La llave que abrió a Cristina las puertas del PJ
*Por Mario Fiore. La Presidente se valió del hecho de ser la única candidata oficialista en las primarias para copar las listas legislativas con sus soldados. Preparativos de una guerra por el poder que viene.
Una herramienta que Néstor Kirchner pensó para asegurarse el apoyo de todo el justicialismo -K y no K- a fin de poder ganar las elecciones venideras terminó sirviéndole a Cristina Fernández, su viuda, para colonizar las estructuras de un partido con el que siempre se miró con recelo. Las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias fueron introducidas en la Ley de Reforma Política para obligar al peronismo disidente a competir con Kirchner por el sello del PJ y la candidatura principal.
Al morir el ex presidente, el justicialismo opositor ya tenía decidido no darle competencia al kirchnerismo e ir por afuera del PJ, lo cual puso en duda hasta no hace mucho la realización de las elecciones del 14 de agosto.
Cristina Kirchner probablemente nunca haya dudado de la realización de las primarias, a juzgar por los resultados que obtuvo en el cierre de listas en todos los distritos del país. Con amplia adhesión según todas las encuestas, a la Presidenta le vino al pelo que los disidentes fueran por afuera y que ningún otro dirigente oficialista haya querido disputarle la candidatura presidencial. Al constituirse en la única candidata por todo el Frente para la Victoria, obligó hasta a los menos dóciles dirigentes oficialistas a acatar sus órdenes bajo amenaza de no permitirles llevar el 14 de agosto la boleta de "Cristina presidente".
Si un dirigente oficialista, cualquiera sea, le hubiera disputado la candidatura a Cristina, gobernadores o dirigentes de peso como José Manuel de la Sota o Carlos Verna podrían haber podido desobedecer las instrucciones de la Rosada y dar pelea en la primaria por las candidaturas a diputados y senadores nacionales. Aunque sea, para colocar en la nómina definitiva ?la que llegará al 23 de octubre? alguna postulación por la minoría. Pero como la Presidenta es la dueña de la lista 2 Celeste y Blanca, que la llevará como candidata, eligió a quiénes llevar abajo y a quiénes no.
El pampeano Verna debió bajar sus candidatos a diputado para poner militantes de La Cámpora porque si no hubiera tenido que ir el 23 de octubre, cuando busca ser electo gobernador, sin la boleta de Cristina. Obviamente, no se animó.
El cordobés De la Sota aún no define si bajará sus postulantes, pero no tiene tanta presión porque su test electoral es el 7 de agosto. Aunque si arregla con la Rosada y le toca gobernar la provincia mediterránea no tendrá ningún legislador propio en el Congreso.
El peronismo en su conjunto mira con desdén al gobernador bonaerense Daniel Scioli. Era el único oficialista que hubiera podido competir contra Cristina por la Presidencia. Pero el riesgo político no está asociado al ADN de Scioli y eligió en los primeros meses del año subordinarse a la Casa Rosada. Como se sabe, Cristina no tuvo piedad: le puso como candidato a vicegobernador a Gabriel Mariotto y le armó todas las listas legislativas.
El ex motonauta quedó encorsetado. Si gana no tendrá reelección y su intención de ser presidenciable en 2015 podría naufragar con una gestión llena de presiones del kirchnerismo. Encima, sus aliados, los intendentes del conurbano, están que trinan porque lo consideran el principal responsable de la avanzada cristinista. "No lo respeta nadie más", dijo un diputado nacional conocedor del asunto.
La audaz jugada de Cristina Kirchner, que aspira a ganar 75 de las 129 bancas de diputados en juego, es también un sinceramiento de la relación de la Presidenta con el PJ. Sin Kirchner, que mediaba entre ella y los caudillos, la jefa del Estado se inclinó por quitarle el poder de presión a gobernadores y caciques, por lo cual exigió para sí el grueso de las candidaturas de diputados y senadores ya que éstas deberán ir pegadas a su boleta el 14 de agosto y el 23 de octubre.
En las listas del Frente para la Victoria sólo se colaron un puñado de candidatos sin ADN K; se acotó así la posibilidad de que decenas de diputados se pasen a la oposición como ocurrió en 2008 tras la guerra del Gobierno con el sector agroexportador.
La Presidenta ya atravesó la etapa clave del armado electoral, ahora tiene que pasar por las urnas. El único daño que podrían causarle aquellos dirigentes que salieron heridos del cierre de las listas es no movilizar personas el 14 de agosto a fin de que la Presidenta no tenga una masa de votos suficientemente grande como para cimentar la idea de que "ya ganó".
El efecto favorecería a la oposición, porque le daría esperanzas de arrimarse el 23 de octubre y exigir un balotaje. Pero es difícil de creer que la dirigencia del oficialismo ponga en riesgo sus victorias en sus territorios en octubre sólo para darle un susto a la Presidenta en agosto.
"El kirchnerismo no es un proyecto de país; es un proyecto de poder", se cansa de repetir el senador radical Ernesto Sanz. La idea de un "proyecto de poder" que incluía a dos personas (Néstor y Cristina Kirchner) que proporciona Sanz sirve para analizar el estado del poder político en la Argentina.
Sin Kirchner y sin posibilidad de una nueva reelección, Cristina -de ganar las elecciones- está obligada a ensayar un nuevo esquema de poder. De ahí su avanzada sobre la estructura del PJ en la que Kirchner se había recostado. Por lo menos, tendrá dos años de cierta tranquilidad, estiman en su entorno.
Pero la resolución del dilema de la sucesión abrirá tarde o temprano una guerra interna. Será entonces cuando Cristina deberá demostrar si el kirchnerismo es un proyecto que incluye a más dirigentes o si ese "movimiento" al que ella aludió cuando anunció a su compañero de fórmula ("no somos una cofradía", sostuvo con seriedad y ocultando la ironía de haber monopolizado el armado de las listas) trasciende a la familia Kirchner.