La historia conmovedora de Marcelo Diez, el paciente al que le reconocieron la muerte digna
Estuvo en estado vegetativo durante 20 años como consecuencia de un accidente. "Déjenlo ir", pidieron sus hermanas desde hace años.
Sin duda, la decisión de permitir a un paciente elegir la muerte digna causó polémica y conmoción. No obstante, para la familia de Marcelo Diez, el protagonista principal de la historia, significa una sensación de alivio después de dos décadas de sufrimiento.
El domingo 23 de octubre de 1994 la idea de Marcelo era votar y comer un asado con los suyos en la chacra familiar de Plotter, Neuquén. Sin embargo, un accidente de tránsito marcó su vida para siempre: su moto embistió un auto en la ruta y sufrió un traumatismo encefalocraneano severo, politraumatismos graves y epilepsia postraumática.
Antes de ser trasladado a terapia intermedia, un virus intrahospitalario lo llevó a su estado vegetativo permanente actual. Los tratamientos en la Fundación Favaloro, la clínica Bazterrica y ALPI no dieron resultado.
Por esta razón, si familia decidió cuidarlo con sus propios medios y montó un cuarto especial en su casa. Con el tiempo, los padres murieron y sus hermanas quedaron a cargo.
Andrea y Adriana, sus hermanas, continuaron con el cuidado de Marcelo. "No escucha, no ve, no entiende, no responde a ningún estímulo concreto", expresaron durante todos estos años.
"Su cuerpo no exhibe el deterioro propio de alguien que va directamente a una muerte natural. Así lo comprobó personalmente. Marcelo no hubiera querido esto. Déjenlo ir", agregó.
El domingo 23 de octubre de 1994 la idea de Marcelo era votar y comer un asado con los suyos en la chacra familiar de Plotter, Neuquén. Sin embargo, un accidente de tránsito marcó su vida para siempre: su moto embistió un auto en la ruta y sufrió un traumatismo encefalocraneano severo, politraumatismos graves y epilepsia postraumática.
Antes de ser trasladado a terapia intermedia, un virus intrahospitalario lo llevó a su estado vegetativo permanente actual. Los tratamientos en la Fundación Favaloro, la clínica Bazterrica y ALPI no dieron resultado.
Por esta razón, si familia decidió cuidarlo con sus propios medios y montó un cuarto especial en su casa. Con el tiempo, los padres murieron y sus hermanas quedaron a cargo.
Andrea y Adriana, sus hermanas, continuaron con el cuidado de Marcelo. "No escucha, no ve, no entiende, no responde a ningún estímulo concreto", expresaron durante todos estos años.
"Su cuerpo no exhibe el deterioro propio de alguien que va directamente a una muerte natural. Así lo comprobó personalmente. Marcelo no hubiera querido esto. Déjenlo ir", agregó.