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La gran oportunidad

La Argentina atraviesa una profunda crisis dirigencial. Y así como siempre hay esperanzas ante la irrupción de nuevas caras, prevalecen las desilusiones.

Extraído de La Nación

Por Claudio Cerviño

La Argentina atraviesa una profunda crisis dirigencial. No es de ahora, claro está. Y así como siempre hay esperanzas ante la irrupción de nuevas caras y promesas, terminan prevaleciendo las desilusiones y las decepciones por sobre las satisfacciones. Lo que no privará a la raza humana de aferrarse a esa maravillosa capacidad de soñar.

El deporte nacional, a nivel conducción, no está ajeno a esas sensaciones. Con contadas excepciones. Pero estamos viendo, con mayor fuerza en los últimos tiempos, la crisis y los conflictos entre protagonistas y dirigentes y/o entrenadores en diferentes disciplinas. Algunos, bochornosos, como el rugby, el hockey, el tenis, el voleibol. El fútbol no escapó a los frentes de tormenta, muchos de ellos manejados arbitrariamente por la muñeca que gobernó en la calle Viamonte durante 35 años.

El deceso, a los 82 años, de Julio Humberto Grondona provocó las reacciones imaginadas; por ejemplo, que en pleno velorio ya se hablara con total desparpajo de la sucesión y se activasen toda clase de resortes políticos. Causó, también, cierto pánico escénico sobre el futuro y en todos los frentes, como se detalló en LA NACION Deportiva en distintos artículos y opiniones en las últimas 48 horas. Son muchos los frentes abiertos que quedaron en la AFA y en el fútbol argentino en general, y la inquietud inmediata es el destino, producto del vacío de poder que dejó la partida del hombre que construyó un poder inigualable.

Elogiado por muchos, bastardeado por otros, Grondona es y será irreemplazable. Construyó una corte de receptores de sus ideas y decisiones, de obedientes a rajatabla, pero no hizo escuela, docencia, de lo que significa ser "el dueño de la pelota"; además, con alcances privilegiados en la órbita internacional. Algunos de sus lugartenientes pueden estar más consustanciados con algunos temas, pero ninguno tuvo, hasta aquí, que asir el hierro caliente a la hora de tomar determinaciones cruciales. En ese rubro, siempre lo mejor era esperar "que Julio volviera", del campo en Loma Verde o de Zurich, donde acudía para temas relacionados con la FIFA, de la que era vicepresidente Senior, una categoría que le calzaba con la misma precisión que el legendario anillo del "Todo Pasa" para desplegar todas sus habilidades. Y sin necesidad de ser bilingüe.

Decíamos que Grondona es irreemplazable. Y vale preguntarse: ¿cabe buscar un sustituto que nunca llegará a ser como él, cuando en realidad lo que hay que cambiar es más de fondo? ¿Qué sentido tiene apostar a una copia de menor relieve?

Entonces, el fútbol argentino está ante la gran oportunidad de provocar un cambio. Histórico. Obvio que en 35 años quedaron cosas positivas: títulos mundiales en mayores y juveniles y medallas olímpicas, desarrollo desde las bases en la era Pekerman, el predio de Ezeiza, el posicionamiento de la Argentina a nivel seleccionados. Cuesta imaginar a otro que consiga algo semejante. Pero también quedaron muchos puntos oscuros: la violencia, con cerca de 200 muertos en las canchas; el empobrecimiento de los clubes, el clientelismo con cesión interminable de dinero, devolución de favores y un sinfín de puntos con un sello inequívoco, ese que surge del poder aglutinado en una sola persona.

La oportunidad histórica es cambiar toda esta ecuación, para lo cual, como se adelantó ayer (http://canchallena.lanacion.com.ar/1714863), es menester bucear en el propio estatuto de la AFA e instrumentar las modificaciones que sean necesarias para reinvertarse.

El punto es: ¿se quiere cambiar? ¿Serán capaces los dirigentes, los mismos que levantaron la mano como autómatas -antes y ahora- durante 35 años en las sesiones de Comité Ejecutivo, de mirarse hacia dentro y desarrollar la metamorfosis que el fútbol pide a gritos?

Cuando se escucha hablar a la gente del riñón grondonista, por ejemplo, a Juan Carlos Crespi, vicepresidente de Boca y también de la AFA, sólo surge escepticismo y la percepción de que les encanta vivir dentro de un relato a medida: "Los dirigentes del fútbol argentino son inteligentes y por eso apoyaban a Grondona", fue una de sus máximas recientes.

Hay, también, una corriente de dirigentes de clubes con peso que apuestan a que todo cambie y lo antes posible, incluso antes de la asamblea que debería realizarse en octubre, para determinar quién será el sustituto de Grondona hasta 2015, cuando debía concluir su mandato. El potencial obedece a que no se descarta que, la próxima semana, se le otorgue el aval a Luis Segura, presidente de Argentinos, mano derecha de Grondona y recientemente señalado por el escándalo de las entradas en el Mundial de Brasil, para que ejerza esa función provisional por estos 15 meses. Y luego sí, pensar en el futuro, en las candidaturas para la nueva elección.

Pero claro, a la hora de interpretar lo que significaría un "patear el tablero" de parte de un núcleo de dirigentes, una cosa es el off the recordy otra la realidad. Cuesta imaginar cómo será la primera reunión del Comité Ejecutivo sin don Julio; no para tomar una decisión temporaria, como podía ocurrir cuando se encontraba de viaje. Ahora ya no estará más y serán ellos mismos los artífices del destino del fútbol.

Esa oportunidad histórica es también una enorme responsabilidad. Porque Grondona aplacaba a las fieras de alguna manera. No sólo dándoles adelantos de los derechos de la TV, sino concesiones diversas. Y con su ausencia, todo lo que antes se resolvía en cinco minutos o con una llamada telefónica, ahora puede derivar en debates eternos, en discusiones más chicas y estériles. Hay muchos de estos dirigentes, por no decir la mayoría, que no conocieron otro método que el "grondonista". Explorar un nuevo camino también tiene sus implicancias.

Hay muchos frentes abiertos (DT del seleccionado, reajuste de asignaciones del Fútbol para Todos, la AFA Plus, el torneo de 30 equipos, el Prode bancado) y todo lo diario, que no es poco, por atender. Forman parte de la reestructuración, que tiene las puertas abiertas y que brinda ilusiones. De las grandes cosas y también de las otras como, por ejemplo, terminar con suspicacias, creencias sobre equipos favorecidos con fixtures digitados, de campeones predeterminados, referís pedidos o vetados, y hasta líneas que son más importantes que los propios jueces. Sean cuestiones veraces o parte del folclore de la calle Viamonte, todo puede estar un poco mejor hacia el futuro. Tomando lo bueno y erradicando los vicios. Falta saber si hay voluntad para ello.