá poderes que velan por los intereses de quienes ven sus valores tradicionales tambalear. Entonces notamos cómo se titula de manera irónica, o reduccionista, para opacar los objetivos y el alcance de este encuentro. Aprendamos a cuestionar costumbres nocivas, a revisar nomenclaturas, a entender la educación, la salud, la política y la comunicación como herramientas que responden a un sistema que no necesariamente nos identifica.
De qué se trata
Los encuentros cuentan con toda una organización transparente, accesible y efectiva: mapas, agenda, talleres, horarios, temáticas, puntos de reunión, consejos y hasta una app. De viernes a domingo se caminó a la par, de la mano y en positivo. Esta vez, no faltaron los impermeables, las botas y los paraguas; pero tampoco las ganas, el impulso y la emoción. La campaña #SomosPlurinacionales dio cuenta de un cambio de paradigma, una decisión por nombrar, por hacer visible a las diversidades.
Los talleres forman una parte muy enriquecedora y característica de estos encuentros. Son múltiples y se definen por temáticas en relación a la mujer: la maternidad, la salud, la tercera edad, el deporte, el abuso, la trata, la explotación, la juventud, el arte, el lenguaje inclusivo, la crisis, la monogamia y muchos más.
Profesionales, madres, amigas, parejas, docentes, familias, compañeras; el común denominador es la decisión de ser parte en cuerpo y mente de un una deconstrucción. Real y con agallas, con ovarios.
Repudiar femicidios, travesticidios y transfemicidios; reclamar el aborto, legal, seguro y gratuito; proclamar la educación sexual integral en todo el sistema educativo; promover la separación de la iglesia del Estado y exigir medidas contra el ajuste; no son solo verbos, son acciones que avanzan con pañuelos agitados a viva voz.
Deconstruirnos
Se habla mucho sobre este término. Se mezclan temas y se profundiza poco. Algunos sectores, más intelectuales y artísticos, llevan la delantera; otros avanzan con cierto cuidado y por último, están quienes aferrados a las normas establecidas quieren mantener un “statu quo” ya vencido. Entender el presente es un trabajo mental y corporal. El feminismo tiene mala prensa, es fácil de agredir, porque es difícil de entender si no se cuenta con la capacidad para correrse de un básico binario dado y digerido. Es fácil de insultar, porque genera un reflejo provocado por el temor, por creer que se estaría perdiendo algo (que siempre se dijo) valioso. ¿Tanto llama la atención una teta desnuda cuando no responde a objetivos comerciales? No se trata de estar de acuerdo en cada punto, se trata de estar abierto a replantearse lo naturalizado durante siglos. Se trata de luchar por un mundo más equitativo, cero tolerante a la violencia, más inclusivo y sobre todo, más humano.
Imagen: cortesía de Valeria Durán
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