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La increíble historia de la casa que se vendía con un muerto

El insólito caso ocurrió en 2008 en Florida, Vicente López. Lavalle 2392 fue la escena del horror. La propiedad estaba en venta al 30 por ciento de su valor de mercado. El problema era que dentro de la casa había un muerto.

Podría haber sido el argumento de una película de humor negro. O una macabra trama criminal. Pero es una historia real que motivó un expediente judicial, ocurrió en el conurbano, en la localidad de Florida, partido de Vicente López, y terminó en la nada.

El 22 de mayo de 2008, un hombre se presentó en la comisaría 2da. de Vicente López para contar que tenía ciertas sospechas sobre una operación inmobiliaria. Explicó que un hombre le había ofrecido comprar a tan sólo 50.000 dólares una casa que por sus dimensiones y ubicación debía valer al menos  150.000.

El denunciante también le explicó al oficial sumariante que sus dudas crecieron cuando este hombre, llamado Juan Carlos, le dijo que la casa no era suya pero no había ningún problema porque  el dueño había fallecido.

La casa en cuestión está ubicada en la calle Lavalle 2392 de Florida. La policía fue hasta el lugar y comenzó a hacer lo que ellos llaman "tareas de inteligencia". En realidad, hablaron con los vecinos. Todos coincidían en que el dueño de la casa era un anciano llamado Miguel Santamaría que vivía solo pero al que no veían hace años. El misterio comenzó a crecer.

Y todos volvieron a nombrar a un tal Juan Carlos -el mismo nombre de quien ofrecía la casa al 30 por ciento de su valor-, como un vecino que vivía en la misma cuadra y, de forma diaria, solía visitar y asistir al anciano Miguel.


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El problema era que algunos vecinos le contaron a la policía que Juan Carlos Barbero (61) -tal su nombre completo-, les daba distintas versiones sobre el paradero del anciano. A algunos les decía que Miguel se había ido de viaje y, a otros, que estaba internado en un geriátrico.

Con todos estos elementos, la policía hizo la consulta ante el fiscal de turno en Vicente López. El Dr. Alejandro Guevara ordenó un allanamiento de urgencia en Lavalle 2392. La policía entró a una vivienda completamente abandonada y llena de mugre pero jamás pensó que se iba a encontrar lo que encontró en el dormitorio.

Sobre una de las camas y tapado con una frazada a cuadros marrón hallaron un cadáver prácticamente momificado. Era el propietario, Miguel  Santamaría, quien no estaba en un geriátrico ni de viaje por el mundo. Estaba muerto en la cama de su propia casa, que estaba en venta claramente sin su consentimiento.

El fiscal Guevara convocó de inmediato a la Policía Científica. Había que investigar si lo que había comenzado con una simple denuncia por "averiguación de ilícito", podría transformarse en una investigación por "homicidio".

A simple vista y por la "cuerificación" que presentaba la piel y los tejidos del cadáver, los forenses que examinaron el cuerpo en la escena del hecho determinaron que la víctima llevaba fallecida al menos tres años.

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Y todo indicaba que Santamaría había muerto mientras dormía. Estaba recostado sobre su lado izquierdo, tenía el pijama y hasta el "papagayo" para orinar colocado.

No había signos de una muerte violenta pero igual esto debía confirmarse en la autopsia.  

Los forenses confirmaron la muerte natural. No detectaron ninguna lesión ni golpe que hiciera presumir que Santamaría hubiera sufrido una muerte traumática. Lo que lograron además es precisar la data de muerte. Los peritos determinaron que el anciano nacido el 7 de mayo de 1922 llevaba muerto en su cama cinco años, es decir, que había fallecido en 2003, cuando tenía 81 años. El dato científico pudo ser corroborado con la documentación encontrada en la casa, ya que desde ese mismo año no se pegaban las cuentas de los servicios.

Descartado el homicidio, el fiscal Guevara debía investigar al menos si el vecino que ofrecía la casa por un valor irrisorio, había cometido el delito de "estafa" intentando vender la propiedad o alguno de sus muebles.

Pero Barbero logró zafar del Código Penal. El fiscal tuvo que archivar la causa. Como la venta no se había concretado y todo se resumía a actos preparatorios con un ofrecimiento y una negociación sólo de palabra, no hubo delito que imputarle.

Increíblemente, el vecino que ofrecía una casa con un muerto sólo fue sancionado con una multa. El fiscal le dio intervención a las autoridades del Registro Civil porque Barbero no hizo la denuncia del deceso, y eso sólo se considera una falta administrativa.

Lavalle 2392, la casa que se vendía con un muerto, quedó a disposición de la Fiscalía de Estado porque Santamaría no tenía familiares que reclamen por sus bienes.