La historia que no se conocía: Tevez se le plantó a Daniel Angelici el día de los incidentes en el Monumental
El Apache, Gago y Benedetto fueron los más enojados. ¿Qué se dijeron en el vestuario?
Pasaron diez días desde el ataque al micro de Boca que derivó en un partido inconcluso que tendrá su punto final en Madrid. A 10 mil kilómetros del lugar de los hechos y en un Santiago Bernabéu en el que tendrá apoyo de su público. Un escenario completamente distinto al que lo esperaba el 24 de noviembre, un Monumental cargado de hinchas de River. El desarraigo de la definición de la Copa Libertadores supone un claro beneficio para el bicampeón del fútbol argentino. Y mucho tuvieron que ver los referentes para forzar la suspensión de la revancha en Núñez. Más allá, claro está, del incidente en Lidoro Quinteros y Avenida del Libertador y el descontrol en el anillo interno.
Confirmada la nueva sede de la final, empiezan a conocerse detalles de esos momentos de tensión que se vivieron en el vestuario visitante. Y aunque en River piensen que hubo algo de exageración, lo cierto es que no estaban dadas las condiciones para salir a jugar un partido tan trascendental después de semejante recepción de los barras. Aunque hubo una suerte de cabildo abierto entre los jugadores y Daniel Angelici, un presidente que se vio entre la espada de la Conmebol y la pared de un plantel herido y caliente.
"Tenemos que jugar", les dijo Angelici a los jugadores, quienes todavía intentaban reponerse del efecto del gas pimienta y los piedrazos que lanzó el grupo violento. "Nos obliga la Conmebol. Si no entramos a la cancha, perdemos los puntos", agregó el dirigente. Entonces, Tevez se plantó. "No jugamos un carajo", disparó el líder del grupo. Y lo siguieron Fernando Gago y Darío Benedetto. Eran los más enojados. No fueron casuales las broncas que desataron en conferencia de prensa.
El delantero de Fuerte Apache y el volante salieron a la escena mediática en el medio de la incertidumbre. Benedetto, una vez consumada la postergación, disparó: "Que le den la copa a River, que tiene tanto peso en Conmebol". Pablo Pérez los apoyó. Al mediocampista lo había llamado Guillermo Barros Schelotto cuando estaba en el sanatorio Otamendi y el capitán había dejado claro que iba a jugar o jugar, más allá de que había perdido momentáneamente el 50% de la visión del ojo izquierdo, algo que constató el doctor Alejandro Weremczuk, jefe de oftalmología e hincha de River.
Hubo seis jugadores que, consultados, dieron el okey para jugar: Esteban Andrada, Wilmar Barrios, Sebastián Villa, Carlos Izquierdoz, Julio Buffarini y Ramón Abila. Sí, a pesar de su fiel amistad con Carlitos, Wanchope estaba de acuerdo en jugar. Lucas Olaza, Nahitan Nandez y Lisandro Magallán tenían una postura indefinida. "Acompañamos lo que decida la mayoría", dijeron. Pero pesaron más los referentes.
Angelici volvió a la reunión con su colega de River, Rodolfo D'Onofrio. Hubo palabras fuertes, un síntoma de que la relación empezaba a resquebrajarse. Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, quería que se juegue. Gianni Infantino, mandamás de la FIFA, también había dejado clara su posición en el encuentro anterior. Se firmó "el pacto de caballeros" en el que todos se comprometieron a disputar el domingo 25 el Superclásico. El partido no se jugó y el acuerdo terminó como papel mojado, sin ningún valor.
En la madrugada del domingo, en la concentración del hotel Madero, las reuniones continuaron. Tevez siguió con su postura. "A escritorio mata, escritorio muere", era el lema. Angelici se dejó convencer por el núcleo duro de los jugadores y los dirigentes. Y al mediodía, fue contundente. "Boca no va a jugar el partido y vamos a pedir que se aplique el Reglamento", sostuvo el dirigente en conferencia de prensa, acompañado por Barros Schelotto. Lo que siguió fue burocracia de abogados y un fallo de la Conmebol que no dejó conforme a nadie, pero tiene un color diferente a los ojos xeneizes: podrá jugar con el respaldo de su gente y fuera del Monumental. Será en terreno neutral.
A las palabras de Angelici se las llevó el viento. No pudo sostener el famoso pacto de Núñez ni lograr torcerles el brazo a sus jugadores. Y esta noche se subirá al avión con destino a Madrid para jugar la final del torneo más importante de América... Pero en Europa.