La fachosa idea de creer que unos son superiores a otros
La racionalidad parece haber dejado de ser el modelo de vida de la mayoría.
Por Luciana Arnedo
luciana.arnedo@gmail.com
@LuArnedoLa sociedad deja de pensar como un conjunto orgánico, provisto de intereses y objetivos comunes, perfilándose como un total de personas con intereses individuales.
Las personas con impulsos violentos contribuyen fuertemente a incitar sociedades violentas. Estos impulsos señalan la deficiencia de nuestra educación y la frustración que no podemos soportar cuando nuestro discurso es improcedente para los demás.
Nadie es capaz de entender las razones de los otros. Las propias creencias se imponen como una verdad superior, determinante.
Con un sello de la transgresión, haciendo culto a los instintos más despiadados del ser humano. ¿Buscamos acaso satisfacer "nuestros derechos"?
Rebajar, insultar, ridiculizar, humillar, amenazar, asustar, abusar, despreciar, discriminar, robar, etc. Estas conductas son tipos de violencia que juegan un papel muy importante en la salubridad de nuestra sociedad.
¿Qué cifran estos impulsos violentos? Me pregunto si cuando los individuos producen acciones violentas existe una relación espontánea con la meta, si verdaderamente actúan para lograr los propósitos personales...
La violencia tiene efectos peligrosos cuando se encauza como el único medio de relación entre los individuos. La misma es muy difícil controlarla y pocos están en condiciones de reconocer su propia agresión.
Existen grupos de personas que se consideran superiores a otros, que se sienten poderosos. Estamos en presencia de esta perversidad social, de este goce, de este odio irreprimible.
Aparece una crisis de autoridad. El ciudadano debe serenarse y evitar tomar la justicia por mano propia. Por parte del Estado es primordial hacer cumplir la responsabilidad gubernamental para sostener el lazo social mediante el reconocimiento de las leyes y la aplicación de las sanciones. El poder no es más que un medio, el fin es -debiera ser- la satisfacción de las necesidades de los individuos.
¿Por qué somos una sociedad violenta?...
Se ha generado un desequilibrio socio-económico inquietante. Las distintas formas de violencia en la cotidianeidad, la falta de ley en la experiencia social, el sistema de enseñanza que evidencia una marcada crisis, y los disvalores que se han naturalizado entre nosotros, son preocupaciones que se vuelven excesivas en nuestra vida diaria. Estos elementos interactúan generando frustraciones, miedos, traumas, reacciones patológicas y sentimientos de hostilidad hacia todo, hacia todos y hacia uno mismo.
Es una realidad que la violencia se puede ver también, hoy sólidamente, en el mundo de la política. Los diarios y la televisión se han convertido en el bastión de muchos políticos para dar a conocer los traspiés de los demás y/o atacar, a veces, sin pretexto. También, en otros casos, utilizan los medios para responder a determinadas denuncias que los condenan, eludiendo desvergonzadamente sus delitos y retornando agravios, ironías y amenazas tras la impotencia de ser descubiertos.
Agustín Rossi luciendo desencajado cuando el artículo segundo no tuvo los votos necesarios para ser aprobado - sus compañeros de bancada tuvieron que frenarlo-. Moreno a los gritos en una asamblea del Grupo Clarín, en un clima más que tenso. La batalla campal entre policías, trabajadores y grupos infiltrados en el Hospital Borda, sometiendo a los pacientes -quiénes suficiente ya tienen con sus patologías-. La respuesta bulímica de Luis Ventura contra Jorge Lanata. La detención del clásico por las excesivas cargadas de los hinchas locales y el uso de pirotecnia -en una clara muestra de que siguen ganando los violentos-. Andrés Calamaro manifestando su regocijo tras el accidente de Matías Garfunkel, y Victoria Vanucci, su mujer, respondiendo al agravio con un exabrupto, metiéndose en la vida privada del cantante, ultrajándolo por su problema de adicción a las drogas, etc., etc. El odio social es una afición suicida.
Hay una mentalidad autoritaria y un comportamiento patotero. También hay una clara muestra de la falta de eficiencia, de algunos, a la hora de hacer valer su responsabilidad.
¿Estamos obligados a servir/colaborar al desenfreno nacional? ¿Nuestro odio es nuestro odio o es el odio de un grupo de poder? ¿Acaso no estamos en manos de decisiones ajenas, envueltos en un odio de pocos contra el resto?
Se establecen relaciones de poder entre dominadores y dominados, donde aparece la opresión, el autoritarismo y la discriminación. La violencia no sólo es aceptada sino también es tolerada y a veces estimulada por muchos.
Algo tensa nuestra voluntad y nuestras decisiones. La violencia continúa siendo el componente central de todo el sistema de dominación. Hombres que se violentan con tanta ferocidad, vistiendo rostros rabiados, cegando la vida e induciendo "al absurdo" a nuestra nación.
El libre albedrío habitualmente nos inclina al mal. Muchas veces nos apartamos de nuestras aspiraciones, sirviendo a una afición adoptada que nos enfrenta con los demás y hasta nos excluye de nosotros mismos. La sensibilidad social, de la que muchos son/somos esclavos, pervierte las propias ideas. El fanatismo muestra la incapacidad del uso de la propia inteligencia. Algo de lo que somos esclavos nos impulsa y nos resiste con la autoridad.
Debemos parar esta tendencia agresiva representada por los delirios sintomáticos de distintos grupos de la población. Tomar consciencia de que la violencia tiene poca viabilidad como fórmula democrática. Debemos detener este aluvión violento en el que estamos forzados a convivir bajo una opresión que atenta contra los derechos de todos.
Si nuestra manera de ver difiere de cómo ven los otros, "razonemos sin reducir al silencio las voces, sin causarnos dolor". ¡Qué aplastar a los demás no valga la pena! ¡Qué nos aplasten no sea una posibilidad en nuestra patria!