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La hermana mayor que por segundos se salvó en la tragedia por la caída de tres balcones en Mar del Plata

La familia Luzardi estaba tomando algo en un bar enfrente cuando la mamá y las dos hijas cruzaron a ver una vidriera.

Fue sólo un segundo. Una decisión que nadie sabe por qué tomó. Pero ese segundo, en el que, parada en el medio de la calle Acevedo, se dio la vuelta y volvió sobre sus pasos, salvó a la hermana mayor de India Luzardi (3) de la que podría haber sido una muerte segura.

Una salida familiar terminó en tragedia para esta familia marplatense. Agustina Ferro (35) estaba con su hija menor, India, la mayor (que tiene entre 8 y 10 años) y su esposo tomando un café en La Vereda de Vicente, uno de los bares más tradicionales sobre la calle Puán. Está ahí desde 1982, y es un lugar que frecuentan los turistas "de Mogotes" o los que viven en Mar del Plata, como los Luzardi.

Era alrededor de las 14. Estaban los cuatro sentados a la mesa. En un momento, quizás mientras esperaban un pedido, Agustina se paró y les sugirió a sus hijas que fueran a ver las vidrieras de los locales de enfrente, donde hay una casa de indumentaria.

El padre se quedó sentado y la madre con las dos nenas empezaron a cruzar Acevedo. Pero la mayor, en medio de la calle, se volvió hacia el bar. Agustina e India terminaron de cruzar y se acercaron a la vidriera. En ese momento, los balcones se les cayeron encima.

Desesperado, el padre corrió a intentar ayudarlas y lo mismo hicieron las empleadas de la panadería que está en diagonal al edificio, de otros comercios cercanos, vecinos y transeúntes. Trataron de correr los escombros.

"Tengo la cara de la nena grabada. Nunca me la voy a olvidar", contó a Clarín, conmovida, una de las personas que intentó ayudar en esa primera asistencia y encontró los cuerpos de madre e hijas tendidos sobre la vereda.

Los servicios de emergencia llegaron rápido, pero nada se pudo hacer. Minutos después llegó también el abuelo de las chicas, quebrado por el dolor. A la familia no la conocían "de la cuadra", nadie sabía precisar donde viven. Vicente, el dueño del bar que está desde hace más de 35 años en esa cuadra, estaba tan conmocionado que ni siquiera podía hablar. Como todos los testigos de la tragedia.