La leyenda detrás de Verga Hermanos, la empresa familiar de 122 años que "trae suerte"
Fundada en 1895, es una de las mudadoras más conocidas de la Ciudad de Buenos Aires; la actual gerente es nuera de la tercera generación y creó los remates "Usá usado" que siguen creciendo.
Nota extraída del diario La Nación
Un camión de mudanzas que despierta pasiones es difícil de explicar, pero cualquiera que transite o viva en la ciudad de Buenos Aires seguramente alguna vez se cruzó con el logo de Verga Hermanos y esbozó una sonrisa, hizo un chiste o incluso lo persiguió para sacarse una foto. Además del particular nombre, hay un mito urbano, según el cual, cruzarse con uno trae suerte por lo que mucha gente también va diariamente a tocar el portón de la empresa, ubicada en el barrio de Almagro. "He llegado a repartir astillitas entre los que vienen", contó la gerenta Jorgelina García, quien se hizo cargo de la pyme familiar en 2001, tras la muerte de su esposo, bisnieto de los hermanos Verga.
A fines del siglo XIX, Juan Bautista y Ángel Verga se desempeñaban como ebanistas. Trabajaban en ébano y otras maderas finas y construían muebles muy distinguidos. Sin embargo, tenían un problema para trasladarlos con la tecnología de la época que eran carros a caballo. De esa dificultad surgió la idea de las mudanzas y la empresa que funciona desde 1895 en Bulnes al 400, aunque el actual edificio art decó de siete pisos data de 1940.
"Los hermanos Verga eran unos genios. Yo en mi casa tengo un bureau divino hecho por ellos y cuadros en que les daban premios. Ellos pensaron en cómo trasladar mega muebles y de ahí surgieron las mudanzas y los expresos. Hugo Moyano trabajó acá. Era el que iba junto al chofer que hacía los expresos diarios a Mar del Plata. Era menor de edad y no conducía. A los acompañantes, se les dice lechuza y él era lechuza ", relató García.
A pesar de ser una empresa familiar, los Verga se fueron quedando con pocos descendientes y tuvieron muchas hijas, por lo que la única que conserva el apellido es la suegra de Jorgelina, María Nélida "Nelly" Verga de García, de 92 años.
"Yo soy García y me casé con un García. El apellido Verga se fue extinguiendo al no haber habido hijos varones. Nelly tuvo un hermano, pero falleció a los 5 años. Como anécdota, mi marido, el hijo de Nelly, contaba que cuando empezó la facultad intentó llamarse García Verga y fue muy fuerte, no pudo. No superó tanto chiste. Te pasa hoy por hoy. De la camada que entró conmigo en la administración, todos contamos que al principio era difícil decir 'Te llamo de Verga'", recordó.
Los mitos
El nombre los ayudó sin embargo a nivel de marca. Eso, y el mito urbano según el cual ver un camión de Verga Hermanos trae suerte. "Son esas cosas buenísimas que logra el marketing. ¿Sabés la cantidad de gente que viene por día a tocar el portón? Yo he regalado astillitas porque me decían ´por favor, acuérdese de mí si algún día llega a desarmarlo´", contó.
Según García, todo surgió porque Mario Pergolini les fue a hacer una nota en el primer programa de CQC y dijo que Verga Hermanos le trajo suerte y después se fueron sumando las fotos que se saca la gente con el camión y sube a las redes sociales.
La actual gerencia
García entró en un momento crítico para la empresa, después de la muerte de su esposo, tras un cáncer, y en medio de la crisis de 2001. Ella venía de gerenciar compañías y, en ese entonces, trabajaba en una firma internacional de recolección de residuos. "Hoy hacemos 100 mudanzas al mes y en ese momento estábamos en unas 40 y estaba muy bien. Qué le faltaba: que había sido una empresa administrada por una persona que tenía que ir al sanatorio, hacerse la quimio y volver, aguantado todos los avatares, y más en esos años que fueron tremendos. Así que eso demostró la solidez de la marca. Hoy, viéndolo hacia atrás, estuvo re bueno que me hiciera cargo, valió la pena. La empresa se volvió a posicionar, creció y tiene más personal", afirmó.
En su gestión, García innovó en varios frentes. Su primer objetivo fue deshacerse de los canastos de mimbre con los que se hacían las mudanzas. Según ella, la empresa tenía millones de pesos en canastos, eran un activo, pero eran antihigiénicos, ocupaban espacio y se arruinaban con la lluvia. Entonces empezaron a usar cajas de cartón recicladas y se convirtieron en la primera empresa de mudanza sustentable del país. En cuanto al embalaje, la gerente comentó que comenzaron a ofrecer un kit que sirve, por ejemplo, para meter la vajilla en sobres y cajas con un formato especial para poner y sacar, sin necesidad de lavar lo que se desempaca.
Pero lo más novedoso fue sin duda la idea de los remates Usá Usado, inspirada por el concepto de economía circular para darle una nueva oportunidad a las cosas. "Yo estaba muy capacitada en lo referido a reciclado y me espantaba un poco ver cómo se venía generando la economía circular en el mundo mientras que acá se terminaban las mudanzas y la gente no sabía qué hacer con los muebles. Entonces empezamos a ofrecer el servicio para que dejaran en el camión lo que no quisiesen mudar. Cuando entra la mercadería, se hace un contrato de consignación y se le envía al cliente una descripción de cómo se recibieron las cosas, cuál es su valor y la comisión de la empresa y si hay cosas para donar, porque también trabajamos con organizaciones sociales", puntualizó.
Si bien no sucede mucho, García dijo que alguna vez pasó que alguien mandara algo sin conocer que se trataba de un objeto valioso. "En esos casos llamamos al cliente y le preguntamos si sabe que nos mandó una pieza que tiene X valor y discutimos un poco el precio, pero mucha gente sabiendo lo que tiene, nos manda cuadros de autor, piezas firmadas o juegos de vajilla europea del 1800 con 190 piezas. Como también están los que te mandan el colchón porque no lo quieren más", reveló.
En 13 años, Usá Usado fue creciendo. Al principio era un remate cada un mes, luego, uno cada tres semanas, después un remate cada dos semanas y una barata una vez al año y hoy hay un remate cada dos semanas, una mini barata cada dos semanas, un local textil en Mercedes abierto permanentemente y dos baratas sociales en un club social en Merlo. "Todo esto para ubicar la cantidad de mercadería que manejamos. Ojo que la posibilidad de crecer es extensísima y es un negocio que se puede hasta franquiciar", concluyó.