La extranjerización desnivela la balanza
*Por Marcelo Zlotogwiazda. Ese rasgo estructural de la economía argentina llega al punto que de las 500 compañías que más facturan en el país, 324 son extranjeras.
A pesar de que la economía argentina mantiene un considerable excedente en su balanza comercial, el sector externo en su conjunto comienza a mostrar algunas señales de debilidad.
Si además del comercio exterior se toma en cuenta el resultado neto de los dólares que ingresan y egresan por turismo, por flete, por regalías, por pago de intereses y por giro de utilidades y dividendos, el resultado global es negativo: de acuerdo con la información que difundió el Indec días atrás, la cuenta corriente de la balanza de pagos –que incluye los rubros señalados– registró en el primer trimestre de 2011 un déficit de 673 millones de dólares.
Impulsado básicamente por el creciente superávit comercial, la cuenta corriente de la balanza de pagos tuvo signo positivo en todos los trimestres desde la eclosión de la Convertibilidad hasta finales de 2009. Pero en tres de los cinco trimestres siguientes (primero y cuarto de 2010, y primero de 2011), el saldo fue negativo. Una frecuencia que marca una posible tendencia que convendría monitorear. El principal factor de desequilibrio es claramente el rubro utilidades y dividendos, que en el primer trimestre de este año tuvo un resultado neto negativo de 1.689 millones de dólares.
Para tener una idea de magnitud, ese drenaje de divisas absorbió casi el 70 por ciento de los 2.460 millones de dólares que quedaron de superávit por el intercambio comercial en los primeros tres meses del año. Si se lo observa en perspectiva, la salida neta de dólares por utilidades y dividendos ha venido aumentando ininterrumpidamente desde 2003, y a un ritmo muy sostenido. Ocho años atrás el saldo negativo fue de 633 millones de dólares; el año pasado fue once veces mayor, alcanzando los 7.183 millones de dólares (8.100 millones de remisión contra 917 millones que ingresaron).
Ese agujero de más de 7.000 millones de dólares en 2010, es tres veces y medio el déficit que ese rubro registró en promedio en el cuatrienio 1995-1999. El enorme salto se explica por el sensible incremento en las ganancias de las multinacionales, y también es la consecuencia del profundo proceso de extranjerización que caracterizó a la década del ’90, y que para nada se revirtió en los últimos años.
Ese rasgo estructural de la economía argentina que, se insiste, el kirchnerismo no modificó, llega al punto que de las 500 compañías que más facturan en el país, 324 son extranjeras, según surge de las Encuesta Nacional a Grandes Empresas que elabora el Indec. (El último año en que había mayoría de nacionales en las primeras 500 fue 1993, con 281 firmas.) Por lo tanto no sorprende que de las diez empresas líderes del ranking de facturación que publica la revista Mercado seis son foráneas (YPF, Cargill, Telecom, Petrobras, Carrefour y Jumbo), y que de las primeras veinticinco lo sean diecisiete.
Además, la extranjerización es aún más intensa en los sectores de mayor dinamismo de la economía en los últimos años, entre los que sobresale el automotriz (no hay ninguna terminal de capital nacional), el complejo oleaginoso, la minería y las telecomunicaciones. La abultada rentabilidad de esos sectores ha potenciado el giro al exterior de utilidades y dividendos. El Gobierno es consciente del problema.
Hace unos meses echaron al funcionario del Banco Central que había autorizado a algunas entidades a remitir ganancias a sus casas matrices sin el previo consentimiento de arriba. Pero en todo caso, demorar un trámite sólo permite ganar algo de tiempo. Así como la remisión de ganancias por parte de las multinacionales ha venido creciendo hasta convertirse en causa principal del vuelco a terreno negativo de la cuenta corriente de la balanza de pagos, los intereses de la deuda externa han venido perdiendo peso.
