La increíble historia de Jorge Sampaoli, el técnico argentino que eliminó al campeón del mundo
Nacido en Casilda, fue forjando su carrera a base pasión, trabajo y obsesión por el fútbol.
En la cancha, Jorge Sampaoli no puede permanecer quieto. Moviéndose de un lado a otro, festeja, critica y remarca constantemente a los jugadores, a pesar de que estén logrando una victoria de enorme trascendencia, como la obtenida ante España.
Así, como es en el banco de suplentes, es en la vida. Nacido en Casilda, a 50 km de Rosario, inició su carrera en Newell's, aunque a los 20 años debió retirarse por una doble fractura de tibia y peroné.
En ese momento comenzó su carrera de entrenador. Para él, el fútbol es la vida. Comenzó entrenando al club Alumni, donde logró salir campeón y tuvo una historia más que particular: una vez lo expulsaron a los pocos minutos de comenzado un encuentro por las protestas constantes. No se quedó de brazos cruzados, y se subió a un árbol para seguir dando indicaciones. ¿Cómo terminó el encuentro? Su equipo perdió, pero él ganó.
Por ese compromiso, fue elegido para dirigir Argentino de Rosario, club en el cual jugó Marcelo Bielsa, el ídolo de Sampaoli. Tan bielsista es el actual técnico de Chile, que se colaba a los entrenamientos del "Loco" para ver cómo trabajaba.
Alejado de la calva que hoy luce, fue forjando su carrera a base de trabajo y compromiso. Tanto fue así, que les pidió a los juveniles de Alumni que dejaran el estudio y el trabajo para poder entrenar: "Algunos padres casi me matan", explicó con el tiempo, el hombre que vive para el fútbol.
Juan Aurich, Sport Boys, Coronel Bolognesi, Sporting Cristal (todos de Perú), Emelec (Ecuador), O'Higgins y Universidad de Chile fueron los equipos que lo disfrutaron antes de llegar al primer nivel mundial.
Pero como durante mucho tiempo el fútbol no le dio de comer, debió improvisar entre otros oficios. Por ejemplo, fue cajero del banco Provincia durante muchos años, donde le destacaban su "capacidad de contar billetes y su obsesión por el fútbol".
Luego, con la privatización del banco en los albores de la década menemista, pasó a ser "juez de paz" en un registro civil, donde hacía las partidas de defunción y casamientos.
Los años pasaron y hoy está en la cima del cielo, tras haber eliminado al último campeón del mundo. Sin embargo, no se olvida de sus orígenes, y todos los años manda donaciones a Alumni, con las cuales el club pudo pintar su estadio, armar un gimnasio y sembrar el césped. Un loco auténtico.