La inflación y el tipo de cambio

Entre los últimos días del 2001 y los primeros del 2002 se adoptaron  brutales medidas económicas, cuyos efectos positivos (para algunos) y negativos (para otros) aún se siguen sintiendo.

Derogación del la convertibilidad monetaria, devaluación del peso en más de 200%; expropiación de los depósitos bancarios en dólares; aplicación de retenciones a las exportaciones de granos especialmente; notable caída de los salarios en pesos y en dólares y default de la deuda pública. Desde entonces se han ido acumulando una serie de desajustes, de desequilibrios,  en la economía que son cada vez más notorios y graves.

Uno de estos desequilibrios radica en la dispar evolución de la inflación interna, la evolución de los costos de producción y el tipo de cambio y las consecuencias que implica para toda la economía.

La enorme devaluación, en una primera etapa, se trasladó sólo en parte a los precios internos, debido la profunda recesión en que se encontraba la economía. Esta situación se tradujo en que el dólar súper alto fuese una barrera a las importaciones y un fuerte incentivo a la sustitución de las mismas por producción nacional, contribuyendo a la reactivación de la economía. Obviamente que ese tipo de cambio constituyó un fuerte estímulo a las exportaciones, aún aquellas a las se aplicó altas retenciones.

La derivación de este hecho fue un alto superávit comercial, que permitió un fuerte aumento de las reservas del Banco Central.

Pero con el transcurso del tiempo y la reactivación de la economía, reapareció la inflación que se acentuó con intensidad desde el 2006 en adelante. Los efectos de la inflación se han hecho sentir mucho más en los costos de producción, que en el poder adquisitivo de la población sobretodo en los trabajadores formales, dado que los salarios han seguido muy en línea con la evolución de los precios. Pero a su vez la evolución de los salarios ha sido uno de los componentes importantes en el aumento de los costos. En tanto que el tipo de cambio a lo largo de la década rondó entre los $3,50 y los $4,10 actuales, agudizándose la diferente evolución entre inflación y tipo de cambio a partir del 2007.

La consecuencia es una situación evidente y cada día mas seria. Argentina tiene inflación en dólares. Solamente en los últimos doce meses la inflación en dólares ronda el 20%, o lo que es lo mismo el pesos se ha apreciado en esa proporción. Los efectos sobre la economía son múltiples, como siempre para algunos positivos y para otros negativos.

Un ejemplo visible: con dólar "barato" hay fuerte incentivo a viajar al exterior, los aviones van completos de turistas al exterior. A su vez Argentina se ha vuelto un país muy "caro" en dólares, hay numerosos indicadores al respecto desde cuanto se paga un café o una gaseosa, o el metro cuadrado de construcción.

La situación de costos internos y tipo de cambio incentiva la importación de bienes ya que resulta más barato que producirlos internamente. De ahí las medidas de limitaciones y prohibiciones de importar numerosos bienes, que afectan tanto a los consumidores como a las empresas que los necesitan para producir. Por el lado de las exportaciones la situación, para ciertos sectores como las exportaciones de nuestra provincia, se torna crítica. La inflación en dólares no se puede trasladar a los precios de los productos que se exportan, los mercados internacionales tienen otros proveedores dispuestos a bajar los precios no ha subirlos, por tanto perdemos mercados, como ya está ocurriendo.

El lector se preguntará, con razón, cómo es que las exportaciones argentinas siguen creciendo. Nos ayuda la evolución de los precios de granos y derivados. Un solo dato es elocuente: en último año el precio ponderado de soja, trigo, maíz y girasol aumentó 43% en dólares, esa es la razón por cual seguimos en la bonanza. Pero el desequilibrio existe y algún momento se tendrá que corregir.