Tras oscilar en los 6.000 millones de dólares por año en el bienio 1999-2000 y alcanzar un máximo de 7.700 millones en 2002, luego de la renegociación de la deuda del año 2005 bajaron abruptamente a 3.358 millones ese año, y el año pasado se ubicaron en 2.770 millones. Este último monto representa sólo un tercio de los 8.100 millones de dólares que se remitieron de utilidades y dividendos en 2010.
También es deficitario el rubro Regalías, que es otra señal de dependencia externa. El año pasado tuvo un saldo negativo de 1.354 millones de dólares, que triplicó al resultado del año 2004. Donde la cuenta entre lo que sale y lo que entra está pareja es en la sección Viajes, que en buena medida refleja lo que ocurre con el turismo.
Tuvo un déficit de 534 millones en 2009, pero el año pasado cerró con 40 millones a favor. Puede ser tomado como otro indicio de que el tipo de cambio no está en un nivel que provoque ni un exagerado atractivo por viajar al exterior, ni una barrera para la llegada de visitas.
Para cerrar con la cuenta corriente, si bien en el primer trimestre hubo déficit de 673 millones de dólares como se vio al comienzo, se espera que en el segundo trimestre haya un fuerte superávit por el ingreso de divisas de la cosecha gruesa (soja, maíz, girasol). De todos modos se estima que el año va a cerrar en una cifra inferior a los 3.000 millones de saldo a favor que tuvo la cuenta corriente en 2010, y hay quienes pronostican que el resultado podría acercarse a cero. En parte eso se debería a que el comercio exterior obtendría un excedente inferior a los 12.000 millones del año pasado.
Además de la cuenta corriente, la balanza de pagos se completa con la cuenta capital y financiera, que registra los movimientos de divisas derivados de operaciones crediticias y de inversiones reales. El año pasado tuvo un saldo positivo de 2.700 millones de dólares, y dado que también habían sobrado dólares en la cuenta corriente, la consecuencia fue que aumentaron las reservas del Banco Central. No está sucediendo lo mismo en 2011. Ahora hay reservas por 52.200 millones de dólares, que es exactamente lo que había a comienzos de año. Es cierto que se usaron dólares del Banco Central para pagar deuda externa. Tan cierto como que el año pasado también.
Si además del comercio exterior se toma en cuenta el resultado neto de los dólares que ingresan y egresan por turismo, por flete, por regalías, por pago de intereses y por giro de utilidades y dividendos, el resultado global es negativo: de acuerdo con la información que difundió el Indec días atrás, la cuenta corriente de la balanza de pagos –que incluye los rubros señalados– registró en el primer trimestre de 2011 un déficit de 673 millones de dólares.
Impulsado básicamente por el creciente superávit comercial, la cuenta corriente de la balanza de pagos tuvo signo positivo en todos los trimestres desde la eclosión de la Convertibilidad hasta finales de 2009. Pero en tres de los cinco trimestres siguientes (primero y cuarto de 2010, y primero de 2011), el saldo fue negativo. Una frecuencia que marca una posible tendencia que convendría monitorear. El principal factor de desequilibrio es claramente el rubro utilidades y dividendos, que en el primer trimestre de este año tuvo un resultado neto negativo de 1.689 millones de dólares.
Para tener una idea de magnitud, ese drenaje de divisas absorbió casi el 70 por ciento de los 2.460 millones de dólares que quedaron de superávit por el intercambio comercial en los primeros tres meses del año. Si se lo observa en perspectiva, la salida neta de dólares por utilidades y dividendos ha venido aumentando ininterrumpidamente desde 2003, y a un ritmo muy sostenido. Ocho años atrás el saldo negativo fue de 633 millones de dólares; el año pasado fue once veces mayor, alcanzando los 7.183 millones de dólares (8.100 millones de remisión contra 917 millones que ingresaron).
Ese agujero de más de 7.000 millones de dólares en 2010, es tres veces y medio el déficit que ese rubro registró en promedio en el cuatrienio 1995-1999. El enorme salto se explica por el sensible incremento en las ganancias de las multinacionales, y también es la consecuencia del profundo proceso de extranjerización que caracterizó a la década del ’90, y que para nada se revirtió en los últimos años.
