La ética del film "El planeta de los simios"
*Por Peter Singer. Una película recién estrenada plantea la cuestión de nuestras relaciones con nuestros más cercanos parientes no humanos, los grandes simios.
El planeta de los simios (R) evolución de Rupert Wyatt es la séptima película de una serie basada en la novela de Pierre Boule de 1963, El planeta de los simios , sobre un mundo poblado por simios muy inteligentes. La publicidad afirma que es "la primera película de la historia del cine que no es de animación, cuyo protagonista es un animal sensible y que está contada desde el punto de vista de él". Sin embargo, no se utilizaron simios vivos.
En su lugar, "la tecnología de captación facial", inventada para la película Avatar, permite a un actor humano, Andy Serkis, desempeñar el papel del chimpancé Caesar, pero no vistiéndose con traje de tal, sino logrando transformar todo gesto y movimiento facial, incluso la contracción de una ceja, en el de un simio.
Cuando hablé con Wyatt el mes pasado, reconoció que había razones prácticas para no utilizar simios reales en su película, pero también entendió la cuestión ética.
"Había cosas que yo no quería hacer", me dijo. "Para lograr que los simios hagan lo que queramos, tenemos que dominarlos; tenemos que manipularlos para que actúen. Eso es una explotación ".
La renuencia de Wyatt a participar en la explotación de los grandes simios es comprensible, en vista de que la propia película cuenta la historia de simios que se rebelan contra la opresión de seres humanos dominantes.
El personaje humano principal, Will Rodman (interpretado por James Franco), es un científico que, en busca de un tratamiento para la enfermedad de Alzheimer, hace experimentos con simios.
Muchas películas habrían ensalzado a un científico que intentara conseguir ese objetivo y habrían visto justificado el uso de animales para ese fin. Sin embargo, El planeta de los simios (R) evolución retrata a Rodman como, según dice Franco, "una persona fría y aislada". Sólo cuando los superiores de Rodman suspenden sus experimentos y él se lleva a Caesar, una cría de chimpancé, a su casa, empieza a preocuparse por los demás. La trama da otro giro cuando Caesar llega a ser demasiado grande y agresivo para vivir en un hogar humano y lo llevan a un supuesto refugio para primates, pero que es, en realidad, un vertedero para simios desechados y administrado por seres humanos que dan muestras de crueldad para con los animales cautivos.
En 1993, Paola Cavalieri y yo fundamos el Proyecto de los Grandes Simios, organización dedicada a reconocer que los grandes simios tienen una condición moral propia de su naturaleza como seres autoconscientes que pueden pensar y tienen vidas ricas y profundamente emocionales.
Como mínimo, deben contar con el derecho a la vida, la libertad y la protección contra la tortura que concedemos a todos los miembros de nuestra especie, independientemente de sus capacidades intelectuales. En todos estos años, esa idea ha logrado avances constantes en muchos países.
Tal vez el estreno de esta película propicie un gran impulso para situar a los grandes simios dentro del círculo de los seres con derechos morales y legales.