La innovación en el turismo
Las innovaciones en la concepción y la fabricación de los productos turísticos se están planteando bajo la luz de los principios inscriptos en la Declaración de Manila sobre el Turismo Mundial, confirmada por el Documento de Acapulco.
Estos principios son otras tantas escalas de valor: la falta de aplicación de las prescripciones de Manila como la relativa al desarrollo del turismo nacional o la ayuda a las personas de ingresos reducidos, tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados.
El papel del Estado va a ser determinante en las modificaciones que experimentarán los movimientos turísticos. Más allá de este sector directo o indirecto de intervención, será también deseable que los gobiernos, como los operadores de turismo, dispongan de una metodología que favorezcan y faciliten la promoción y la puesta en marcha de las innovaciones posibles y probables.
El método más apropiado consistirá en seguir las cuatro etapas siguientes: la fase de investigación, la de experimentación, la de determinación de los marcos de la innovación y por último la fase de definición de las medidas de ayuda y de intervención.
Investigación
Se trata aquí de investigaciones aplicadas y no de investigación fundamental. A partir de las innovaciones tecnológicas generales, que afectan tanto a los transportes como al alojamiento y a los demás componentes de los productos turísticos, deberían estudiarse las condiciones eventuales de aplicación de aquellas tecnologías y sus probables consecuencias. Esta fase, muy importante, debe organizarse según tres criterios determinantes:
• Una gestión exhaustiva que excluya todo apriorismo y retenga diversas hipótesis factibles;
• Un estudio completo de cada hipótesis, antes de rechazarla o conservarla;
• Conocimiento tanto de las tecnologías generales como de los fenómenos turísticos, con un sentido de la previsión y de anticipación.
Esta fase de investigación es fundamental. Paradójicamente evita, por su carácter exhaustivo, la dispersión de los esfuerzos en las frases siguientes y, por este hecho, es factor de eficacia y economía. Resulta necesario que a nivel tanto de los gobiernos como de los operadores de turismo esta fase se realice por medio de equipos pluridisciplinarios de economistas, sociólogos, arquitectos y especialistas del turismo, aunque cuidado de que los costos de la investigación no pasen de cierto porcentaje del costo total de un proyecto (del 5 al 15% aproximadamente).
Experimentación
La fase de investigación habrá permitido establecer ciertas hipótesis de aplicación que lleven a la definición de productos piloto. Entonces puede efectuarse el proceso de experimentación, por medio de operaciones llevadas a cabo ya sea por los gobiernos o indirectamente por ciertos operadores de turismo. En este último caso la financiación puede ser exclusivamente de los operadores o bien distribuirse entre las administraciones nacionales de turismo y los operadores.
La dificultad de experimentar los productos-piloto, en turismo especialmente, depende en primer lugar de los condicionamientos financieros. Para poder juzgar válidamente acerca de las posibilidades de desarrollo de un producto turístico experimental convendrá respetar, al menos, tres imperativos: la elaboración en tamaño natural del producto sometido a prueba; la inclusión en una escala correspondiente de distribución y de comunicación y el tiempo necesario para que viva el producto turístico durante, por lo menos, cuatro temporadas.
Estos requisitos son la clave del éxito en la experimentación. Se traducen por una inversión importante, y de aquí la obligación ya señalada de unos detallados estudios previos, para evitar
todo error y toda sorpresa.
Determinación delos marcos de la innovación
Esta fase debería realizarse con la mayor eficacia posible. Para esto, sería conveniente que la experimentación fuera patrocinada, o asumida, por las mismas administraciones nacionales de turismo, especialmente en los países que se abren a las actividades turísticas. En efecto, es importante, a partir de los resultados de la experimentación de los productos-piloto, definir un conjunto de reglas de aplicación antes de lanzarlos al turismo nacional e internacional.
Al controlar las condiciones de la experimentación y disponer del análisis de estos resultados, las administraciones nacionales del sector podrán no sólo prescribir reglamentos coercitivos, sino elaborar medidas de estimulación y de incitación. Pues no se tratará de intentar canalizar un fenómeno que no pudo controlarse en su origen. La innovación turística no será devastadora, como lo fue en otras ocasiones, sino por el contrario resultará fertilizadora y enriquecedora para todos.
Determinación de las medidas de ayuda y de intervención
Al haber controlado la innovación turística desde el principio, las administraciones nacionales de turismo podrán perfectamente dar las dimensiones y la importancia que deseen, por medio de ayudas y de intervenciones reglamentarias y legislativas. Les será posible no sólo prever la expansión de una u otra innovación, sino también privilegiarla y dirigirla a cualquier categoría de consumidores, hacia una región más bien que hacia otras.
De lo posible a lo probable
La demanda. Si la procedente del país industrializado puede ser fácilmente proyectada en las nuevas innovaciones descriptas en el capítulo anterior, la demanda de las nuevas capas de población que tienen acceso al mundo del recreo y del turismo, tanto en los países en desarrollo, parece solamente como probable.
Pero es posible con la ayuda importante de los Estados –especialmente en el caso de los países en desarrollo– que se pueda desarrollar el turismo nacional, haciendo que se beneficien de él ciertas categorías de población como los jóvenes y las familias.
Por el contrario, es probable que los objetivos descriptos en Manila no sean aplicados total y rápidamente. En consecuencia, las innovaciones en la concepción y la fabricación de los productos turísticos se encontrarán frenadas por la falta de una demanda procedente de los nuevos beneficiarios, representados por las otras capas de la población que obtienen acceso al turismo.
Por su parte, la demanda tradicional sufrirá un cierto maltusianismo. No disminuirá en su intensidad, pero cambiará sus capacidades financieras, lo que frenará así sus deseos. Se orientará hacia satisfacciones más profundas, más densas.
Los transportes. Este sector no experimentará cambios profundos como consecuencia de la innovación tecnológica. Se asistirá únicamente a una mejora relacionada con los costos, obtenida por un aumento del rendimiento energético.
Los transportistas aéreos se verán obligados quizá a cerrar ciertas líneas comerciales, a reducir ciertas frecuencias y pedirán a los Estados que mejoren el trazado de las rutas para evitar todo rodeo inútil. También solicitarán que se desarrollen los transportes fletados.
El automóvil particular no se empleará tanto en forma impulsiva. En los planos tanto profesional como de vacaciones, los gastos de transporte se controlarán mejor y no se tomará la carretera por el simple hecho de salir a ella, como anteriormente. Por otra parte, se observará un desarrollo considerable del turismo por automotor.