Ese rasgo estructural de la economía argentina que, se insiste, el kirchnerismo no modificó, llega al punto que de las 500 compañías que más facturan en el país, 324 son extranjeras, según surge de las Encuesta Nacional a Grandes Empresas que elabora el Indec. (El último año en que había mayoría de nacionales en las primeras 500 fue 1993, con 281 firmas.) Por lo tanto no sorprende que de las diez empresas líderes del ranking de facturación que publica la revista Mercado seis son foráneas (YPF, Cargill, Telecom, Petrobras, Carrefour y Jumbo), y que de las primeras veinticinco lo sean diecisiete.
Además, la extranjerización es aún más intensa en los sectores de mayor dinamismo de la economía en los últimos años, entre los que sobresale el automotriz (no hay ninguna terminal de capital nacional), el complejo oleaginoso, la minería y las telecomunicaciones. La abultada rentabilidad de esos sectores ha potenciado el giro al exterior de utilidades y dividendos. El Gobierno es consciente del problema.
Hace unos meses echaron al funcionario del Banco Central que había autorizado a algunas entidades a remitir ganancias a sus casas matrices sin el previo consentimiento de arriba. Pero en todo caso, demorar un trámite sólo permite ganar algo de tiempo. Así como la remisión de ganancias por parte de las multinacionales ha venido creciendo hasta convertirse en causa principal del vuelco a terreno negativo de la cuenta corriente de la balanza de pagos, los intereses de la deuda externa han venido perdiendo peso.
Tras oscilar en los 6.000 millones de dólares por año en el bienio 1999-2000 y alcanzar un máximo de 7.700 millones en 2002, luego de la renegociación de la deuda del año 2005 bajaron abruptamente a 3.358 millones ese año, y el año pasado se ubicaron en 2.770 millones. Este último monto representa sólo un tercio de los 8.100 millones de dólares que se remitieron de utilidades y dividendos en 2010.
También es deficitario el rubro Regalías, que es otra señal de dependencia externa. El año pasado tuvo un saldo negativo de 1.354 millones de dólares, que triplicó al resultado del año 2004. Donde la cuenta entre lo que sale y lo que entra está pareja es en la sección Viajes, que en buena medida refleja lo que ocurre con el turismo.
Tuvo un déficit de 534 millones en 2009, pero el año pasado cerró con 40 millones a favor. Puede ser tomado como otro indicio de que el tipo de cambio no está en un nivel que provoque ni un exagerado atractivo por viajar al exterior, ni una barrera para la llegada de visitas.
Para cerrar con la cuenta corriente, si bien en el primer trimestre hubo déficit de 673 millones de dólares como se vio al comienzo, se espera que en el segundo trimestre haya un fuerte superávit por el ingreso de divisas de la cosecha gruesa (soja, maíz, girasol). De todos modos se estima que el año va a cerrar en una cifra inferior a los 3.000 millones de saldo a favor que tuvo la cuenta corriente en 2010, y hay quienes pronostican que el resultado podría acercarse a cero. En parte eso se debería a que el comercio exterior obtendría un excedente inferior a los 12.000 millones del año pasado.
Además de la cuenta corriente, la balanza de pagos se completa con la cuenta capital y financiera, que registra los movimientos de divisas derivados de operaciones crediticias y de inversiones reales. El año pasado tuvo un saldo positivo de 2.700 millones de dólares, y dado que también habían sobrado dólares en la cuenta corriente, la consecuencia fue que aumentaron las reservas del Banco Central. No está sucediendo lo mismo en 2011. Ahora hay reservas por 52.200 millones de dólares, que es exactamente lo que había a comienzos de año. Es cierto que se usaron dólares del Banco Central para pagar deuda externa. Tan cierto como que el año pasado también.