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La increíble historia del "robot" salteño que renunció a su trabajo y ahora tiene 19 millones de seguidores en TikTok

Se llama Diego Suárez y es conocido como Michelo 2.0 en las redes.


Frente al Cabildo de la ciudad de Salta, sentado en uno de los bancos que rodean la plaza 9 de Julio, Diego Omar Suárez aguarda paciente. A su lado, un hombre con el rostro hundido en la capucha de un buzo revuelve una bolsa que guarda otras bolsas.

“Siempre me gusta sentarme acá y verlo. A él le tienen que hacer una nota, es el personaje más famoso de Salta. Le da comida a los perros que duermen en la calle. Está todo el día acá pidiendo monedas, y lo que junta es para los perros. Lo admiro mucho”, cuenta el protagonista de esta historia a TN.

Vestido de negro, con una valija del mismo color, Suárez no pasa desapercibido ante una decena de niños y adolescentes que se agrupan en el lugar para fotografiarlo. Son apenas un puñado entre los más de 19 millones de seguidores que posee en TikTok.

“Pensaba cómo salir de acá, de la calle, y durante la pandemia comencé a hacer videos en TikTok. Ni siquiera estaba de moda, era algo nuevo. Lo probé porque se podían editar y yo quería subirlos a YouTube e Instagram. Publiqué un borrador y tuvo 20 mil reproducciones, para mí fue un montón”, cuenta Suárez.

El dato es contundente: Suárez -conocido en las redes sociales como Michelo 2.0- es uno de los tiktokers con más seguidores del país. Para graficar su alcance -y solo por citar dos ejemplos- Sergio “Kun” Agüero tiene 2.6 millones de seguidores y Tini no supera los ocho millones.

“No tuve mucho estímulo artístico. Solo mi abuelo que tocaba la guitarra. Aprendí eso, pero nunca nada relacionado al baile, como me gusta hoy en día. Mi infancia fue estudiar, jugar con mis amigos, no tuve algo que me haga decir ‘quiero ser artista’”, explica.

Michelo nació en Aguaray, localidad del norte de Salta. Sus padres están divorciados y gracias a su arte logró independizarse, aunque le gusta volver más que antes a la casa de su mamá para generar contenido junto a ella y una de sus hermanas.

“Cuando era chico, mi sueño real era ser militar, entrar al ejército. Se frustró cuando me hice los estudios. Detectaron que tenía escoliosis y pie plano. Me dijeron que no tenía chances de ingresar. Fue el quiebre de mi sueño”, recuerda Michelo.

El hombre de 30 años se había propuesto de muy chico alcanzar dicho objetivo. “Lo tenía fijo. Apenas podía entrenaba, hacía los circuitos corriendo. Toda la exigencia que pedían. Entrenaba duro para eso, pero bueno, la realidad es que no pude, porque no dependió de mí”, agrega.

“El sueño de mi vida se esfumaba, quedé en la nada, perdido prácticamente. No sabía qué hacer de mi vida”, rememora.

Aquella angustia lo inmovilizó. Se encerró en su casa sin ningún propósito: había terminado la secundaria, desconocía qué quería estudiar y tampoco tenía ganas de trabajar. “Un vecino me dijo que su papá tenía unas changas para hacer en un depósito. Fui a ‘changuear’ un rato, me quedé trabajando un año con su viejo”, detalla.

Un terciario cerca de su casa lo acercó al estudio: Tecnicatura en Relaciones Laborales. “Empecé a trabajar en la carnicería de un supermercado grande de Salta mientras estudiaba. “Trabajaba prácticamente de lunes a lunes, me daban franco al azar. Mientras veía a los chicos que bailaban como robots en Internet. Me gustaba tanto que lo empecé a practicar en los vidrios de la carnicería”, dice.

Michelo sintió que había tocado fondo: “Estaba harto de mi vida, de mi trabajo, odiaba a mis compañeros. Un día me cansé tanto de todo que renuncié. Tiré todo y dije bueno, me pongo a bailar acá en la calle. Qué se vaya todo a la miércoles”.

El salteño esperó a recibirse para renunciar a su trabajo: así pudo ahorrar algunos sueldos e invertir en su arte callejero. Se compró un pequeño parlante y se ubicó en la icónica y concurrida plaza 9 de Julio de la capital provincial.

“Bailé como ocho o nueve meses sin el traje de robot. Lo incorporé porque veía la manera de ser mejor, juntar más gente. Y como mi objetivo no era vivir en la calle, se me ocurrió que si bailaba y me veían como robot me iba a ir mejor”, expresa.

Se decidió por un traje oscuro y un sombrero iluminados por luces led. Utilizó sus últimos dos sueldos como carnicero para pagarle a un diseñador salteño, quien finalmente lo estafó: “Nunca me lo entregó”. El segundo intento también fue por encargo pero en Buenos Aires. “Me lo mandó, pero lo usé y se rompió todo”, indica.

Para evitar seguir perdiendo dinero, buscó tutoriales en Internet y aprendió a confeccionarlo. “No sabía nada de electrónica, pero lo diseñé adaptándolo al baile”, explica. Lo hizo a la perfección, controlado por un pulsador que lleva en su mano izquierda y modifica el color de las luces. En su boca colocó un protector bucal para prevenir que su saliva moje los cables.

“No descanso un día, todos los días hago videos. Entre 10 y 40 por día. Mi vida gira en torno a esto”, responde Michelo.

Revela que “no tenía expectativas” y que “solamente di lo mejor día a día. Trabajo duro, lo más que puedo”. También sostiene que en sus comienzos “realicé 100 videos en tres días. Varios se hicieron virales. Pensé: ‘Sigamos con este método’. Y fui creciendo de a 40 mil seguidores por día”.


Consultado por la incredulidad que genera el número alcanzado, Michelo exhibe las métricas que arroja la red social para certificar que su crecimiento es real. “La clave para sumar seguidores es tener contenido viral todos los días”, manifiesta.

“Actualmente en Latinoamérica no se monetiza como en Europa y Estados Unidos, que se gana por visitas. Hoy la única manera de monetizar en TikTok en Argentina es por los vivos o por publicidad de otras aplicaciones, que es lo que actualmente hago”, cuenta.

Y continúa: “Me compré un auto, me permite vivir solo, ayudar a mi mamá, vivir bien, dignamente. Comparado con lo que ganaba en la calle, es mucho más de lo que recolectaba”.

“Sueño con incursionar en la música, ese sería mi próximo paso. Tengo como referencia a Daft Punk. Mientras tanto sigo trabajando duro, incluso más de lo que puedo”, remarca Michelo.

“¿Qué significa ser uno de los tiktokers con más seguidores en Argentina? Algo hermoso, superador, que me llena de orgullo. No por mí sino por mis sueños: demostrarle a la gente que uno puede empezar de abajo con nada y llegar hasta acá”, concluye.


Podés ver a Michelo en acción en TikTok en su cuenta oficial michelo2.0.

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